Otra versión, otra vida.

Aun sigo aquí

Wei Wuxian arroja pequeñas piedras al agua en un intento de distraerse, intentos infructuosos que solo lo hacen sentir peor, sus pensamientos y acciones no tienen un ancla u objetivo, por primera vez en años, no tiene nada que hacer, nadie a quien ver o un lugar al cual regresar. Las olas que forman las piedras desdibujan su silueta, haciéndolo verse tal y como se siente. Inestable.

Lo cierto es... que el no pertenecer a ningún lugar le ha dado claridad, pero eso no lo hace más feliz, ha perdido mucho tiempo evitando todo aquello que lo asusta o incómoda. Incluso las relaciones que creó en los últimos siete años se sienten empañadas por los sentimientos que lo han carcomido desde el día que despertó en ese establo mohoso.

El agua salpica su rostro cuando arroja una piedra especialmente grande. Extraña tener alguien con quién hablar, extraña el calor de un abrazo o las palabras afectuosas. Wei Wuxian suspira y sumerge los pies en el agua del lago, a Lan Zhan nunca le gustó hacerlo, algo que era de esperar suponiendo su hogar. Algunas veces lo extraña, aunque sabe que tomó la mejor decisión.

Quizás debería sacar una jarra de vino de loto para beber en conmemoración.

Han pasado casi 5 años para que decida volver a Yunmeng, los lagos siguen exactamente iguales, la luz se refleja en ellos como si de un espejo se tratase. La vista no lo consuela, ya no conoce aquello que una vez llamó hogar. Ha ignorado su antigua casa durante más de cinco años, pero ya no puede hacerlo, extraña a shijie, extraña A-Cheng... lo que fueron... la herida en su corazón se siente fresca, ha fingido estar feliz, era su plan seguir así hasta no tener que aparentarlo. No está funcionando.

La imagen que observa es familiar, ha estado en ese lago miles de veces, y aunque actualmente solo puede permitirse estar menos de un shichen, hubo un tiempo en el que él y Jiang Cheng podían pasar horas en el agua, algunas veces se retaban a ver quién lograba traer mejores cosas del fondo del lago, en otras competían quién podía permanecer más tiempo sumergido y a veces, en raras ocasiones remaban en un bote como una forma de relajarse.

La nostalgia lo invade y es entonces que decide hacerlo, una sola vez antes de partir a Douying.

El agua es tal y como recuerda, el tacto no es frío ni caliente, las raíces de las orillas se enganchan a sus mangas, cuando llega al centro del pequeño lago un suspiro se escapa de sus labios, lágrimas lamen sus mejillas.

Solo una vez más, una antes de irse. Los peces lo evitan en su descenso, el agua cubriéndolo por completo lo hace sonreír, no hay ruido, no más viento, se siente liberador, una sensación flotante que siempre le gustó, es cuando está en el fondo del lago que abre sus ojos y ve una piedra.

La tenue luz la hace brillar en varios tonos de dorado, casi como si se tratase de una pepita de oro.

Wei Wuxian no lo piensa demasiado antes de recoger la gema con la punta de sus dedos, al instante una sensación de vértigo lo invade, el agua se siente aplastante a su alrededor, la gema resbala de sus dedos a la vez que su pecho se comprime dolorosamente por haber expulsado todo el aire, sus movimientos han levantado la tierra asentada en el fondo, la gema a desaparecido. Necesita aire, no puede mantenerse por más tiempo.

Subir se siente más fácil, como si hubiera perdido un peso extra, y cuando su cabeza rompe con la superficie escucha el chapoteo de otras personas, curioso, podría jurar que estaba solo, es entonces que una risa lo hace congelarse.

Podría reconocer esa risa en cualquier lugar.

Han pasado años desde la última vez que estuvieron juntos e incluso han pasado décadas desde la última vez que lo escucho reír, pero aún puede saber exactamente de quién se trata. Jiang Cheng está de espaldas mientras se ríe, tiene un collar en las manos que evidentemente estaba sumergido hasta hace unos minutos, hay dos discípulos en el barco, uno de ellos ayuda a Jiang Cheng a subir, y es ahí donde se da cuenta de lo joven que se ve.