El sabor de la adrenalina

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Sergio "Checo" Perez tenía una prostituta en su auto.

Mejor dicho un prostituto masculino

Uno demasiado joven y atractivo.

"¿Cuántos años dijiste que tenías?" preguntó Checo, mirando de reojo al chico a su lado.

"19. Como te lo dije la primera vez" Contesto Charles, sonando exasperado. "Te juro que no soy menor de edad. Además, si te atrapan, mi edad será el menor de tus problemas"

Eso no tranquilizó a Checo, ya que sabía que el niño decía la verdad. Aparte el chico era claramente nuevo en todo este asunto de la prostitución, pero, también lo era el.

Ni siquiera podía imaginar lo que sucedería si alguien se enterara de esto: su carrera probablemente se arruinaría, sus patrocinios desaparecerían, su madre probablemente nunca dejaría de llorar.  La vergüenza que pasaría Carola, Su esposa aunque sea solo en nombre.
Tuvo una visión del Papa excomulgándolo personalmente que se transmitiría en todos los canales de noticias del mundo.

¿Entonces qué era lo que estaba haciendo?  Había estado conduciendo sin rumbo por la ciudad, la temporada había terminado y todos los corredores se habían ido de vacaciones a la playa o estaban con sus familias, Sergio había decidido quedarse en Mónaco  y relajarse en su propia casa.

Pero rápidamente se volvió loco, y muy pronto se encontró conduciendo sin rumbo por la ciudad a altas horas de la noche, con las ventanillas bajadas para dejar entrar el aire fresco, y sin darse cuenta se había aventurado en algunas de las calles más cuestionables de Monaco.

Y entonces Sergio lo había visto. Un hermoso joven castaño apoyado contra la pared comiendo galletas con el ceño fruncido, joyas de plata contra su piel pálida, jeans colgando de sus caderas. Por supuesto, Checo se había quedado en un semáforo en rojo justo donde estaba parado el niño, y por supuesto, el niño había dejado sus galletas, acercándose al auto e inclinándose en el lado del pasajero para dar algún tipo de argumento de venta, o algo así supuso. Sin embargo, lo que sea que iba a decir, quedo en sus labios cuando vio quién estaba detrás del volante del auto.

"Checo, eres Checo", dijo el castaño, con los ojos muy abiertos. Sergio tuvo que mirar a su alrededor frenéticamente para asegurarse de que nadie estaba presenciando esto, y sin pensarlo, le dijo al chico que se subiera al auto.

Le había obedecido y Checo había subido rápidamente los vidrios polarizados antes de que alguien más pasara. Puede que el fuera callado y distraído, pero no era estúpido ni ingenuo, apesar de lo que la mayoría pensaran, sabía exactamente lo que sucedía en este vecindario y sabía exactamente por qué el niño (y si, niño por que se miraba bastante joven, y todavía tenía una inocencia que le brillaba en sus ojos) se había acercado a su carro. Su plan era dejarlo en un lugar seguro e irse a casa y rezar más fuerte que nunca para que las imágenes de esto no aparecieran en Internet mañana por la mañana.

Pero el chico parecía tener otros planes.

"No sabía que te gustaban los chicos", Charles dijo en tono de conversación, deslizando su mano sobre la rodilla de Sergio . Lo que hizo que el otro salte, casi conduciendo hacia el otro carril. "Cálmate, cálmate", dijo el chico en voz baja, frotando el muslo de Checo a través de sus shorts.

"Yo..... Yo no hago esto, prostitutas, nunca", balbuceó el de ojos marrones , tratando de controlarse. Tenía que sacar a este chico de su auto antes de que hiciera algo estúpido como llevárselo a casa.

"Primera vez, ¿eh?" Preguntó el niño con una sonrisa, mostrando sus brillantes dientes blancos. "Sere gentil." Todavía con su bonita sonrisa, el chico se inclinó y presionó un beso en el cuello del mayor.

Pretty Woman a Checlerc storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora