Capítulo 11

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Capítulo 11:
"Te encontré"

Pasaron las 11:30 de la mañana y los integrantes del grupo ya estaban preparados para su viaje a la playa de Brighton. Se aproximaron a la cabina del vigilante y le informaron que volverían al anochecer.

Se encaminaron hacia allá, escuchando música en su ligera corneta mientras caminaban hasta la parada buses de Brighton. Caminaron durante 20 minutos hasta que llegaron a una pequeña parada. Después de varios minutos, se encontraba en camino hacia la rueda de la fortuna. Pasaron por algunas tiendas para comprar cosas para comer y luego se dirigieron a la playa.

La arena estaba caliente, y a su vez, era suave y cómoda que cada pisada se sentía como pisar el paraíso. La playa estaba llena de grandes y chicos. Los niños pequeños corrían de aquí para allá con sus pelotas, otros se sentaban en la orilla para construir castillos o cavar en la arena mientras que los demás, corrían a toda velocidad hacia el interior del agua salada.

Los chicos se ubicaron en una pequeña tienda con algunos paraguas, sillas y dos mesas de plástico, donde se agruparon allí varios minutos para organizar todo y cambiarse la ropa.

De pronto, una pareja que estaba al lado de ellos, los llamó para que dejaran las cosas con ellos. Resulta que la pareja también se hospedaban en el hotel y los reconocieron debido a las risas y bromas por parte del grupo del día anterior.

La hermosa esposa morena llena de pecas del sujeto, les hacía la invitación de que se mudaran de carpas con ellos y que cuidarían muy bien de sus cosas para que ellos pudieran disfrutar de la playa. Así que les invitaron a guardar todas las maletas en su pequeña carpa azul.

La rubia por un momento puso en tela de juicio las palabras de aquella sutil y amable pareja morena, hasta que Ethan, en un movimiento de poca paciencia, intentó convencerla para aceptar la propuesta del hombre, puesto que estarían mas "seguro" que dejando las cosas sin ninguna supervisión.

Seguridad.

Sensación que no era muy cercana a lo que sentía la rubia. Cosa que ya no se podía sentir en la mayoría de las veces, debido a todas las atrocidades que se veían día a día. Y confiarle cosas de mucho valor a gente desconocida, no era una de las más lógicas para sentir esa seguridad.

Sin embargo, la chica decidió confiar en las palabras de su amigo y de la amigable pareja.

El día se sentía ligero, sabroso y agradable, lleno de la sensación de paz que tanto de puede disfrutar al estar en un sitio relajante y cómodo como lo era la playa, a pesar que el sol estaba en su máximo punto.

Verónica había salido del baño con su traje totalmente al descubierto. Era un bikini explícito de color negro. Las personas, más que todo los hombres mayores, la veían con tanta admiración hacia su hermosa anatomía que quedaban hipnotizados. Cabe resaltar que algunas esposas, les dieron manotazos a sus maridos para que no fueran unos degenerados. Y, ¿cómo no? Sus hermosas y perfectas curvas hacían llamar la atención también de algunos jóvenes que estaban sentados en unos troncos tomando shots. Los versos y palabras bonitas llegaron hacia ella, como también algunos depravados, haciendo notar lo que algunos tenían en sus asquerosas mentes. Eso es lo típico que se encuentra hoy en día en la sociedad. Pero la chica estaba hermosa, por supuesto que sí, no había ninguna duda de ello. Sus oscuros lentes y su cabello largo y suelto la hacía resaltar entre tanta gente.

La chica llegó hacia e lugar donde estaban todos reunidos para dirigirse a una de las sillas que estaban disponible en la mesa y untarse protector solar en la parte del frente de su pecho y en toda la cara y brazos.

—Cielos niña, luces tan hermosa como mi esposa pero hace unos años atrás. No quiero decir que esté vieja, pero ya ha perdido un poco el toque—comentó divertido el hombre entre risas.

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