Izuku despertó con el canto de los pájaros al amanecer. Se removió, adormilado, entre las sábanas y volvió a cerrar los ojos por unos segundos. Una luz cálida entraba por la ventana e iluminaba la habitación. Se preguntó cuánto quedaría para que sonara el despertador.
Miró hacia la cama de su compañero de cuarto y le extrañó verla vacía y hecha. Se incorporó con los ojos entrecerrados y cogió el móvil de la mesa para comprobar la hora: las 8:15.
Procesó la información lentamente en su, todavía, atontada mente. Él había puesto el despertador a y quince, sí, pero a las 7:15.
El sueño se le fue de golpe. Miró el despertador y vio que había sido apagado unos segundos después de que empezara a sonar.
Saltó de la cama con un grito. ¡Ya lo había vuelto a hacer! Siempre le pasaba lo mismo: cuando la noche anterior le costaba dormir, al día siguiente apagaba el despertador de forma inconsciente y seguía durmiendo un rato más.
Se quitó el pijama dando saltos y sacó el uniforme del armario. Se echó la mochila al hombro y estaba a punto de salir cuando recordó algo: miró hacia atrás y vio su pijama hecho una bola encima de una cama totalmente deshecha.
—¡Agg, malditas normas! —exclamó, tirando el pijama dentro del armario y haciendo la cama de manera descuidada.
Finalmente, salió corriendo hacia sus clases con el pelo revuelto y la corbata mal puesta.
Llegó solo cinco minutos tarde a su primera clase, pero fue suficiente para que el profesor, Shota Aizawa, le regañara con gesto severo. Ochako le hizo una seña para que se sentara a su lado y estuvo el resto de la clase intentando enmendar el error de haber llegado tarde su primer día.
—¿Cómo has podido quedarte dormido el primer día de clases? —preguntó Ochako mientras se dirigían a su segunda clase.
—Anoche me costó mucho dormirme. No estoy acostumbrado a irme a la cama tan temprano...
—¿A qué hora te acostaste?
—A las ocho y media. Es una de las normas de mi compañero de habitación.
—¿Te ha puesto normas?
—Nueve —señaló, enfatizando con los dedos—. Es muy estricto. Estoy seguro de que me reñirá por no haber hecho la cama correctamente.
Ochako no pudo evitar reír.
—Parece que estás hablando de tu madre.
—Bakugo no tiene nada que ver con mi madre. Ella era amable y comprensiva. Él... bueno, él es más parecido a un pitbull gruñón y agresivo.
Esta vez, Ochako no rio. Se había dado cuenta de que Izuku había pasado el pasado para referirse a su madre.
—Tu madre...
—Mi madre falleció hace unos meses —explicó Izuku.
—Lo siento. Debe ser muy duro.
—Lo es..., pero tengo a Yagi-san. Él está muy pendiente de mí y me cuida como a un hijo. Mi padre biológico nos abandonó a mi madre y a mí cuando era muy pequeño. La verdad es que ni siquiera me acuerdo de su cara.
—¿Nunca más supisteis nada de él?
—Hace unos años, encontré una carta de él. Mi madre la tenía guardada en un cajón: le decía que no iba a volver y que había conocido a otra mujer. Le enviaba los papeles del divorcio y le pedía que los firmara y se los enviara a la mayor brevedad. A cambio, le ofrecía una manutención por mí.
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Compañeros de habitación (Bakudeku)
FanfictionIzuku llega a la universidad lleno de ilusión y entusiasmo, pero su primer día se verá empañado por el mal humor y las exigencias de su nuevo y conflictivo compañero de habitación, Katsuki Bakugo.