𝟎𝟎𝟖

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𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨

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𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨


Hiccup observaba maravillado el majestuoso comedor, iluminado por candelabros que emitían una suave luz dorada, preguntándose cómo serían los demás salones del castillo. Cerca de la mesa, elegantemente decorada, le esperaba la familia real.

— Acércate joven Haddock.— Le animó dulcemente Elinor al ver perdido en sus pensamientos a su invitado.

— Hiccup estos son Harris, Hubert y Hamish.
Nuestros jóvenes príncipes. — el rey Fergus presentó a los trillizos de seis años quienes  tenían una expresión juguetona en sus rostros. Hiccup los saludó con un asentimiento en forma de respeto. — Y claro, ya conociste a nuestra hija mayor, la princesa Mérida.— añadió con una sonrisa, señalando a su hija.


Hiccup desvió su atención de los niños hacia Mérida, sus ojos se encontraron con los de ella. La pelirroja llevaba un vestido azul adornado con sutiles detalles plateados y su cabello estaba hábilmente tejido en una trenza que caía sobre su hombro. A diferencia de esa mañana la princesa irradiaba gracia y sofisticación.

— Es bueno volver a verla princesa Mérida.— Hiccup no había encontrado algo mejor que decir tras recordar su primer encuentro. Pero la princesa no parecía particularmente impresionada por su saludo..

— Lo mismo digo Hiccup de Berk.— Junto a una sonrisa que estaba lejos de ser cortéz, Mérida extendió delicadamente su mano hacia el vikingo. Ella había intentado ocultar la arrogancia en desafiarlo a besar su mano, pero los ojos de la princesa radiaban una chispa de picardía.


Hiccup separó ligeramente los labios, intentando no sonreír ante la osadía de la princesa. Dio un paso al frente ante las miradas expectantes de los reyes. Extendió su mano y, al tomar la de Mérida, notó la suavidad de su piel. El ojiverde apretó los labios en un gesto de concentración y con una ligera inclinación llevó su mano a sus labios.

El roce de sus labios con el dorso de su mano duró solo unos segundos, pero fue suficiente para sentir la calidez y delicadeza que ella transmitía. Hiccup soltó la mano de la princesa y se reincorporó con una expresión neutral, mientras Mérida, en cambio, tenía una sonrisa satisfecha en su rostro.

Con las presentaciones concluidas, se le asignó a Hiccup su asiento quedando frente a Mérida. Su ubicación, permitía a la princesa observar cada uno de sus movimientos casi sin parpadear causándole al castaño una incomodidad visible. Mientras los sirvientes comenzaban a distribuir los exquisitos platos y llenar las copas con vino y agua, Mérida se dedicaba a estudiar al vikingo. Con una sonrisa que ocultaba un trasfondo de curiosidad, la princesa se preparaba para descifrar cualquier pista que pudiera revelar las verdaderas intenciones del invitado.

— ¿Has probado el haggis, Hiccup?— preguntó la reina Elinor antes de que los platillos fueran servidos.

— No alteza.

DESTINO   ❪  MERICCUP  ❫Where stories live. Discover now