nueve y media

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—Mmmm, buenos días cielo.

—Hola, amor.— sonrió.

—Estás preciosa, como siempre. Iré a ver cómo está el pequeñín.— se levantó de la cama.

—Está bien.— respondió sonriente medio dormida.

Unas risas se oyeron de repente y un niño de cinco años apareció corriendo por la habitación. El pequeño se subió a la cama, a lo que Hyunjin le cogió mientras sonreía.

—¡Mamá, mamá! ¡Un gran monstruo quiere comerme!

—No dejaré que eso pase, cielo.— la acarició el cabello y besó su frente. Hyunjin simuló matar al monstruo con una espada de madera que le dio su hijo, y este celebró saltando.

—¡Sí mami! ¡Has derrotado al monstruo! ¡Gracias mami, eres mi superheroína!— exclamó el niño con pijama de dinosaurios.

—He sido el mejor monstruo que has visto, acéptalo.— se levantó.

—¡Claro que sí, papá!

Cinco años pasaron desde que Heejin y Hyunjin se volvieron a ver cara a cara. Durante ese largo tiempo, Hyunjin pudo casarse con Wonho, a quien quería con locura. La gran alegría para ambos fue el embarazo de la pelinegra, quien dio a luz a un pequeñín ángel llamado Beomgyu. 

Los tres vivían en el centro de Seúl en el último piso de Gangam Tower. Eran conocidos como una pareja sencilla y unida, y Beomgyu siempre captaba toda la atención de su familia. El pequeño de cinco años jugaba cada día con sus padres, mientras aprendía a valorar lo que tenía. 

A tan poca edad, conocía cada persona con las que su madre trabajaba. Hyunjin pudo construir un imperio de moda, y cuando Choi Yerim se jubiló, la empresa quedó en sus manos. No sólo era una empresaria de alto rango, sino que también seguía diseñando todo lo que vendía.

Cada artista que colaboraba con ella sólo podía decir buenas palabras. Wonho a su vez pudo conseguir un nuevo trabajo, pues ahora era profesor de Historia Contemporánea. Dinero no les faltaba y daban gracias por eso, y Beomgyu no era ningún niño que pedía cosas a sus padres.

Durante el embarazo, Hyunjin pudo descansar más que en los cinco años que pasaron. Era consciente de que Rioters aún seguía siendo uno de los grupos más famosos del mundo, y su música estaba por todas partes a todas horas. Le incomodó muchísimo al haber sido contactada por la empresa de Rioters, pues le pidieron hacer sus próximas prendas. 

Rioters al presentar las prendas de Hyunjin en las portadas de las revistas, era más que obvio que iban a tener entrevistas juntos. Sin embargo, en las cinco ocasiones de preguntas y respuestas por los periodistas, Heejin no acudió a ninguna sesión. Con las típicas excusas de que se encontraba mal o su agenda no se lo permitía. 

Eso le afectó a Hyunjin, quien se había olvidado completamente del amor que sentía por la castaña. Desde su desfile en Valencia hasta la actualidad, la pelinegra había estado muy ocupada, pero nunca descuidó a su familia. Pensó en lo muy ausente que estuvo durante su relación con Heejin, aunque tampoco iba a quejarse de lo que había conseguido.

Su marido le amaba con sinceridad, su hijo era el sol de sus días, su familia y amigas le querían y su trabajo iba de bien en mejor. Quizás eso era lo que le faltó desde hace años, los cuales no quiso recordar.

Dieron las diez cuando todos estaban desayunando y viendo los dibujos favoritos de Bemogyu, que era una serie animada de animales. Wonho al acabar su café y cuenco de macedonia, fregó lo que usó y se fue a duchar. Hoy iría a visitar a sus padres en Incheon, y Hyunjin tendría que cuidar al pequeño.

Era un sábado un poco nublado, pero las flores aún seguían floreciendo con normalidad. Beomgyu se bajó de la silla para ir al baño e hizo reír a sus padres. Ajustándose la chaqueta, Wonho besó a Hyunjin y le dio un reproductor de música a su hijo.

—¿Qué es esto, papi?— cogió el artefacto con sus manos y lo encendió.

