Hora azul

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Hay una famosa expresión francesa llamada l'heure bleue (la hora azul) aparece cada mañana y cada noche donde no hay luz del día ni la más completa oscuridad, una hora que hace del ambiente más triste o especial dependiendo del sentimiento, una ho...

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Hay una famosa expresión francesa llamada l'heure bleue (la hora azul) aparece cada mañana y cada noche donde no hay luz del día ni la más completa oscuridad, una hora que hace del ambiente más triste o especial dependiendo del sentimiento, una hora que no es blanco o negro, una hora donde muchas cosas pueden pasar.

Alena sale al balcón evitando despertar al pelinegro que yace dormido en la cama, inconsciente de que su realidad está a punto de cambiar, una llamada que lo cambiara todo, una persona que viene en camino a arrebatarle la felicidad.

La mirada de la pelirroja se centra en ese cielo azul, ese cielo que anuncia la tempestad que está por venir, lo siente en cada hueso de su cuerpo, una sola palabra la dejo helada ¿Por qué? Se pregunta, desconoce el motivo del por que sentirse así, pero sus instintos no mienten, la punzada que nunca desaparece se intensifica, su piel se le eriza por el aire frío de la ciudad.

—Alena —vuelve a escuchar.

—¿Thom? —pregunta para cerciorarse, es él, lo sabe, pero debe estar segura.

—Sí —le responde él con una voz apagada y sombría—Necesitamos hablar.

—No hay nada de que hablar Thomas, lo sabes bien, no puedo creer que seas tan cínico, desconozco quién te dio mi número pero no me llames, no quiero volver a saber de ti. —le responde Alena abrazando su cuerpo, tratando de darse calor.

Es importante, no te hablaría si no fuera algo de vida o muerte, necesito contarte muchas cosas, cosas que no sabes, sé que en este momento no soy la persona más grata ante tus ojos pero todo tiene una explicación, permíteme hablar, necesito decírtelo antes de... —se detiene, sabe que no es seguro hablar por celular.

—¿De qué? ¿Qué te pasa? ¡Dios! No puedo creer tanto cinismo, no deseo hablar contigo Thomas, lo que sea que tengas que decirme guardátelo, ya no te odio, de hecho me da gusto que hayas despertado pero no esperes a que eso cambie algo por que no lo hará.

Alena, lo que te tengo que decir cambiara tu vida, nada es lo que parece, creeme cuando te digo que estás en peligro, tú y todos los que te rodean —le dice y su seriedad hacen que la pelirroja voltee a mirar a Alexander quien sigue profundamente dormido.

—¿Es una amenaza? —le pregunta ella tratando de mantenerse calmada.

—No, es una advertencia, debes escucharme, tienes que hacerlo, después de eso te juro que no volverás a saber nada de mí, pero escuchame, te lo suplico Len —le implora y Alena se estremece por el miedo inexplicable que la abarca.

—Está bien, pero no creas que viajaré, debes venir y solo tendrás 30 minutos, no más —le dice ella pensando si es lo correcto.

—Ya voy en camino, llego en unas horas ¿Crees poderme ver hoy?

—Es navidad Thomas, tengo planes, lo siento pero te veré la próxima semana, no puedes disponer de mi tiempo de esa manera.

—Bien, no deseo presionar pero es urgente, te veo la próxima semana Len, por favor cuidate y no le cuentes a nadie de esto, por favor, sé que tienes una relación y está bien, lo que te voy a decir no tiene nada que ver con eso, así que por favor aguanta una semana, sé que está de más pedírtelo pero por favor no le digas a nadie de esto. —le pide él.

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