Ojala fuera mejor así

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Resumen: Jiang Cheng esta en el templo ancestral, es la semana de aniversario de la caída de Muelle de Loto, así como también el asedio del Monte Luazhang, es un mal día, pero Wei Wuxian no sabe eso.


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La luz del atardecer se refleja en las tablas familiares del salón ancestral, apenas lo suficiente, las sombras son más oscuras y grandes que cuando entró al amanecer, aún así Jiang Cheng no planea irse.

El hombre se levanta con gracia y enciende las velas de la habitación una a una, los nombres de sus familiares brillan con la luz, las placas de sus padres resaltan entre todas las demás y debajo, en una pequeña ficha, tan pequeña que casi podría pasar por una moneda de plata, las siglas de su shixiong brillan.

Jiang Cheng se arrodilla ante sus ancestros y realiza sus reverencias. Esta semana es el aniversario. La fecha de la caída de Yunmeng y como al parecer los dioses tienen un sentido del humor agrio, también es la semana que se realizó el asedio.

Su hermana no está aquí. Ella murió como un Jin. Quizás si su placa estuviera en su salón ancestral tendría algo que contar, quizás una petición o una queja, tal vez un lamento... pero no es así. Su ofrenda y rezo a los ancestros es silencioso, no hay nada que decir.

Es entonces que escucha un bote encallar a las afueras del templo. Nadie interrumpe sus rezos a menos que sea algo grave o relacionado con el supuesto Wei Wuxian. Jiang Cheng se levanta con un movimiento fluido y camina hacia afuera, solo las hermanas Yu y los hijos de ellas tienen permitido entrar al salón ancestral, así que no le sorprende encontrar a su sexto discípulo esperando pacientemente en el borde del muelle, Jiang Mingzhu se inclina cuando lo ve.

—Él fue visto en el lago Ming —dice con rapidez —No se ha ido está vez.

El significado de esas palabras lo hacen apretar uno de sus puños y frotar su frente con cansancio.

El agotamiento se asienta en cada una de sus articulaciones cuando pone un pie en el bote y Jiang Mingzhu empieza a remar, él no dice nada más, lo cual es raro considerando su personalidad normalmente parlanchina. Jiang Cheng lo atribuye a las fechas, sus discípulos nunca causan ningún problema ese mes o en el aniversario de la muerte de su hermana.

Jiang Cheng intenta relajarse mientras el bote se adentra en canales más estrechos que los conducen al complejo principal, las campanas en los edificios brillan con la luz del crepúsculo y lo hacen sentir nostálgico. El bote encalla contra el muelle antes de que pueda pensarlo más a fondo.

Los sirvientes y discípulos hacen reverencias cuando lo ven pasar, apenas avanza unos metros antes de que Yu Qiufeng y Yu HuaLan aparezcan para seguirlo como suelen hacer en los eventos importantes. Ambas llevan el disgusto en el rostro, labios tensos, cejas fruncidas y barbillas levantadas que las hacen parecer aún más peligrosas de lo que son.

No es la primera vez que "él" se fuerza a sí mismo en el territorio privado de la secta, sus discípulos nunca han logrado traerlo al salón de la espada, y eso solo masifica el desprecio de su gente, llevándolo a algunos conflictos en conferencias de cultivo o simples encuentros con los Lan. Muy probablemente sus discípulos lo tratarán como un intruso cualquiera, habrá un rápido interrogatorio y acompañamiento a las afueras del territorio de la secta. Jiang Cheng está casi seguro de que todo esté teatro es inútil, no deberían tener que llevarlo al salón de la espada que se alza sobre sus cabezas, no debería tener que volverlo a ver.

—¿Se seguirá el protocolo regular para desconocidos? —pregunta Yu Qiufeng tan pronto llegan a la habitación contigua del salón de la espada, su mano en la cintura y el ceño fruncido acentúan sus palabras —Wei Wuxian no debería tener el honor de hablar con usted tan fácilmente, dicen que preguntó por ti.

Otra versión, otra vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora