Capítulo 44

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Horas antes

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Horas antes.

Maldita sea, odio estas cosas, los dramas, las niñerías. Si no me trajera como me trae, la mandaría al demonio con todo y sus pataletas.

—Señor —entra Max agitado—. La señorita Russell salió corriendo del restaurante, no pude alcanzarla —me dice, haciendo que la sangre me suba a la cabeza.

—¡Maldita sea! —suelto frustrado, tomando el celular y llamándole mientras salgo del restaurante—. ¿A dónde? —le pregunto, y Max señala la dirección hacia donde corrió la loca.

Después de la segunda llamada, le escribo un mensaje para que me responda y nada.

—El número que intenta contactar se encuentra apagado o fuera del área de servicio.

«Hija de... Lo apago».

—Búscala, no quiero volver a verte si no me la traes —le ordeno al incompetente de Max, quien asiente sin replicarme.

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—¡No se la pudo tragar la tierra!

—Señor, ya buscamos por todas partes, no aparece.

—¡Lárgate! No quiero volver a verte —le advierto, tomando el celular. Llevamos horas buscándola, parece como si se la hubiese tragado la tierra. No ha ido a su departamento ni ha hablado con Alexa; su maldito celular sigue apagado.

«Deja que te encuentre»

Estoy harto, últimamente ha estado demasiado hormonal, ni siquiera siento que sea la misma de antes. Está más celosa, más susceptible. Precisamente por esto evitaba meterme con mujeres de mi edad. Pensé que actuaría conforme a su edad, pero no, parece más una adolescente de 16 años incapaz de controlar sus malditas emociones. La pregunta es ¿Por qué sigo en esto? ¿Por qué estoy tan desesperado por encontrarla? ¿Por qué demonios no la aparto como hubiese hecho con cualquier otra?

Salgo rumbo a su departamento. En algún momento debe volver. Dudo que se atreva a ir a mi departamento, por lo que me encamino completamente furioso. La maldita herida me arde, aún no sano por completo. Esto es una cuenta que también le tengo pendiente a la maldita bruja. Si no se las hubiera dado de detective, nada de esto estaría pasando.

—¿Qué quieres? —le contesto a Max.

—Señor, ya apareció. Me comentan que entró a su departamento. Ya voy en camino.

—Voy en camino. Esperame —le ordeno colgando la llamada.

Acelero el McLaren, importándome poco que puedan multarme. Llego al complejo en cuestión de minutos. Bajo tratando de controlar la maldita ira. No la entiendo. Por mucho que lo he pensado, no logro descifrar qué demonios le pasa.

PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora