(+18) ADVERTENCIA DE CONTENIDO: Éste capítulo está dirigido a un público adulto, para ser más precisas, a personas mayores de 18 años. Si tú tienes menos de esa edad y aún así deseas seguir con tu lectura, es completa y llanamente TU responsabilidad.
ACERCA DE: Si no te gustan este tipo de relatos, puedes simplemente pasar de leerlo y no te perderás de nada importante en el transcurso de la historia. Lo único que necesitas saber de éste capítulo es que Mérida y Hiccup durmieron juntos.
CONTIENE: Lenguaje vulgar y situaciones sexuales explícitas.
SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.
-.-.-.-.-.-
Fue una mañana muy lluviosa. Desde la noche anterior la tormenta no había parado y el pronóstico anunciaba que seguiría así hasta más tarde.
Mérida y yo nos encontrábamos jugando damas sobre la cama y, por el momento, ella iba ganando. El ambiente se inundaba de vez en cuando con los sonidos ensordecedores de los truenos, haciendo que la pelirroja se diera un susto con cada uno de ellos.
-Odio las tormentas.- Se excusó, mientras se frotaba los brazos para animarse a sí misma.
-Cuando era más pequeño, mi padre me decía que los truenos eran gruñidos de dragones; y que los relámpagos eran el reflejo de su aliento de fuego.- Comenté, mientras movía mi ficha.- Me contó que los dragones venían a protegernos de los "malvados de agua" y, mientras más rayos y truenos hubiese en una tormenta, más eran las posibilidades de los dragones de ganar la épica batalla que se desarrollaba sobre las nubes.- Escuché a Mérida reír levemente.
-Suena algo descabellado, ¿no crees?- Preguntó, al momento en que un trueno hacía temblar el vidrio de las ventanas, provocándole otro susto.
-Lo era... Pero también me ayudó a perder el miedo a las tormentas. Es más, cuando había una, tenían que encerrarme en mi cuarto para que no saliera afuera para poder ver un dragón.- Reí con melancolía ante el recuerdo. Que maravillosa época... cuando nada era más importante que mi deseo de domar un dragón algún día.
-Cuando había una tormenta...- La voz triste de Mérida me obligó levantar la vista del tablero para mirarla. Tenía una leve sonrisa en su rostro, aunque sus ojos se encontraban algo cristalizados.- Cuando había un tormenta mamá solía esconderme en sus brazos y cantarme una canción de cuna.- Comentó, limpiándose el rabillo del ojo.- Siempre me dijo que yo era su pequeña valiente.- Rió con tristeza.- Lo terrible es que lo único que he sentido todos estos años sin ella, es miedo.- Dijo, encogiéndose de hombros. No podía verla así, por lo que corrí el tablero a un lado y me acerqué hasta quedar frente a ella. La tomé del mentón para que me mirara y luego darle un pequeño beso.
-Para mí tú eres la mujer más fuerte y valiente que he conocido. Has pasado por tanto y aún así sigues adelante con una sonrisa.- Confesé, uniendo nuestras frentes.- Te quiero, Mer.- Susurré, a continuación.
-Hiccup.- Susurró ella, conmovida, para luego volver a unir nuestros labios. Un beso dulce y melancólico, cargado de recuerdos y emociones encontradas. Los labios de Mérida no se despegaron de los míos ni por un segundo hasta que ambos comenzamos a escasear de oxígeno. Nos separamos por unos micro-segundos en los que respirábamos y cambiábamos la posición de nuestras bocas. Más cómodo, rocé levemente su labio inferior con mi lengua y ella me siguió el juego rápidamente. Buscó mi lengua con la suya y, al momento de hallarse, un escalofríos subió por mi espalda para ponerme la piel de gallina.
Un poco de aire más y nuevamente estábamos profundizando el beso. Para llegar más allá, Mérida se subió sobre mi regazo y comenzó a besarme desde lo alto. Debo admitir que besa de maravilla, activando cada terminación nerviosa con sus labios.
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[Mericcup] She Wolf
Romance‘She Wolf’, así fue cómo denominé el retrato. El nombre tenía dobles sentidos, puesto que ella me inspiraba tanto la naturaleza salvaje y voraz de una loba, como el significado callejero de la palabra. ‘Loba’, una de las miles de formas de llamar a...