Eres un completo idiota

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No podía dejar de mirar al chico detrás del mostrador. Era guapo, alto, de cabello rubio y con una hermosa sonrisa. Trataba de ponerle atención a lo que me decía Isa acerca de la falda que había encontrado, pero no podía apartar mi mirada de él.

—Creo que la compraré... —le entendí a Isa. Miré al suelo cuando crucé la mirada con el chico, sentí que me sonrojaba de a poco. Isa notó ese detalle y buscó con la vista el punto que había estado mirando, cuando encontró al chico hizo una mueca y me golpeó en la cabeza con la falda. —No puedes, Valeria. Estás comprometida ahora, ¿qué pensaría
Miguel si te viera en estos momentos?

Sí... ¿qué pensaría él? ¿Me dejaría libre?

—No lo sé... tampoco es para tanto, sólo lo estaba mirando. Estoy comprometida, no ciega —le respondí. Isa negó con la cabeza y siguió sacando ropa de los colgadores de la tienda. Levanté la vista una milésima de segundo y sentí la mirada del chico.

No podía hacer nada, él me gustaba pero no de la misma forma que Miguel.

No, no era justo para Rizos, así que me reprimí e hice como que él no estaba en el mismo establecimiento que yo.

Sin embargo, no funcionó. Isa me regañaba cada cinco minutos por mirar "descaradamente" a otro hombre que no fuera mi futuro esposo, pero al parecer ella no comprendía que yo aún tenía 17 años y que era una chica como todas las demás.

—Valeria, ya basta. Llamaré a Miguel—me dijo enojada mientras sacaba el celular de su bolso.

—Tú no harás nada. No he hecho nada malo, no lo he engañado —protesté. Y era verdad, admitía que el chico me atraía y que no dejaba de lanzarle miradas, pero no había hablado con él.

Seguía siendo un desconocido.

Pero como siempre, las cosas iban en mi contra. Cuando Isa fue a pagar la ropa que había elegido, nos atendió nada menos que el chico.

—Hola chicas, en qué puedo ayudarlas —nos dijo con una agradable sonrisa. Isa bufó y me fulminó con la mirada con la clara advertencia de "no hagas nada o le diré todo a Miguel".

—Quiero pagar esto —le dijo Isa, sin dejar de
amenazarme.

Cuando él le entregó el recibo y las bolsas con ropa, Isa se apresuró en salir tirándome del brazo.

Afuera de la tienda, sentado en una banca para descansar dentro del centro comercial, Miguel bebía un café.

—Recuérdenme no volver a acompañarlas cuando digan la palabra "compras" —nos dijo poniéndose de pie y acercándose a nosotras. Pasó su brazo por mi cintura y comenzamos a caminar hacia la tienda de música, Isa quería aprender a tocar guitarra y para empezar necesitaba una.

—Al final, ¿qué compraron? —nos preguntó Mikey mientras subíamos por la escalera eléctrica.

—Yo un vestido para cuando llegue la primavera, un abrigo, una falda, un par de zapatos y un chaleco —enumeró Isa.

—¿Y tú, Val?

—Nada —le contesté.

—No compró nada, pero le echó el ojo a algo que estaba fuera de su alcance —comentó Isa.

Estuve a punto de caerme cuando nos bajábamos de la escalera.

—¿En serio? ¿Qué era? Si no te alcanzó el dinero debiste llamarme, me pagaron ayer.

—No seas tonto, Miguel. No te molestes —me apresuré en decir, pero él ya había dado media vuelta dispuesto a regresar a la tienda.

—Deja que Mikey te consienta, lo hace porque te ama —agregó Isa, alzando la voz para ponerle énfasis a sus últimas palabras.

Marry meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora