Girasol ; Muichiro Tokito

Capítulo 1; "El encuentro"

1907, Invierno.

—¡Aiko! ¿Tu madre de vuelta, no? —Reprochó mi padre.

—Lo siento, papá...

—Niña... No puede golpearte así... —Dijo mientras me curaba el moretón en el ojo.

—¡Auch! —Chille.

—Va a doler un poco, aguanta...

—Perdón papá... No puedo decirle nada...

—Esta bien... Yo... —Pensó un momento —Ya se, ¿has escuchado hablar de los Espadachines?

—Espada... ¿Que?

—Si, son un grupo de personas que usan sus habilidades para matar demonios, pero eso no importa, el punto es que saben defenderse muy bien, ¿y si te entreno?

—¡Si! ¡Quiero aprender a defenderme!

Y una semana después empezamos los entrenamientos. Aunque esos 'espadachines' entrenaban con 'katanas' yo lo hacía con palos, ya que tenía solamente 7 años.

Al poco tiempo mis habilidades fueron mejorando mucho, aprendí a tener más resistencia, a defenderme y a usar la katana.

El maltrato de mi mamá había bajado mucho, no se porque, pero eso era bueno. Hasta que un día...

—Aiko, alcanzame la olla. —Pidió mi madre con el mismo tono de amabilidad que había estado teniendo este último día.

—Ya voy, mami.

Fui hasta esta y la levanté para llevarla entre mis manos, pero se me resbaló provocando que toda la sopa que había en el quedará por el suelo.

Mi madre de dio la vuelta y vio todo, al segundo se le transformó la cara de una alegre a una enojada.

—¡Aiko! ¡Eres una idiota! —Me agarró de la oreja y me levanto un poco haciendo que yo quedara en puntitas de pie.

—P-perdón, madre... F-fue sin querer...

—¡Perdón nada! ¡¿Que le daremos a tu tio para que coma ahora?! —Me pegó una cachetada.

¿Que haciendo? Debía defenderme, no podía defraudar a mi padre de nuevo.

Y usando un movimiento que me había enseñado el me libre de su agarre cayendo al suelo, pero al menos ya no me hacía daño. La mayor me miró con una cara de asombro, confusión y enojo al mismo tiempo.

—Vete a tu cuarto. No te quiero ver. Cuando venga tu tio bajas, lo saludas y te vas arriba de vuelta ¿Entendido?

—Si, madre. —Hable mirando al suelo.

Subí por las escaleras hasta mi habitación. Al rato escuché como la puerta se abría y la asquerosa cara de mujer buena de mi madre salía a la luz. Como mi tío llegó decidí bajar para saludar.

—¡Tio!

—¡Hola Aiko! ¡Choca! —Levanto mi mano y la choque con la de el, al instante nos abrazamos.

Mi tío era rubio, al igual que toda mi familia paterna. Cuando deshice el abrazo mire a mi madre, y ella me estaba mirando con una cara muy enojada.

—Lo siento tio... Tengo que ir arriba, me duele mucho la cabeza...

—Esta bien nena, ve.

—Te quiero, tio.

—Yo igual, Aiko.

Después de eso subi las escaleras de vuelta y me sente en la cama de mi habitación.

Me puse a mirar la ventana, había mucha nieve afuera y era de noche.