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𝐄𝐥 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐥𝐮𝐜𝐞𝐬.
— ¡Allí está amigo! — gritó Hiccup, entre las nubes por fin se dejó ver aquella tierra desconocida. — Dunbroch.
Aterrizaron en la playa para descansar del viaje, había sido un día entero y sin pausas, después se adentraron en el bosque asegurándose que no hubieran personas que pudieran verlos.
— Debe estar por aquí. — Hiccup hacía a un lado ramas y arbustos para que pudieran pasar.
Había una cueva, o al menos eso era lo que recordaba y necesitaban encontrarla para esconderse, pero esa parte del bosque había cambiado mucho con el paso de los años, arbustos y más árboles habían crecido. Al final fue Chimuelo quién encontró la cueva, era en la que se habían protegido de la lluvia años atrás.
No era una cueva muy grande pero era útil para esconderse, justo lo que Hiccup necesitaba para Chimuelo.
— Bueno amigo, este viaje lo hemos hecho ambos pero debo continuar solo. — Hiccup empezó a explicarle a Chimuelo quien se quedó sentado poniendo atención a sus palabras.— Este es un reino extraño y puedes correr peligro si llegan a verte conmigo. Te quedarás aquí, la playa está cerca y hay muchos peces que podrás comer.. mientras tanto buscaré si hay algún pueblo cerca. — El castaño se acercó al dragón y acarició su cabeza. Aún no se iba y ya empezaba a preocuparse por él. — Espero lleguemos a un acuerdo. Ocultate bien ¿bueno?
Chimuelo emitió un gruñido como respuesta, el dragón podía ser muy obediente cuando iban a lugares desconocidos. Hiccup empezó a alejarse pero entonces pensó en que Chimuelo estaría esperándole en caso de que a él le pasara algo malo.
— Escucha si no vuelvo en dos noches... Ve a casa, ellos sabrán que hacer. — El castaño volvió a darle unas caricias más y volvió a caminar fuera de la cueva. Chimuelo entendió que era la despedida y fue a esconderse más adentro de la cueva.
Hiccup no quería dejar solo a Chimuelo pero no conocía nada de ese lugar, exponerlo a lo desconocido iba a ser una malísima idea. Lo que el vikingo haría primero era buscar el pueblo y a personas que estuvieran dispuestas a comerciar con Berk, después trataría de explicarles sobre las criaturas que reinaban en Berk.
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Tres semanas habían pasado desde que la carta había sido enviada a las Islas del Sur y una semana en que una respuesta había llegado: El príncipe Hans llegaría a Dunbroch para conocer a la princesa Mérida.
Todas las personas que habitaban el castillo estaban entusiasmadas en cuanto la noticia empezó a correr por los pasillos y pronto el pueblo se emocionó también ante la idea de que un príncipe llegaría al reino.
