El recuerdo de Tokito

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Soy un adicto sin remedio, adicto a verte, a tocarte... dije que no perdería esa llave de nuevo y fue lo primero que hice cuando te vi...perder el aliento, perder mi amor propio. Sí, estaba dispuesto a morir una vez más, pues ya había muerto el día que te perdí.

¿Recordar? ¿Me estabas pidiendo hacerte recordar? Tu memoria nunca fue buena, lo sé...pasaste por demasiadas cosas, perdiste a demasiadas personas importantes, que lo mejor para ti era bloquearlo todo de tu mente y siendo así, ahora me pides ¿hacerte recordar?

Tu petición me colocaba en apuros, eres un demonio ¿Cuánto de lo que puedo contarte realmente calaría en ti? ¿Me creerías? ¿Sufrirías por lo que eras o por lo que te has convertido? Las palabras no serían fáciles para ti, ni para mí tampoco.

El recuerdo de Tokito san era mucho más grande de lo que se puede decir en palabras, suave como la brisa, profundo como una katana...una herida viva que nunca va a cicatrizar... y que debes aprender a vivir con ello aunque el dolor nunca se extinga...No es posible hablar de Tokito san sin derramar una lágrima...era demasiado joven cuando la vida lo arrancó de la mía...no, no fue la vida ni el destino, fueron esos malditos demonios... 

¡Cómo los desprecié por haberme arrebato a lo único que había amado genuinamente!.. ¡simplemente  enloquecí! me apresuré a crecer, a convertirme en herrero, a tomar venganza...me obligaron a seguir respirando con tan solo media vida, pero ahora...

Estaba allí, ¡frente a mí! Un demonio de los que tanto maldije y me juré a mí mismo ayudaría a exterminar, ¡era irónico! ¡Ridículo! pero ahora los mismos demonios me daban la oportunidad de ver tu silueta de nuevo...supongo que mi mirada fija y el balbuceo de mis labios no pasaron desapercibidos por alguien tan habilidoso y experimentado como tú...

-Me molesta que me mires de esa forma...me molesta aún más que oculten su rostro con esas máscaras desagradables y grotescas...

Como si de una orden se tratara, retiré mi máscara solo para mostrarte mis ojos llorosos y rostro desencajado. Me acerqué hasta ti y por primera vez en mi vida me postré ante un demonio. No hiciste ningún comentario por mi repentina acción, supongo que estas acostumbrado a que humanos y demonios se postren ante ti.

Lo que seguramente era nuevo para ti, era que un humano fuera lo suficientemente valiente o estúpido, para atreverse a estirar sus brazos y acercar sus manos a tu rostro... sin pedir permiso y sabiendo que podrías matarme allí mismo, te tomé entre mis manos.

Las palabras no serían fáciles para ambos, los recuerdos tampoco lo serían...entonces, el tacto de nuestra piel lo haría por nosotros...

-Lo único que debes recordar, es que te amo cabeza de algas...

**Fin del capítulo**

El chico al que yo amé - CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora