Correa [Draco x Theodore]

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Él debió imaginarlo.

La única forma en que Draco llegaría tarde a su reunión era si una nueva tienda de ingredientes para pociones se hubiera abierto en el camino que este debía recorrer hasta la cafetería donde solían encontrarse. Bien, era verdad que no habían acordado encontrarse a la misma hora todos los jueves en ese lugar, pero era implícito. Draco pediría algún café complicado de temporada y cuatro galletas de macadamia, para luego quejarse abiertamente de los detalles más ridículos de su semana, y después quejarse aún más fuerte cuando Theodore le respondiera señalando lo absurdo de sus problemas.

Era implícito que después de eso Draco tendría algo más que hacer y lo arrastraría consigo para prolongar su tiempo juntos hasta que la noche los alcanzara. Así que para finalizar la velada, Theodore lo llevaría a algún nuevo restaurante recomendado o, si él estaba muy estresado, irían a uno de sus lugares favoritos para comer.

Pero a veces se salían del guion y, como todo en la vida, eso podía depender de muchos factores. A veces, había consecuencias agradables o giros inesperados que los llevaban a algo entretenido de lo cual hablarían durante días. Pero en otras ocasiones, era simplemente absurdo.

Ese día fue lo último.

Theodore no se consideraba celoso ni posesivo. No de la forma estrictamente necesaria. Era difícil sentir celos cuando era obvio que Draco lo valoraba mucho, al punto de priorizar sus encuentros por encima de muchas otras cosas. En realidad, le resultaba entretenido ver a otras personas chocar contra las paredes en vanos intentos de interponerse entre ellos. Él podía entender por qué lo hacían y seguía siendo casi adorable verlos fallar. Así que cuando él entró en la tienda, no fue por celos, sino por venganza. Theodore odiaba perder el tiempo. El cajero debía tener unos cinco años menos que ellos, probablemente recién salido de Hogwarts y muy probablemente un ex Gryffindor, dado su descarado coqueteo con Draco. Lo fascinante era la nula reacción que Draco le estaba dando. El actual jefe de la familia Malfoy no era ingenuo y siempre había tenido facilidad para detectar intentos de seducción dirigidos hacia él, pero en ese momento, Draco estaba más concentrado en revisar su compra, desconfiando probablemente de que el cajero hubiera empacado correctamente su preciosa adquisición.

—Aquí estás, Draco —se anunció Theodore al pararse detrás del otro hombre, lo suficientemente cerca como para no darle espacio para girarse.

Debido a la diferencia de estatura entre ellos, Draco tuvo que dejar caer la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el pecho de Theodore para mirarlo a los ojos. Él inclinó la cabeza y una sonrisa casi imperceptible se formó en sus labios, pues era una costumbre que habían adoptado desde que Theodore tuvo su estirón en el verano del quinto año. En esa posición, Draco tenía la espalda perfectamente arqueada y, además de su cabeza, su espalda baja estaba en contacto con el cuerpo de Theodore. Pocos lo sabían, pero Draco era cálido, por lo menos contra su cuerpo. Por instinto, Theodore colocó una de sus manos en el hueso de la cadera de Draco, buscando estabilizarlo y retenerlo en su lugar. También era implícito que le gustaba tenerlo de ahí porque la más mínima presión tendría al otro soltando los sonidos más vergonzosos aún en frente de cualquier audiencia. Los ojos de Draco se dilataron con sorpresa y parecía haberse dado cuenta de lo tarde que se había hecho y de que Theodore había ido a buscarlo solo para encontrarlo con ridícula facilidad.

— Tu café se está enfriando. —Theodore entrecerró los ojos y se acercó más, inclinando la cabeza para examinar el rostro bajo el suyo. Por supuesto, estaba mintiendo, nunca sabía qué iba a pedir Draco, eso formaba parte del encanto en sus encuentros.

— No es culpa mía que el servicio aquí sea tan incompetente. —Draco frunció el ceño pero no se movió, manteniéndose firme en su declaración— Este sujeto me hizo tantas preguntas que sentí que le estaba dando una clase básica sobre paralizantes.

Theodore levantó las cejas y lanzó una mirada al pobre cajero, quien permanecía congelado en su lugar. Era casi adorable cómo los colores ascendían por el rostro del joven y parecía boquear como un pez fuera del agua. Casi adorable. Sin embargo, Theodore se recordó, su valioso tiempo se había desperdiciado entre la espera y la búsqueda. Lo cual era imperdonable.

— ¿Ya tienes todo lo que necesitas? —preguntó en su lugar.

Draco se apoyó aún más en su pecho y encogió los hombros. Theodore se preguntó si el siempre controlado y distinguido Malfoy era consciente de lo infantil que lucía en esa posición. Tal vez solo él podía ver el pequeño puchero en los labios de Draco, pero el cajero tenía un asiento en primera fila para presenciar todas sus acciones quejumbrosas y mimadas.

Bien, eso es lo que Theodore quería, que mirase.

— Me faltaron dos ingredientes. Y ni siquiera son complicados.

— Primero, tu café, y luego iremos a buscar tu nada complicados ingredientes. —propuso Theodore, enderezándose— De paso que me explicas para qué quieres crear una poción paralizante.

Con la mano que tenía en la cadera de Draco, lo guio para que se girara y se dirigiera hacia la salida. Theodore lanzó una última mirada al cajero, quien se hundió aún más en su vergüenza, y él sonrió de lado. No se consideraba una persona celosa, mucho menos en circunstancias como esas, pero había algo gratificante en lo evidente que resultaba para cualquiera que los observara que Draco Malfoy le pertenecía en un nivel que las palabras no podían expresar. Porque Draco siempre buscaba su aprobación, incluso cuando no lo decía en voz alta, y Theodore se había vuelto adicto a esos ojos. Pero en lugar de atormentar más al joven, acortó la distancia con Draco y posó la mano en la parte posterior de su cuello para guiarlo.

— No soy un niño, no me perderé camino a la cafetería. —Draco le lanzó una mirada asesina.

Pero no se apartó.

En eso tenía razón, ya no era un niño. En realidad, Theodore lo veía más bien como un pequeño cachorro que a veces se desorientaba. Sus dedos ejercieron una suave presión sobre la cálida piel y notó cómo Draco se estremecía.

Era un cachorro que necesitaba su correa.

¡Saludos espectadores! Aquí con un nuevo capítulo a honor de LadyDevotee a quién le prometí que por ayudarme a revisar una historia escribiría una de las escenas entre Theodore y Draco. Yo sé que quedó implícito el hecho de que sería Theodore dejando marcas en Draco pero... ¿Tal vez la próxima vez?

Y si sus deseos pudiesen ser una orden y si sus caprichosos pudiesen hacerse realidad: En una futura historia ¿A quiénes les gustaría leer? [Ship, polyship y/o universo alterno. Todo es válido en este espectáculo]

¿Qué les pareció?

¡Nos leemos!

Nocturna IV


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