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La única pista que tenía Takemichi no le daba ninguna gracia. A la mañana siguiente se mantenía inquieto, con una clase de presentimiento que no le daba buena espina. Con una taza de café entre sus manos se mantenía recargado en el barandal de su balcón, mirando a las personas que iban y venían de los alrededores de la enorme casa, desde trabajadores hasta los mismos miembros.

Su café aún tenía indicios de haber sido revuelto con la cuchara por él, dando un sorbo de manera tranquila. Mientras daba ese sorbo dió otro vistazo hacia la cama: ahí continuaba Mikey, seguía dormido como un bebé después de que no le dejó ni pegar un ojo en toda la noche.

El que Mikey siguiera dormido le facilitaba aún más las cosas; tendría la oportunidad de averiguar mejor sobre el soplón de la organización, y nada mejor que vistiéndose para dar marcha con su investigación. Mientras terminaba de arreglarse con las múltiples joyas que Manjiro se había dado a la tarea de comprarle y obsequiarle, de reojo pudo mirar a cierta persona: Kokonoi, que salía temprano del recinto y con algo de prisa, situación que le parecía muy extraña.

Acomodándose el cabello comenzó a hilar algunas cosas: hacía un tiempo que no había hablado con él, otro punto era que casi no había estado presente en ese lugar tan regularmente y en tercero era ¿A qué lugar se dirigía con tanta prisa y siendo esa hora de la mañana? Era extraño, al igual que los estados de cuenta si se ponía a pensar otro poco habían cosas que no cuadraban, pero poco le tomó atención en su momento dado a que no era su problema.

Con ello, entonces la frase que le habían dicho una noche antes cobraba más sentido: no todo lo que brilla es oro, y quien más aparte de Kokonoi le gustaban las recompensas gigantes que le otorgaran aún más de lo que él quería. En cuanto llegó a esa conclusión fue como si un escalofrío le recorriera, si a lo que había llegado era verdad, entonces el culpable de que casi lo mataran era Hajime, y el muy bastardo se había atrevido a negar todo.

Rápidamente salió del cuarto con un rostro de total desesperación y es que si no se daba prisa en saber quién sería el siguiente entonces estarían en problemas. Bajando las escaleras empezó a llamar a Ran, escuchando el tenue y repetitivo 'bip' característico del teléfono al querer localizar a alguien. De pronto, ese sonido desapareció, y mientras el pelinegro subía al automóvil se dedicó a advertir al mayor de los Haitani.

─ ¡Es Koko, llama a Sanzu y Rindō y diles que no se muevan! ─

El automóvil arrancó, pero en cuanto este salió de la propiedad una ráfaga de balas comenzaron a llover en su dirección, haciendo que simplemente Hanagaki tuviera la única opción de agacharse. La voz de Ran se podía escuchar tenuemente, pero Takemichi estaba más ocupado en salvar su vida que en reconocer las palabras de Ran. Estaba preocupado ¿Mikey estaría al tanto justo ahora? Sacó su arma del costado de su pantalón y, siendo lo suficientemente cuidadoso de que no le diera alguna, alcanzó a asomarse por la ventan.

Lo que alcanzaba a ver era un completo caos; todos los miembros de la banda que solían resguardarlos intercambiaban disparos, no habia ni uno solo que no estuviera ahí, e incluso podía observar como varios más de ambos mandos se encontraban ya sin vida en el pavimento. tenía que llegar a donde Ran o a donde Sanzu a como pudiera, y no habiendo otras alternativas más seguras fue que haciendo uso de la puerta del automóvil se resguardó, quedando detrás de ella y asomándose comenzó a diparar a quienes tenía a vista.

Después de ser aquél chico que no tenía ni pizca de habilidad, ahora mismo tenía de los mejores tinos entre los mandos de Bonten, y era indiscutible después de haber dejado a aquellas personas con un hueco entre las cejas. Salió corriendo entrando por entre los arbustos de los jardines, tratando de ser silencioso e invisible para que nadie lo mirara. Tenía que cruzar una parte del patio si lo que quería era llegar a Mikey, así que corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a la puerta principal. Justo antes de detenerse a abrir una bala le pasó rozando por el hombro, arrebatándole en un grito un quejido de dolor, pero ignorándolo momentaneamente para colarse en la residencia y bloquear con los muebles que tenía a la mano.

Sujetándose el lugar que comenzaba a teñirse de carmín subió los peldaños de la escalera uno a uno en busca de Manjiro, y al llegar a la habitación no lo encontró. Salió corriendo de nueva cuenta buscándolo por todo el lugar hasta que el sonido de varios disparos llamó su atención: provenían de la cocina. Rápidamente volvió a correr hacia ese lugar y al entrar se encontró con la escena de Mikey apuntando hacia un cuerpo que yacía en el piso.

─ ¡Mikey-kun! ─ Exclamó Hanagaki, yendo a su encuentro y en cuanto estuvo a unos centímetros simplemente lo rodeó con sus brazos. ─ Estás bien, gracias al cielo... ─

─ ¡Takemicchi, ¿Dónde diablos estabas?! ─

─ Y-Yo lo encontré. ─

─ ¿Qué cosa? ─ Cuestionó el peliblanco.

─ Al soplón de Bonten. ─ Se separó un poco de Mikey para mirarlo a los ojos. ─ Es Koko. ─

Hacer una acusación de tal magnitud entre miembros era algo grave, descarado, e incluso se podía calificar como un acto de traición ante los ojos de Manjiro, pero tan sólo ver los ojos de Hanagaki y los sentimientos que tenía por él sabía que nunca se trataría de una traición por su parte; sin más preguntas ya sabía quién sería el castigado.

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⏰ Última actualización: Jan 18 ⏰

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Burn. © (TakeMikey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora