Capitulo 17

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- ¡Es la segunda yukata qué rompes! - te quejaste al ver como de unos simples besos karaku había jalado de más tu escote para quitar tu ropa y al final termino rompiendo la tela -.

- ¡Perdon! Me emocione de más. - karaku de inmediato fue a buscar una yukata nueva para que te cambies, ni bien la encontro fue hacia ti para ayudarte a cambiarte -.

Tu seguías con un puchero en el rostro, no tenias ya tantas yukatas, era mal momento para no tener la vieja maquina de coser de tu abuela.
Por todo el escándalo qué hicieron en el cuarto, los cuatro demonios restantes entraron a prisa a tu habitación, tu ya estabas cambiada, pero seguías con el ceño fruncido mirando a un karaku qué estaba arrodillado en el suelo con la frente pegada a la dura madera, pidiendo repetidas veces perdón.

- No hagas berrinche, en la noche saldremos a comprar más ropa para ti. - sekido dijo y se acercó a ti agarrando tus mejillas acariciandolas, tus ojos se iluminaron de inmediato y lo abrazaste, te gustaba cuando era amable -.

- ¡Nosotros también iremos! - urogi se apuntó solo -.

- No! Solo yo y ella, me debe una cita. - sekido miro mal a urogi -.

- Pero- ¡yo también quiero un cita!.

Urogi reclamo y tu le contestaste de buena forma, diciendo que en otro momento tendrá un una cita a solas los dos, eso calmaría por unos minutos al demonio alado.
La tarde continuo con normalidad, entre peleas y discusiones de los demonios y luego mucho cariño hacia ellos por tu parte calmandolos al instante y poniendo orden en la casa
Cuando el sol empezó a descender fue que te despediste de tus lindos demonios, dándoles besos a cada uno y uno que otro cariño, sekido ya se encontraba esperándote en la puerta principal, tenía puesto su kimono habitual, solo que su cabello estaba amarrado en una coleta baja.

Una tremenda flecha traspaso tu corazón.

Sin duda el cabello amarrado le caía muy bien, saliste de tus pensamientos y fuiste con sekido para agarrar su mano y salir de casa, dejando a los demonios en esta, Ojalá no hagan destrozos mientras no estas.
El camino fue tranquilo, solo ustedes dos hablando de cosas triviales qué no eran tan triviales, simplemente todo lo que te contaba el demonio era importante para ti, y viseversa también, parece que los dos estaban tan enamorados como el otro.

Al llegar a la ciudad ya nada se te hacia sorprendente, pero los puestos de comida siempre llamaban tu atención al instante, tanto fue tu hambre que tu estómago rugió, haciéndote sonrojar y a sekido sonreir levemente, el te llevo hacia los vendedores, y tu de inmediato comenzaste a comprar cosas mientras sekido iba detrás tuyo pagando lo que agarrabas.

- ¿Y si la invitamos a salir?

- Parece sola.

- ¡Es una linda glotona!

El oído de sekido vibró ante la amenaza, aunque sus cuernos estaban ocultos sus oídos seguían igual de agudos, eran tres chicos que miraban de lejos a su hermosa pareja, el frunció el ceño, tenían razón en parte, ella corría de puesto en puesto mientras el se quedaba atrás, parecía sola.
Su mente trabajo rápido y corrió hacia ti, agarrando tu mano, cosa que te sorprendió y seguido envolvió tu pequeño brazo con el de el, logrando estar juntos, el te sonrio y tu lo miraste sonrojada, eso fue una acción qué no esperabas de el, pero te gustó que lo haya echo, tu recostaste tu cabeza sobre su brazo, pegándose aun más mientras paseaban por las calles de la ciudad.
Sekido sonrio triunfal al escuchar como los otros jóvenes habían chillado de rabia, se sentía orgulloso al demostrar que el era el afortunado de tener tan bonita pareja.

Luego de aquel incidente siguieron igual de juntos, mientras tu comías con una mano sekido agarraba tu otro postre con su mano libre, el estaba feliz de hacer esto contigo.
Pronto llegaron a su destino, una tienda donde vendían varios tipos de yukatas y kimonos, ambos entraron, aun pegados y observaron el lugar, tu jalaste a sekido hacia la seccion de mujeres, ahora si te separaste de el para ver mejor las yukatas.

En Sus Brazos Halle Mi Felicidad  - clones de hantengun x t/n. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora