IV

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Había sido un día agotador. Entre las montañas y los árboles podía ver asomarse los últimos rayos del sol, antes de lentamente aferrarse a la tierra y oscurecer finalmente, el día había terminado y, con ello, su mirada de ojos rojizos pesadamente cayo, dejando el aire en sus pulmones de igual forma descender, sus negras orejas y cansados ojos rojos de igual forma —¿Que te está pasando...Shadow?.—Se pregunto así mismo, como si alguien fuera a responder, con su voz preocupada tanto como melódica resonó en aquel balcón de madera fuera de la habitación. Sentado tras suyo y el pasto a unos metros de distancia de la gran montaña a sus ojos, perdidos en el aire. No le gustaba de vez en cuando mirar el atardecer, el cuál ya se había enterrado a la tierra para dar paso a la oscuridad. Era una idea desesperada.

—No lo sé realmente, cariño.—Fue la respuesta que hoyo, no más que causándole un entrecejo en sus carmines ojos cansados, perdidos en el naranjo cielo. Cuando el sonido del aleteo de ambas alas negras familiares se posaron a sus espaldas, a siquiera un metro de distancia aquella figura aterrizó al lado suyo, resonando sus tacones negros como siempre solía hacerle—Tal vez te has ablandado con el tiempo.

—Es molesto que escuches conversaciones ajenas, Rouge.—No le prestó atención, siquiera la miro, con su molesta y furtiva voz, mantuvo su cuerpo tal como estaba mientras aquella mujer se acercaba. Al menos, hasta que aquella mujer de melena blanca se recargase en el mismo barandal de madera en donde el mismo veía el acromático cielo de estrellas.

—Creo haberte visto hablando solo...—Pero con una leve sonrisa apenas lo miro —Lo que es algo normal en ti, de hecho.

—No veo el punto al que quieres llegar, Rouge.—Apenas le menciono, un suspiro algo pesado se escucho de la chica, dejando sus hombros con pesadez.

—Quería hacerte compañia, solo eso.

Pero a aquella mujer poco le creyó, pero no haría nada al respecto. No le interesaba pues sabia exactamente la razón por la que lo había buscado y lo que preguntaría, mismo, a lo que no le tenia respuesta, el simple hecho en donde se encontraba aun el mismo se lo preguntaba, por ende suspiro pesado, y paso por sus púas sus manos ante la ahora atenta mirada verde aqua de la chica.

Pero un brillo, uno tan abrumador de los colores esmeraldas mas hermosos deslumbraron sus aqua ojos, cuando la forma de aquella luz aun encandilando sus ojos de sobremanera, hasta que aquel erizo azabache dejo aquello proveniente de la luz verde sobre el barandal, sin apartarla mirada de aquel cielo, dándole la mayor indiferencia a aquella gran gema.

—¿L-la Master Esmerald? ¿Cu-cuando la conseguiste?.

—Hoy por la mañana...Antes de toparme con este niño escandaloso.—Pero lo último, incluso lo había dicho con una sonrisa en su rostro, una leve,  pero incluso su voz había cambiado, había sido agradable, suave y cariñosa, algo que extrañamente sorprendió a la chica, mirándolo profunda y detenidamente, dándose cuenta, apenas la miro —¿Que?.—Escuchando la ronca y gélida carcajada de la chica a su lado casi al instante.

—Para comenzar; nunca te había visto sonreír tanto en un día, y menos por un erizo al que no le llamas "Faker".—Casi recalcó gritando en gracia, aferrándose aún más a la barra de madera mientras contenía su exasperada risa. No más que creándole un bufido molesto a Shadow para que esté, avergonzado, apartará la mirada.

No tardó mucho, su mueca se torció y aquella risa se esfumó cuando una idea cruzo su mente. No, no era una idea: era una promesa. Una que no podía quebrarse como si de nada se tratase.

—Pero, Shadow.—Hablo, llamando la atención del contrario hasta poder mirarla a los ojos —Ya has encontrado la única Esmeralda Chaos que había en este lugar, eso significa que...—Pero hizo una pausa, llenando sus ojos de condición y duda, sosteniendo sus palabras en la boca. Shadow, al notar esto, solo aparto la mirada, al cada vez más oscuro cielo, tan gélida y fría, a la vez de tan calmada, que no hizo más que relajarla. —...¿Por qué...Sigues aquí, Shadow? —Le había preguntado, incluso más relajada de lo que aparentaba estar, mirándole atentamente como si en sus ojos habrían más palabras que en sus propios labios. Pero nada, se mantuvo impune ante aquella pregunta volviendo a perder su rojiza mirada —El plan era: encontrar la Esmeralda Chaos de aquí e ir a buscar el resto para mantenerlas protegidas. ¿Es que acaso ya no recuerdas nuestra misión?.

Mi esperanza de ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora