— ¡Buenos tardes mamá!
Saludo alegremente cierto rubio mientras atravesaba el salón, dejó en una de las sillas de madera su mochila y se dirigió a su progenitora abrazándola sin previo avisó.
—Oh, cielo harás qué nos quememos. — Soltó la mujer mientras movía las cacerolas un poco más lejos. — ¿Qué tal la escuela?
— Genial. — Se separó. — Me nombraron otra vez presidente del salón. — Chilló con felicidad, se acercó a las sillas y se sentó en una de ellas serca de su mochila.
— Eso es muy bueno Jimin. — Vió a su hijo y sonrió dulcemente.
— Si sigo así, podré obtener una beca para una buena universidad. — No dejó su tono animado.
— Es increíble qué te esfuerces hijo. — Volvió los ojos hacia la encimera en dónde siguió picando algunos de los vegetales. — Me das mucho orgullo.
Sí, un gran orgullo. Su segundo hijo era también muy inteligente, sacaba las mejores notas de su clase y hasta trajo a casa unas cuantas medallas por sus grandes logros, sin duda era un chico muy aplicado... Cómo también tierno, a los ojos de cualquiera se podía apreciar aún lindo rubio con las pintas de ser muy ingenuo, no era del todo mentira.
— Mamá, ¿Crees qué pueda ir a la capital cuando acabe la secundaria?
Su madre su detuvo abruptamente, dejó el cuchillo con lentitud encima de la tabla de cocina y juntó las manos tratando de disimular su sorpresa.
— ¿La capital? ¿Por qué quieres ir ahí? — Tenso la mandíbula sintiendo una pequeña inquietud nacer en su corazón.
— Quiero postular para la Universidad Nacional de Seúl. — Sonrió en grande desviando los ojos hacía la pared blanca. — Estoy muy seguro de qué puedo aprobar.
— Jimin-
Cuando seguiría con la oración la puerta principal sonó juntó con unas cuantas pisadas, la puerta se cerró y seguido de eso las pisadas leves se dirigieron hacia donde estaban.
— ¡Ya llegué!
Tanto la madre como Jimin vieron hacia la puerta a espera qué el recién llegado entrase.
Se asomó por el umbral de la cocina un apuesto chico alto. Cabellos largos de color negro qué eran recogidos en una pequeña colita, piel blanca. Unos hermosos ojos azul marino, una nariz recta y una preciosa sonrisa de conejo qué apareció ni bien vió al pequeño rubio.
— Llegaste temprano hijo, justo para él almuerzo. — La mujer dejó de verlo para seguir cocinando.
— Buenas tardes hermano. — Saludo feliz Jimin. — ¿Qué tal la Universidad?
— Todo bien, cómo siempre. — Soltó exhausto, se dejó caer en una de las sillas al lado del menor mientras se quitaba la mochila qué traía puesto. — ¿Y tú?
— Me nombraron esté año también presidente de mi salón. — Dijo veloz viendo expectante a su hermano.
El de cabellos negros también le dirigió la mirada y sonrió eternecido, elevó la mano y acarició la cabeza rubia. Enredó entre sus dedos los cabellos y se inclinó hacia Jimin sin dejar su espléndida sonrisa coqueta.
— Bien echó. — Sus ojos aún seguían conectados y cada vez más el mayor se acercaba al rostro contrario.
— ¡Podré postular a la Universidad Nacional de Seúl! — Exclamó sin siquiera pensar en las intenciones del peli-negro.
— ¿Qué? — Se alejó enseguida alterado, frunció el ceño con molestia. — ¿Por qué crees qué postularás en la capital?
— Hermano, mis notas son las más altas de mi salón eh incluso de toda la institución. — Su sonrisa desapareció por completo al ver qué la expresión endurecida del mayor no cambió. — ¿Hermano?
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ENGAÑADO [YM, KM]
Fanfic¿Cómo te sentirías al saber qué has vivido con unos completos desconocidos qué se auto llamaban familia? Jimin vivió casi media vida creyendo qué ellos eran sus padres y hermano mayor, pero todo era una completa farsa. Y lo peor de todo su "hermano...