Jongdae siempre se había considerado un pensador, un hombre que sopesaba sus opciones con calma antes de tomar una decisión. Rara vez tenía mal genio o se sentía confundido. Sin embargo, Cho Minseok (es decir, Kimu Minseok) había hecho que perdiera la cabeza lentamente y por completo.
Poco a poco, la imagen que tenía de él se transformó en su mente, pero su polla sentía exactamente lo mismo por Min que siempre: más que preparado, completamente dispuesto y tan condenadamente capaz de sumergirse en su interior que estaba a punto de estallar.
Ahora mismo tenía muchas razones para estar enfadado con Minseok. Le había mentido a todo el mundo. ¡Sí!
Era una persona completamente diferente de la que pensaba que era. ¡Sí! Era independiente y obstinado. ¡Sí y sí!
El problema era que seguía siendo Min: seguía siendo el joven divertido, dulce y de gran corazón que siempre había sido. También tenía talento y agallas, lo cual admiraba. Sinceramente, tenía que reconocer que si solo mirase la situación pasivamente, probablemente podría entender por qué quería perseguir su carrera desde el anonimato y no decírselo a sus hermanos. Tenía razón. Ellos habrían querido protegerlo y definitivamente habrían conseguido que perseguir su carrera le resultase difícil debido a esos instintos de protección. El problema era que no veía toda la situación desde la indiferencia y que quería impedirle físicamente que volviera a hacer nada arriesgado nunca.
Además, su actitud sobrecogedora de Dr. Jekyll y Mr. Hyde en cuanto al sexo lo volvía completamente loco.
Minseok lo deseaba. Respondía a él. Lo miraba con fuego y deseo en la mirada. Él podía llevarlo a un clímax increíble con la boca. Y sin embargo, no podía acostarse con él. «¿Qué diablos...?». Algo estaba ocurriendo con Xiumin y, por lo que más quería, no conseguía averiguar exactamente qué era lo que le impedía liberarse de sus inhibiciones. No era virgen, así que sus dudas no las provocaba la falta de experiencia.
Iba a depender de él demostrarle lo increíble que podría ser entre ellos dos. Con suerte, pronto, antes de que se le hiciera añicos la polla por estar tan duro como una piedra constantemente.
Peor, podía sentir su tensión, sus necesidades, y eso hacía que casi se sintiera frenético por hacerlo llegar al orgasmo y oírle gemir su nombre cuando lo hiciera.
Jongdae quería abrir el grifo del agua fría de la ducha al máximo, pero no lo hizo porque estaba arrastrando a Minseok a la ducha consigo. Dejó caer su toalla y le quitó la suya a Min antes de meterse en el agua caliente y tirar de él tras de sí.
«Joder». Si no lo tocaba pronto, perdería la cabeza. Observó mientras Min alcanzaba el gel y se enjabonaba. Le quitó el bote y se vertió una cantidad generosa en las manos para ayudarlo.
Jongdae — dijo con voz temblorosa. Abrió los ojos para lanzarle una mirada sorprendida mientras los dedos de él se deslizaban por su pecho
No voy a acostarme contigo, Min. Solo estoy cuidando de ti — dijo él con voz ronca — Déjame.
Xiumin gimió débilmente cuando él apartó sus manos a los costados y lo atrajo contra su pecho. Ahora tenía pleno acceso a sus preciosos pezones. Los ahuecó, trazó círculos con los pulgares alrededor y quedó satisfecho cuando estos se endurecieron bajo sus dedos. Sus caricias y su coqueteo los llevaron a cotas sensibles antes de que Jongdae los pellizcara ligeramente entre los dedos.
Dae — Minseok gimió y reclinó la cabeza contra su hombro.
¿Había algo mejor que oírlo gemir su nombre? Tal vez estar dentro de él mientras lo gritaba durante el clímax, pero se contentaba por el momento.