5

736 129 14
                                    

—Adalie, dime la verdad ¿Eres tú quien provoca la ruina de nuestras cosechas?—  William posó sus manos en los hombros de su hija, quien lo observaba consternada, incrédula al escuchar tales palabras —puedo ayudarte, pero necesito que me reveles la verdad y...—

—Padre, te lo juro por todo lo que amo, no he hecho nada— con los ojos húmedos, Adalie se defendió ante las miradas despiadadas de su familia, quienes parecían juzgarla sin compasión alguna.

—Mentirosa— espetó su madre con voz ronca, acercándose y empujándola con brusquedad —eres tú la causante de todo este mal, ¡maldita bruja! Con tus artes oscuras nos has condenado a morir de inanición. ¡Eres aliada del diablo!—

—¡Eso no es verdad!—

—¡Nos condenarás a todos!—

—¡Basta ya!— exclamó Esmond al entrar en la casa con el ceño fruncido, acercándose a su hermana, quien ahora contaba con veinte años de edad —Por dios, ¿piensan que hubiésemos sobrevivido hasta ahora si Adalie fuera una bruja?— cuidadosamente pasó su brazo por los hombros de la joven, quien solo podía aferrarse a él en busca de consuelo —Adalie, ¿por qué no vas   al patio trasero mientras tengo una discusión con ellos?— propuso, a lo que su hermana asintió en silencio.

Adalie se cubrió con su capa y salió de la casa por la puerta trasera. Al notar que la charla se extendería por un buen rato, decidió escabullirse al bosque en busca de algo de paz. El suave susurro de las hojas bajo sus pies y el canto de los pájaros la envolvieron en un abrazo de calma, alejándola de la tensión que se respiraba en su hogar.

Había pasado un tiempo desde que no volvía a poner un pie allí.

Miró en todas direcciones, y el silencio sepulcral que la rodeaba logró inquietarla. De repente, una figura oscura surgió en la distancia, vestida con ropas negras como la noche, lo que hizo que se estremeciera de miedo.

¿Sería un leñador que se habría adentrado en el bosque? ¿O tal vez, alguien con intenciones más siniestras? No importaba la respuesta, lo cierto era que no era seguro quedarse allí para averiguarlo.

Dió un paso atrás, y su pie pisó accidentalmente una rama seca que crujió con un sonido estridente que delató su presencia en el lugar. En un instante, su cuerpo se llenó de sudor frío, su corazón latió con fuerza y su mente se inundó de temor. Al levantar la mirada para buscar a la misteriosa figura, se dió cuenta de que esta ya había desaparecido sin dejar rastro.

La sensación de inquietud que recorría su cuerpo, se intensificó al percatarse de que no había nadie a su alrededor. ¿Había sido su imaginación jugándole una mala pasada, o realmente alguien había estado observándola en el bosque?

—Adalie— susurraron a sus espaldas —Ha pasado mucho tiempo—

La voz de aquel ser resonó en el aire, envuelta en una atmósfera de nostalgia y añoranza. Adalie se giró hacia él lentamente, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Su mirada se encontró con los ojos rojos de aquel hombre, tan intensos y profundos.

Parecía haber cambiado desde la última vez que lo vió, luciendo mucho más apagado, inexpresivo, como si el peso del mundo hubiera caído sobre sus hombros y lo hubiera dejado sin aliento.

Adalie se quedó allí, sin saber qué decir o qué hacer. Había pasado tanto tiempo, y ahora todo parecía tan diferente.

Pronto, las lágrimas empezaron a rodar sus mejillas, abrumada por la felicidad de saber que Beelzebub estaba a salvo. Durante once largos años, había vivido atormentada por la culpa, creyendo que su desaparición había sido causada por ella misma. Pero ahora, la certeza de que su amigo estaba allí, frente a ella, la llenaba de una alegría indescriptible que parecía disolver todos sus pesares.

Safe & Sound 《Beelzebub》 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora