Capítulo 3

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Capítulo 3:
La propuesta inesperada


Los jóvenes ahora se encontraban en clase de educación física en el gimnasio del Instituto. El profesor Ronald, un moreno flaco, alto, y con cierta barbilla arreglada. Con su respectivo mono azul royal, su camisa blanca con el logo del Instituto y su silbato colgando de su cuello.

Había unido toda la clase en un solo grupo para poder hacer las actividades físicas de una vez y así poder salir rápido de la evaluación.

Luego de media hora de saltos, trotes y calentamientos, el profesor Ronald había puesto a la clase a hacer abdominales por un minuto. Dividió la clase en dos partes según por orden del listado de la sección. Los estudiantes del 1 al 15 del listado hacían los ejercicios mientras que el resto, solo sostenían los pies de sus compañeros sin hacer más nada y así ayudarlos a que terminaran de completar los abdominales.

El profesor caminaba de un lado al otro observando su reloj y al resto de los estudiantes que luchaban por aguantar el ejercicio.

Al igual que Francis, quien solo intentaba seguir a pesar de quedarse sin aliento.

—¡Carajo! ¡Esto me está a empezando a doler demasiado! ¿¡Ya falta poco!?—Farfulló quejosa Francis.

—¡Ya cierra tu estúpida boca Francis! ¡Nos van a descubrir si te sigues quejando! ¡Ya para! —Espetó gruñón Lucas—¡Solo sigue aguantando la posición!

—¡No creo poder seguir aguantado un segundo más!—Exclamó nuevamente la rubia que intentaba levantarse de la colchoneta para hacer un abdominal más.

—Solo sigue aguantado un poco más amiga. Ronald nos pondrá hacer esto mucho más tiempo si te sigues quejando—Le indicó esta vez Gisselle a su amiga quien también se empezaba a quedar sin fuerzas.

Algunos estudiantes también aprovechaban el descuido del profesor para simplemente, no hacer nada y así dejar que el tiempo se esfumara. Como también, estaban los que se quejaban con el profesor para que terminara los ejercicios.

—¡Vamos Wilson! ¿¡Qué pasa!? ¿Ya estás cansada? ¿Quieres que te ponga a dar un par de vueltas extras por toda la cancha con todos tus compañeros?—Preguntó el profesor mientras observaba muy detenidamente los movimientos de la rubia—¡Espero que me escuchen extremadamente bien! ¡Escucho otra queja más por parte de ustedes y los pongo a dar vueltas por 10 minutos por todo el patio central!

Todos los estudiantes, incluyendo a Lucas y al resto del grupo, tiraron miradas amenazantes a la rubia para que no se atreviera a abrir la boca.

—¡Vamos muchachos, vamos! ¡Solo les quedan 20 segundos! – Mencionó el profesor, llevando su silbato hasta sus labios observando su cronómetro.

Terminado el lapso de tiempo, el profesor sonó su silbato y los 15 estudiantes se lanzaron cabeza abajo contra las colchonetas soltando un suspiro de frustración y fastidio.

Seguido de ello, la campana volvió a sonar, dando a entender que la siguiente clase empezaría a las 11, lo cual tenía 25 minutos de hora libre para descansar.

Los jóvenes cogieron sus bolsos y marcharon hacia el patio central, y dirigirse hacia la pequeña plaza de éste y disfrutar del glorioso aire fresco que les había robado la clase de educación física. En el camino, los jóvenes saludaban a los estudiantes que se encontraban en la ruta, hasta que apareció aquella chica de tez blanca, hermosos ojos color miel, cabello liso y castaño, con su sonrisa adorable.

Verónica era una de las chicas más lindas del instituto y era a la que los jóvenes del lugar luchaban por obtener la atención de ella. Y obvio, a ella le gustaba. Le gustaba recibir ese tipo de atención hacia su persona.

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