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Después de dormir como tres horas, los gritos y risas de Steven y Jeremiah hicieron levantarla. Sabía que lo hacían a propósito
Al bajar a la primera planta se encontró con su hermano acostado en el sofá sobándose la cabeza.
─¿Resaca? ─pregunto Jeremiah colocándose a un lado de Isa, también mirando a su hermano. Conrad solo asintió.
─Estaría bien tu batido para nuestro increíble hermano. ─dijo Isa caminando hacia la cocina encontrándose a Laurel con su laptop sentada en la encimera. Ambas se saludaron con unos buenos días y una sonrisa.
Aunque Isa solo haya dormido por tres horas, estaba acostumbrada y lograba tener una buena actitud.
Se sentó a un lado de la mayor para prepararse un cereal
─¿De verdad tenemos que estar aquí para los retratos? ¿No puede ver una foto en su teléfono o algo así? ─pregunto Jeremiah mientras preparaba unos huevos, detrás de él estaba Steven tratando de ver lo que hacía. ─Okey. Largo.
─¿Qué? ¿Por qué? ─pregunto el Conklin con una sonrisa.
─Necesita verte en persona para capturar tu esencia. Mientras estes joven lleno de esperanza. ─los dos chicos se rieron. ─Sus palabras.
─ ¿Por qué se burlan? Es lindo. ─dijo Isa con el ceño fruncido, ganado la mirada de Steven. Pero la desvió rápido, antes de que la viera.
─Pues Conrad sí que no tiene esperanza. Es un caso perdido. Pero mi batido de resaca lo cura todo.
─Esto es ciencia delicada. Y tú terrible aliento romperá la yema.
─Okey, okey.
─No te ha pintado desde que eras un niño. ─volvió al tema de antes Laurel. ─Sera lindo que tengas esos retratos cuando seas grande.
─Ay no. Cuando sea viejo, seguro que habrá hologramas o algo que pueda verme a mí mismo, sabes. ─contestó Steven.
Isa se había quedado pensando en lo que dijo Laurel que su madre no los había pintado desde que eran pequeños. Jeremiah encendió la licuadora, asustándola.
─¿Esta todo bien? ─pregunto Laurel, que fue la única que la noto.
─Si, solo me asusto. ─sonrió forzadamente. La mayor asintió volviendo a mirar su computador
