caminos rojos

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Hyunjin sin saber qué hacer, decidió dar una vuelta por las calles valencianas. Estaba cerca de la playa de La Malvarrosa, por lo que fue caminando desde el hotel hasta el paseo marítimo. La brisa era fresca y el agua estaba más pura que nunca. Mojó sus pies en el frío mar y se relajó viendo cómo dos niños jugaban en la arena. 

Sonrió al ver el ambiente español tan animado que había, cosa que no podría encontrar nunca en Seúl. Inconscientemente pensó en lo bien que lo pasó un verano en Grecia, donde Heejin también le acompañó en una de sus tan grandes aventuras...

 Inconscientemente pensó en lo bien que lo pasó un verano en Grecia, donde Heejin también le acompañó en una de sus tan grandes aventuras

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—Ya verás que estará todo bien, no te tienes por qué preocupar. Si no te dan el puesto, peor para ellos.

La pareja disfrutaba de dos semanas en las costas de Mykonos, las cuales eran de las más visitadas anualmente. Fueron de viaje para descubrir nuevos horizontes, y también para que la pelinegra tuviera un poco de inspiración para nuevos cuadros. 

Ahora, Hyunjin estaba postulando para un curso de tres meses en una academia de arte griega. Serían doce semanas de clases virtuales, pero así ganaría más puntos para graduarse con honores. Heejin por supuesto estaba con ella, fue la encargada de llevarla a Grecia.

—Necesito como sea entrar en la academia.— cruzaron dedos.

Estaban en la habitación del hotel esperando los resultados, que serían notificados por correo electrónico. Heejin fue a servirle un vaso de agua, mientras que Hyunjin aún seguía de los nervios. De repente un sonido proviniente del ordenador alertó a ambas. La menor abrió el correo y gritó de la emoción al saber que fue elegida. 

La castaña le abrazó por la espalda poniendo su cabeza en su hombro, susurrando lo muy orgullosa que estaba de su novia. La menor se levantó y besó los labios contrarios, provocando un rubor enorme en ambas.

Para celebrarlo, se quedaron en la habitación viendo películas, que posteriormente se convertiría en una amorosa y duradera sesión de sexo. Estuvieron haciéndolo en cada rincón posible; la cama, la mesa, la silla, contra la pared, la ducha e incluso en el balcón. Ambas rieron a medianoche, volviendo a hablar tranquilamente sobre lo que harían los próximos diez días en las costas griegas.

—Podríamos ir de exploración a Delfos. O ver el partenón de Atenas. ¿Y qué te parece el templo de Artemisa?— sonrió Heejin acariciando los muslos de Hyunjin.

—¿Desde cuándo sabes tanto sobre Grecia y su mitología?— rio enormemente, acción que enamoró más a Heejin.

—¡Por favor amor, juego Assasin's Creed Odyssey! ¡Por supuesto que voy a saber mucho sobre mitología!— se abrazaron.

—Así que mucho juego te ha dejado así, eh...— bromeó la menor, oliendo el perfume de vainilla de Heejin.— Pero que sepas que el Assasin's Creed Origins es mejor que el Odyssey.

—¿Segura? ¿Quién va a querer saber sobre unos egipcios que se olían el culo entre ellos? Además, la mitología griega es más conocida e importante que la egipcia, y no lo digo yo, lo dice la historia y la ciencia.— arqueó su ceja de manera divertida.

Hyunjin se mordió el labio inferior, intentando no besar a Heejin por sus ocurrencias, pero fracasó la misión. Atacó esos belfos suaves y carnosos que tanto amaba, y apoyó su cabeza en su pecho. Querían volver a entregarse a la otra, sin embargo el aogtamiento pudo con la mayor, quien se durmió con el tacto de Hyunjin en su mejilla.

—Buenas noches, mi espartano favorito.— volvió a posar sus labios en su moflete besándolo y sonrió para quedarse dormida.

El viaje por toda Grecia fue la aventura más romántica que compartieron ambas. No se separaron en ningún momento, y pudieron apreciar la belleza de este país. Adoraron cada cortorno que vieron, y claramente por petición de Heejin, el Assasin's Creed Odyssey era mucho mejor que el Origins.

 Adoraron cada cortorno que vieron, y claramente por petición de Heejin, el Assasin's Creed Odyssey era mucho mejor que el Origins

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Volviendo a la realidad, habían pasado diez minutos desde que Hyunjin se había mojado los pies. Se puso los zapatos de nuevo y caminó hasta el hotel con la esperanza de encontrar un poco de paz. 

Mientras iba caminando, podía escuchar aquel acento castellano que tantos europeos amaban. Encontraba atractiva la manera en las que los españoles hablaban, y no es que fuera una total fan de este país. Sabía que no podía dejar de amar a Corea del Sur, y España no era nada comparado con su madre patria.

Sus pensamientos le comían y no se dio cuenta de con cuántas personas se había chocado ya. Estaba desorientada hasta que unos brazos le atraparon. Hyunjin quiso liberarse, pero al ver de quién se trataba, decidió no hacer nada.

—No ha sido fácil encontrarte, te habías ido de la playa.— una Heejin con traje le calló los labios al besarlos.— Por favor... N-no me vuelvas a hacer esto.

La pelinegra estaba perdida, sin saber qué hacer. Probablemente tenía a su novio esperándole en el hotel y al amor de su vida besándole en lugares ya conocidos. Extrañaba el tacto de Heejin y quería tener más fricción. Tampoco sabía a qué jugaba con ella, si le amaba, le odiaba... 

—No vuelvas a decir lo que dijiste ayer, por favor. No más.— se abrazó a su pecho sin dejarle moverse y Hyunjin permaneció inquieta, aún recordando esas palabras que pronunció.— No puedo dejarte ir más, no quiero perderte. No quiero verte con alguien más, sabiendo que si lo hago, me moriré de amor. Al menos dime si de verdad le amas, que si él de verdad te hace más feliz de lo que yo ya te hice. Mírame a la cara y dime que no me quieres más.— sus lágrimas de oro comenzaban a caer por sus mejillas.— Por favor, Hyunnie.

—Heejin, yo...— la pelinegra miraba sus labios, rotos, con ganas de ser besados una y otra vez. El impulso le fue traicionero y cogió la mano de su mayor. Corrieron al hotel de Heejin, donde subieron lo más rápido posible. 

Allí, la mañana se les hizo pesada. Hyunjin le tiró a la cama, desnudándose en el proceso. Heejin adoró aquel cuerpo del que tanto hablaba en sus canciones. La pelinegra volvió a tocar a su mayor, renombrándose suya por última vez. 

Las horas se les hicieron rápidas y no pudieron hacer nada más que separarse y despedirse. La puerta cerraba con tanta facilidad, que Heejin echó a llorar por haber perdido a su musa. 

Esta vez, supieron diferenciar entre tener sexo y hacer el amor. Esta vez, supieron el significado del amor al diferenciar lo que era querer y amar.

Esta vez, supieron que el primer y único amor de la infancia y adolescencia no se olvidaría tan pronto.

stranger | 2jinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora