IV

487 45 65
                                    


Nikola lleva tres días encerrado en su laboratorio, laborando con apenas un mínimo porcentaje de descanso de vez en cuando, no resiente sus necesidades menores, así que no tiene por qué salir a tomar aire. Tiene puestas unas gafas con lente de aumento potenciado diez veces, en su mano derecha un destornillador y en la izquierda el prototipo en el que había estado trabajando desde hace un mes.

Le da vuelta al tornillo para asegurar la unión en el mecanismo, quiere perfeccionar el movimiento, no puede ser ofensivo; Sin embargo, en su momento menos atento, gira el aparato con una fuerza superior a la normal, hace que el experimento se desmorone y las piezas salgan desordenadas para lados al azar. Suelta un suspiro desesperado y se quita las gafas con cierta molestia. Tres días sin poder trabajar como se debía, tres días agotado mentalmente, tres días sin saber del exterior, no puede vivir como está acostumbrado.

Göndul está a su lado como siempre, sus cejas se arquean suavemente con preocupación y sus zapatos resuenan en el suelo para acercarse y brindar algo de consuelo; La puerta del laboratorio se abre poco después y las pisadas de un extraño se unen en sonido a las de la Valquiria.

—Tres días sin ver el sol... Me alegra que mis necesidades actuales no sean las mismas que cuando estaba vivo, porque no habría aguantado tanto como tú.

Nikola se da la vuelta gracias a su silla giratoria, un solo movimiento de cabeza basta para saludar a Qin Shi Huang y el emperador le hace un gesto con los dedos en correspondencia.

—Mucho tiempo sin saber de ti, esperaba que Göndul me dijera algo, pero ni ella ha salido de este lugar tampoco. —Qin negó con la cabeza ante la decepción.

—Lo siento mucho, no quería separarme del señor Tesla hasta saber que estaría bien por sí solo. —Göndul explicó su ausencia.

—No soy un niño para tenerme así de cuidado. —Nikola regresó a su trabajo, acostumbrado a la presencia del chino—. ¿Qué te trae por aquí?

—Saber qué estás haciendo. No te has pronunciado respecto a lo que pasó con Poseidón hace tres días. —Zhèng se acercó lo suficiente para sentarse sobre el escritorio en el que Nikola estaba trabajando—. Te estás ocultando, ¿verdad? Como si le temieras a algo.

—No sé a qué podría temerle. —Nikola volvió a colocarse sus gafas—. ¿Qué ha pasado entonces?

Aún con la venda puesta, Qin dirige su rostro hacia Nikola, aunque no puede decirle mucho a través de la vista, su aura es más que suficiente.

—El panteón griego está molesto por lo que Leónidas hizo, quien por supuesto, no va a disculparse con Poseidón. Simo y yo tuvimos que interceder con Apolo y Hades para convencer a los demás dioses de no imponer un castigo. —Qin se cruzó de piernas—. Hades estaba molesto, hablamos de su amado Poseidón. Ni siquiera mis encantos fueron suficientes para apaciguarlo.

Nikola se hace una idea y se ríe suavemente.

—A Simo le fue un poco mejor, Apolo no tiene la menor intención de acercarse a Leónidas otra vez, así que mucho menos quiere verlo para imponerle un castigo.

—¿Eso quiere decir...?

—Lo van a dejar pasar esta ocasión, después de todo y gracias a ti, Poseidón no fue exiliado a la tierra hace un mes o más. —Qin apoyó la mano en el escritorio—. Pero Adán no quiere quedar en deuda con los dioses, así que dijo que Leónidas igual será castigado.

—Ya veo. —Nikola comenzó a recolectar las cosas dispersadas—. ¿Y cómo está él?

—¿Poseidón? Bueno... —Qin exhaló—. Despertó al día siguiente, se quedó en casa de Kojiro un rato y volvió a su castillo. Debiste ver su cara de decepción cuando no te encontró.

˚✧·𝐀 𝐥𝐚 𝐨𝐫𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐫 ·✧˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora