Neverland

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—¡Miguel, sal de aquí, tú no puedes ver a la novia! —gritaba Maartu a todo lo que daban sus pulmones.

Estaba estrangulando a Miguel con la puerta para que saliera de mi habitación. Era algo exagerada, aún llevaba puesto el pijama y ni siquiera me había lavado el rostro todavía, así que no tenía nada de especial como para que Maartu se volviera loca.

—Sólo quiero darle un beso de buenos días, Maartu
—protestó él y asomó la cabeza por el umbral.

Mis amigas se reían de la pelea entre la hermana de Brady y Miguel, pero yo me apiadé de él y fui hasta la puerta para que dejara tranquila a la podre Maartu que hoy estaba con los nervios de punta.

—¿Con un beso nos dejas tranquilas? —le pregunté.

Él sonrió de medio lado y asintió, así que hice a un lado a Maartu y besé a Miguel en la mejilla.

—Espera, eso no vale —comenzó a reclamar.

—Nunca especificaste donde tenía que ser el beso, ahora vete o Maartu arrancara uno por uno tus amados rizos.

Le cerré la puerta en la cara y suspiré agotada, controlar la risa en un día como este sería difícil.
Maartu se puso a trabajar de inmediato, ordenó las cosas que utilizaría y mandó a mis amigas a llamar a la "estilista" que me prepararía. Era algo incómodo ser analizada desde todos los ángulos por Maartu como para que viniera otra persona a hacer lo mismo.

En diez minutos, Mads volvió con una mujer alta y delgada vestida en un traje con estampado de leopardo, me asustó que ella fuera mi estilista. Me asustó muchísimo.

Pero resultó que para vestir a otras personas no era tan mala. No cambió nada del vestido que elegimos y dijo que lo mejor sería maquillarme con una capa suave para no parecer payaso. Estuve de acuerdo con ella y le caí bien.

Me dijo que lo primero que teníamos que hacer era relajarme, que sabía que era un día muy especial para mí, pero que también sería estresante. Le dije que no estaba nerviosa, aunque solo lo dije para mentirme y mantener la cabeza sujeta al cuello durante el día. Mas la estilista era astuta y me obligó a tomar un baño de esencias florales.

Mientras me bañaba, me puse a pensar en la luna de miel. Sería un tema para cuando Miguel y yo dijéramos el "sí". Nos iríamos de viaje para las vacaciones de verano, quedaban tres semanas para salir de la escuela así que la espera tampoco sería muy extensa. De todas formas, sabía que tanto Miguel como yo estábamos muy nerviosos con respecto a ese viaje y lo que sucedería allí, sería la máxima prueba de si es que este matrimonio funcionaría o no.

La boda sería a la puesta de sol, a pedido de Miguel que decía que era elemental que fuera a esa hora. Como a mí no me había importado, le dejé hacer lo que quisiera, pero ahora me arrepentía. Estar toda la mañana siendo arreglada para unas cuantas horas era devastador, y el que Becca, Mads y Isa se burlaran de mí y los tubos que tenía en la cabeza para el peinado no era gratificante. A las una bajamos a comer y nos encontramos con Miguel y Wendy que iban de un lado para otro hablando por celular. Wendy se encargaría de que todo saliera todo de acuerdo el plan de Miguel y Maartu de que nada se arruinara, mi madre debía estar arreglándose en su habitación y mi padre buscando el pastel. Todos tenían una tarea para la boda, excepto yo.

Cuando le comenté eso a Isa en el almuerzo, Miguel alcanzó a escuchar y rechistó.

—Por supuesto que no puedes hacer nada, tu tarea es verte hermosa para mí y ser feliz por el resto de tu vida, no quiero abrumarte con los preparativos —me dijo robándome un beso y volviendo a la carrera interminable a través del celular.

Decidí hacerle caso y dejar de preocuparme, ya sería bastante difícil caminar con un vestido y un velo de metros de largo sin caerme y hacer el ridículo.

Marry meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora