Capitulo 1

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Las bisagras chirriaron cuando la puerta del carruaje fue abierta por su padre, permitiéndole a Hyunjin pisar el suelo, después de dos horas de viaje.
La mañana estaba siendo demasiado calurosa y los rayos del sol chocaron con fuerza contra la blanca piel de su cuello descubierto.
Levantó la vista y se asombró con el enorme barco que se extendía ante sus ojos y le impedía ver más allá de su metálica estructura.
En sus 20 años, jamás había subido a un barco, y el solo pensamiento de que en unos minutos estaría paseando por la cubierta, hacía que su estómago se estrujase con una mezcla de emoción y miedo.
Ayudó a sus padres a bajar el equipaje y juntos se dirigieron a paso lento hacia la puerta de embarque.
En pleno 1920, el ferry “North Land”, era uno de los barcos más famosos, en el habían viajado muchos aristócratas y familias pertenecientes a la nobleza, como la familia Hwang, quienes estaban a punto de emprender su viaje a inglaterra a bordo de ese gran vapor de acero, pintado de blanco como la nieve.
Caminó a paso lento por la puerta de embarque como si quisiera alargar todo lo posible su despedida con el suelo firme, observando desde la altura, los miles de carruajes que se amontonaban en el puerto.

El interior del barco era espacioso, y en el ambiente se extendía una mezcla extraña entre el olor a barniz y salitre.
No pudo disfrutar mucho de su primer contacto con las paredes del barco ya que sus padres empezaron a caminar apresurados por los pasillos buscando su camarote, para dejar cuanto antes las pesadas maletas en el suelo.
No tardaron en encontrar el número 45, y tras cerrar la puerta su madre se encargó de ordenar minuciosamente su enorme colección de sombreros mientras Hyunjin y su padre se preparaban para la comida.
-Hyunjin, no tendrás pensado salir así de este camarote-Dice su padre en un tono serio.
-¿A que se refiere padre?-Frunce su entrecejo en señal de confusión fingida, pues sabe perfectamente de qué está hablando el mayor.
-Está bien que lleves el cabello largo como una mujer, pero hazme el favor de no salir de esta habitación con ese collar de perlas de tu madre, sabes a la perfección que la gente no lo ve como algo correcto...
-Cariño deja al niño llevar lo que quiera, no le hace daño a nadie-Interviene su madre con voz pausada.
-Le das demasiadas libertades Jisoo, debe atenerse a ciertas normas, ¿Que crees que dirán si lo ven así vestido, con esa camisa escotada y tu collar de perlas? Llamará la atención de todos…-Suspira fuertemente al ver como su esposa lo mira con esos ojos dulces que siempre usa para persuadirlo-En fin, supongo que llamaría la atención de todas formas solo por el pelo…
Su madre sonríe satisfecha al notar que ya lo ha convencido y se acerca a dejar un suave beso sobre la mejilla de su marido.
Hyunjin sale del camarote con una enorme sonrisa en su rostro, sintiéndose libre de usar lo que le gusta.

La hora de la comida siempre era de lo más aburrido, las superficiales conversaciones de los adultos camufladas por el repiquetear de copas y cubiertos de plata, era algo que a Hyunjn le hastiaba sobremanera.
El comedor del barco era realmente espacioso, con miles de mesas circulares tan llenas de cubiertos, que el hueco para colocar las manos era nulo, del techo colgaban enormes lámparas de araña, adornadas con miles de cristales brillantes, todo el mundo adoraba esas enormes lámparas, pero Hyunjin sentía miedo al verlas, tan grandes y pesadas, si se caían, de seguro el golpe podría matar a una o varias personas.
Una suave música de violines se extendía por el lugar y lo hizo un poco más acogedor, hasta el sitio más frío se convertía en un lugar acogedor si el suave quejido de los violines cortaba el aire.

Después de la comida, las mujeres siempre se quedaban en la mesa charlando y tomando infusión, mientras que los hombre se iban a la sala de fumadores a jugar a las cartas y a hablar de negocios, ninguno de los dos planes le interesaba en demasía a Hyunjin, pero si tenía que elegir entre ambos, jugar a las cartas y fumar rodeado de babuínos jamás sería el afortunado.
Pero ese día no le apetecía ninguno de los dos planes, por eso se levantó con elegancia de la mesa y tras despedirse de su madre se dirigió a la planta superior del barco, desde la cual se podía ver toda la proa y el inmenso océano al frente.
La comida había sido tan larga que el cielo empezaba a teñirse de tonos anaranjados y rosas, mientras el sol dibujaba reflejos brillantes en el mar, como si miles de diamantes flotaran sobre el gran azul, y Hyunjin se sintió abrumado por tanta belleza.
Se acercó a la barandilla metálica que marcaba el final de la terraza en la planta superior y se apoyó con cuidado en ella sintiendo en su piel el frío metal y el aire fresco de la tarde moviendo su cabello.

Entre el cielo y el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora