Capítulo 4: Hablando con un bobo.

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Max había despertado gracias a los gritos de Charles porque Pierre no lo había despertado para su clase de 7:00 de la mañana.

Se preparó para darse un baño, luego se puso una playera blanca con unos jeans, su chaqueta de mezclilla y unos converse negros.

Tomó su mochila y fue a respectiva clase, al ir caminando recordó que se vería con Sergio más tarde.

Y sonrió ampliamente.

Al llegar a su salón se encontró con Sergio, sonrió como un adolescente y al querer saludarlo Lewis llegó, tomó la cintura del pecoso y le plantó un beso apasionado.

Max quedó desconcertado, Sergio sonrió y se fue sin notar al otro chico, entonces el neerlandés se sentó en su lugar.

El día transcurrió normal, Max salió a buscar a Sergio, todo está bien, excepto cuando vió a Lewis acariciar el rostro del mexicano y besarlo nuevamente.

Después de que el chico más alto se fuera, Max se acercó al chico castaño, quién revisaba su celular.

—Lindo día, chico lindo —Max habló.

—Hola, Max, ¿Nos vamos? —Sergio sonrió y tomó al chico de la mano.

Ahí estaba otra vez, ese toque que derretía al más mínimo contacto, esas palabras, Max estaba sonriendo como un idiota.

Caminaron hasta el dormitorio del belga, en el trayecto el menor había preguntado por cómo le había ido hoy al pecoso.

Inmediatamente éste abrió los ojos y lo miró fijamente, como si aquella pregunta fuera lo más estúpido y loco que jamás haya escuchado.

Sergio le iba contando de sus clases, de algunas tareas y luego de entrar al dormitorio de Max, el pecoso preguntó si alguien vivía con él.

—Mis dos amigos, Pierre y Charles, no te preocupes, si te molestan o algo te incómoda dime y los sacó de aquí —el rubio hablaba en serio por su semblante.

—Muchas… Gracias, espero que no sea necesario —Sergio sonrió un poco incómodo.

Todo iba bien, al parecer los menores no estaban, Sergio reía y se sentó en la barra para ver y hablar con el menor

En cuanto la comida estuvo lista, Max le sirvió un platillo que había aprendido de su madre cuándo ella visitó el extranjero.

—¿Cómo es que esto puede ser tan delicioso? —el mexicano comía y hablaba casi con la boca llena.

—No lo sé —Max reía al ver la reacción del pecoso— te ves lindo haciendo eso.

—Desde ahora es mi comida favorita —Sergio seguía comiendo y diciendo cada 5 minutos lo deliciosa que era la pasta.

Y nuestro Max sólo miraba como aquel pecoso bonito era feliz comiendo pasta, bueno, al menos su madre estaría feliz de saber que puede preparar algo especial para alguien especial.

Al terminar de comer ambos chicos levantaron la mesa, el belga protestó, pero Sergio no accedió a dejar de lavar los platos.

Eran las 5:00 de la tarde, y Sergio ya se estaba despidiendo de Max.

—Me divertí mucho, además fue la mejor pasta del mundo, muchas gracias, Maxie —con un beso en la mejilla, Sergio se alejó rápidamente y se fue.

Max aún no podía creer que su hermoso ángel haya besado su mejilla, era tan… maravilloso.

Sabía que era especial, Sergio era especial

Lamentablemente habían personas que también pensaban igual que él, empezando por Lewis, quién siempre se encontraba cerca de Sergio, hablando con él; junto a su sonrisa "encantadora" que más bien parecía peligrosa.

Empezaba a odiar los momentos en los que no estaba junto a Sergio, también Max se disgustaba mucho al ver a Sergio y Lewis hablar.

Tenía una sensación desagradable, obviamente eran celos, enojo, rencor ¿Cómo era posible que Sergio no se diera cuenta que el moreno sólo lo quería por un rato?

—Hey, es mi rubio favorito ¿Cómo has estado Maxie? —el mexicano sonrió amable.

Ahí estaba la razón, era muy dulce, lindo, perfecto para alguien como Lewis.

—Maravilloso, al menos ahora que te he visto —Max amablemente contestó.

Se pasaron la tarde en el dormitorio del belga, jugando videojuegos y cocinando para los dos.

Les dieron las 6:30 así que el mayor acompañó a Sergio a su dormitorio, hablaba con el pecoso de diversos temas, hasta que Max tocó el tema de Lewis.

—Yo, quisiera saber algo, espero no incomodarte con la pregunta —el neerlandés miraba al mayor con atención.

—¿Qué pasa? —Bien, este chico era directo.

—Lewis es… ¿Tu novio? Los he visto juntos, ah, y creo… —Una risita salió de Sergio.

No había entendido nada.

—No, no es nada mío, es alguien con quién comparto un gusto —hablaba como si fuera lo más normal del mundo.

—Oh, está bien, creí que eran algo, pero ya has aclarado todo —Max seguía sin estar conforme.

Llevó al pecoso a su habitación, luego al ir caminando de regreso a su dormitorio se encontró con Ricciardo.

—Hey, Max, ¿Cómo has estado? —el chico de sonrisa contagiosa interrogó al neerlandés.

—Bien, creo ¿Y tú? —el chico estaba distraído y eso no pasó desapercibido para Daniel.

—¿Qué pasa? Estás preocupado por algo —el australiano también era directo.

—Bueno… empezaré por contarte sobre mi más reciente... ¿obsesión? —el belga suspiró.

Entonces en ese momento el chico le contó con lujo de detalle a su amigo todo lo que había pasado con Sergio y lo que ahora estaba sucediendo.

Ricciardo no había dicho nada, incluso, le dió una palmada de apoyo a Max, y su característica sonrisa.

—Amigo mío, oficialmente estás enamorado.

Max no dijo palabra alguna, es más, ya lo pensaba, pero no quería aceptarlo.

—Me gusta, me encanta; Dan, no puedo dejar de pensar en Sergio —el menor hablaba mirando al frente— pero él está perdiendo el tiempo hablando con ese bobo de Lewis.

—Mejor dicho, quieres que pierda el tiempo hablando contigo en vez de el bobo de Lewis —Ricciardo contestó.

Y tenía razón, quería que Sergio tuviera más tiempo para él, quería hablar con él, que el precioso mexicano sólo tuviera su atención con él.

—Lo quiero, estoy desesperado por un poco de su atención —sonrió al recordar a Sergio— por tenerlo conmigo, Daniel, de verdad lo quiero.

El pelinegro sonreía, apoyaría a su amigo en todo momento, después de todo era su amigo, quería verlo feliz.



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