—Es un reproductor de música, puedes escuchar todas las canciones que quieras mientras que estoy fuera. Hay de muchos estilos, están organizadas por carpetas. A tu madre le gustará que cantes con ella, pequeñín.— besó su frente y le acarició el pelo. Posteriormente abandonó la casa con las llaves del coche en el bolsillo.

Hyunjin se puso a limpiar los restos del desayuno y comenzó a organizar su cuarto y despacho. Mientras tanto, Beomgyu estaba sentado en el sofá con el reproductor de música y unos auriculares. Sus pies se balanceaban y aprendió a cómo usar el nuevo aparato que le dio su padre. Con las teclas, fue buscando por las listas y cuando escuchó la intro de una canción, se paró en esta.

Calm- Rioters

Beomgyu no paraba de saltar por el ritmo de la canción, cuya le gustaba mucho. Vio la fecha de lanzamiento y se sorprendió al ver que fue publicada diez años atrás. Seguía con la euforia de escuchar una nueva obra de arte, y Hyunjin apareció por el salón sonriente.

—¡Mami, me encanta esta canción! ¡Es muy bonita, escúchala!— le tomó la mano a su madre y le dio los auriculares y el aparato.

She keeps me calm but keeps my heart racing 

All of the time when I'm out chasing

Me out my mind, but leaving behind

Contemplating, my adoration

A Hyunjin se le cayó el reproductor al suelo, dañándolo un poco. Eso hizo que el pequeño se asustara y se subiera al sofá de nuevo. La pelinegra se dio cuenta de lo que había hecho y abrazó corriendo a su hijo y le consoló pidiéndole perdón. 

—¿Por qué lo has tirado, mami? Me lo había dado papá... Me va a castigar cuando sepa que se ha roto.— miró triste al suelo.

—No cielo, no te preocupes. Le diremos a papá que se me ha caído e iremos a comprarte otro.— sonrió, a pesar del malestar que tenía.— Venga, vamos a llamarle.— cogió el teléfono para marcarle a su esposo.  Beomgyu notó un poco de preocupación en la mirada de su madre, pensando que se trataba del reproductor.

—No estés triste mami, yo te quiero mucho.— abrazó su pierna.

—Yo muchísimo más, amor.— le respondió besándole la cabeza.

Segundos después, Hyunjin estaba explicándole a su marido lo ocurrido por videollamada, y Wonho se lo tomó con gracia. Le dijo a su hijo que estaba bien, que su podían ir ahora a comprar uno nuevo. Beomgyu le mandó muchos besos a su padre, quien respondió de la misma forma. A su vez, Hyunjin aún seguía pálida al volver a escuchar la canción.

Hacía años que no sabía nada sobre Heejin, y era difícil de creer que su hijo había abierto la herida. Minutos más tarde, ambos estaban saliendo de casa con ropa casual. Beomgyu disfrutaba llevando su camiseta con tirantes enganchados a sus pantalones cortos, y Hyunjin estaba hermosa con su vestido amarillo de flores. 

Ambos estaban cogidos de las manos cruzando con cuidado, pues había mucho tráfico y las calles estaban llenas de adolescentes. No sabían qué pasaba y siguieron caminando hasta el centro comercial. Allí, había el doble de gente que en las calles. Adolescentes corriendo de allí para allá, había seguridad en cada rincón y en los altavoces sonaba música de... ¿Rioters?

Hyunjin estaba confusa de nuevo al escuchar la voz de Heejin por megafonía, y veía que su hijo saltaba de emoción.

—¡Mami, mami! ¡Este es el grupo que estaba escuchando antes en el reproductor!— reía sin parar, a lo que Hyunjin le miró con gracia pero también con pena.

—Vamos Beomgyu, hay que ir a buscar la tienda de electrónica.— le tendió de nuevo la mano y fueron hacia allá.

De repente, un hombre de seguridad le obstaculizó el paso. Hyunjin se justificó diciendo que iba con su hijo a una tienda en específico, pero seguía sin poder pasar. Según las normas, no había ninguna persona que pudiera estar en las plantas de arriba. 

Hyunjin se mosqueó e intentó cruzar por las malas, pero un tercer adulto intervino, haciendo que la pelinegra se quedara con la boca abierta...

stranger | 2jinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora