quiero bailar perreando toda la noche

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El día se le hizo tan largo que no se dio cuenta que Wonho ya estaba en casa. Beomgyu se levantó del sofá para ir a abrazar a su padre, y le enseñó el nuevo reproductor que Hyunjin le había comprado.

—Es muy bonito, tu madre tiene muy buen ojo para estas cosas. ¿Por qué no vas a descargar música? Mi ordenador está en el despacho.— le besó la cabeza y vio cómo Beomgyu daba pequeño saltos hasta la sala. Wonho se acercó a su mujer, quien estaba pensativa.— Hola, mi amor, mi azúcar, mi todo.— besó su mejilla.

—Hola Wonho.— respondió a secas.

—¿Qué te pasa?— preguntó abrazándole.

—Nada, sólo es que no estoy de humor.— acarició su mentón.

—Venga. Sé que te pasa algo y me lo estás ocultando.— le hizo cosquillas en el cuello, provocando molestia en la pelinegra.— Perdón bebé, no quería que te sintieras mal.

—No es por lo que acabas de hacer, es simplemente eso, que no tengo ganas de hablar de ello.

—Ya veo... ¿Ha sido porque me he ido o...?— insistió.— Sabes que no me gusta que me ocultes nada, somos un matrimonio y si tú estás mal, entonces yo también lo estoy.

—¡Basta Wonho! ¡No es algo que debería preocuparte, y deja ya de preguntar!

Su esposo se quedó asombrado, pues no era tan común verla en ese estado. Rindiéndose, le besó la frente y se fue a hablar con su hijo. Beomgyu seguía descargando las canciones en su nuevo reproductor, y vio a su padre entrar en la habitación.

—Hijo, ven.— alzó sus brazos y el pequeño corrió para que su padre le cargara.— ¿Sabes que le pasa a tu madre?

—No, pero antes estaba extraña. 

—¿Extraña? ¿Ha pasado algo fuera de lo normal?— Wonho se fue hacia el cuarto, aún con Beomgyu entre sus brazos. Depositó a su hijo en la cama mientras él se cambiaba de ropa.

—He conocido a Rioters, y mamá se ha puesto hecha una furia con una de las miembros.

—¿Cuál de todas? ¿Hyeju? ¿Haseul?— Wonho ya sabía por dónde iba a parar la conversación

—No papá, Jeon Heejin. Mamá estaba enfadada conmigo porque soy amigo de Heejin.— miró tristemente a su padre.— Pero ella es muy amable, papá.— abrazó sus piernas.

—No es nada malo ser amigo suyo, incluso te tengo envidia campeón.— le acarició la nariz.— Intentaré hablar con tu madre para que Heejin sea tu amiga, ¿de acuerdo? Ahora debes irte a dormir, ya es un poco tarde Beomgyu.— le llevó a su habitación, y habiéndole leído un cuento, el niño se quedó dormido.

Wonho admiró a su hijo y apagó la luz. Se dirigio hacia el salón agotado y rascando su nuca, se acercó a Hyunjin. Intentó besarle, pero aún seguía molesta. La pelinegra ignoró cada acción que su esposo hacía y se giró para no verle.

—Escúchame Hyunjin. No sé qué te ha pasado exactamente, pero nuestro hijo me lo ha contado... ¿Por qué odias a Jeon Heejin?

Esa pregunta le tomó desprevenida. Esta vez, se volvió a girar cruzando miradas con Wonho, quien seguía esperando por una respuesta.

—No es algo que deba importarte mucho. Es mi vida y yo decido qué contar y qué no.

—¿Perdona? ¿Quién te crees para hablarme de esa forma? Ayer estábamos bien y hoy me echas a los leones con tu actitud. Que sepas que no voy a parar hasta que me respondas.

—¡¿Quieres saberlo?! ¡Bien, lo sabrás!— cogió aire.— ¡Heejin es una maldita hija de puta! ¡Y no sólo por acercarse a mi hijo, sino también por haberme roto el corazón desde hace años!— soltó su ira contra su marido y decidió irse al cuarto.

Wonho se quedó estático en su sitio, sin entender a lo que se refería su mujer. Siguió a su mujer con cara de pocos amigos y vio cómo esta se comenzaba a vestir. Quiso impedir que se fuera, pero ya era tarde pues Hyunjin salió de casa, cerrando la puerta con mucha fuerza.

La pelinegra cogió un taxi mientras llamaba a sus amigas para reunirse allí. Chaewon estaría disponible, al igual que Chaeyoung. Pero Jinsol se justificó diciendo que no quería beber, o sino eso le afectaría al bebé que estaba esperando. Al llegar a un club nocturno, todo se desmoronó. 

Chaewon ya estaba esperando a sus amigas, mientras que Chaeyoung tardó un poco más. Se pasaron la noche contándose sus problemas, al mismo tiempo que bebían todo tipo de alcohol disponible.

—¿Y tú qué? ¿Algo nuevo?— preguntó Chaeyoung casi borracha.

—Wonho es un imbécil. Espero que se caiga de un barranco.— bebió de su copa.

—¿Por qué dices eso? ¿No que estábais muy agusto con el matrimonio?— esta vez Chaewon fue la que preguntó, a punto de dormirse.

—Sí, bueno no. Hoy he visto a Heejin.— Chaeyoung escupió la bebida que tenía en la boca, haciendo que su saliva cayera en el pelo de Chaewon.

—¡Estúpida, mi pelo idiota!— le pegó en el brazo.— Sigue Hyunjin, aunque no entiendo tus cambios de humor. Por el día le odias, pero por la noche le amas y le entregas tu coño.

—¡Jeon Heejin es la mayor perra de este mundo, y le odio por haberme hecho esto!— tiró su copa al suelo y salió a la pista de baile, sin saber que toda la gente le miraba raro. 

Notaba que su vestido era muy largo, por lo que rompió gran parte de este para acortarlo. Bailó horas y horas bajo los efectos del alcohol, y Chaeyoung marcó a su novia para que le recogiera. Chaewon estaba dormida en una esquina, donde mucha gente depositó chaquetas encima suya. La pista de baile era reinada por Hyunjin, quien no paraba de moverse.

De repente, un hombre de unos cincuenta años se acercó a ella, con la intención de tocarle. Sin embargo, una persona apareció y le pegó en la boca. Los de seguridad se llevaron al tipo, quien protestaba por lo ocurrido. Hyunjin le agradeció a aquella persona por defenderla, pero el efecto del alcohol fue más fuerte.

Durante una hora más, Hyunjin se apegó a aquella persona. Juntó su cintura con la persona de cabellos castaños, quien reveló ser una chica. Rieron varias veces y Hyunjin se atrevió a besar sus labios. Ambas salieron del club riéndose y subieron al coche de la extraña. Allí, la batalla de besos comenzó de nuevo.

—No sabes las ganas que tengo de follar contigo.— dijo Hyunjin muy borracha.

—Tranquila amor, todo a su tiempo.— susurró la castaña sobre sus labios.

Los besos acabaron cuando la mencionada arrancó el coche. Se dirigían a la casa de la chica extraña, quien cuidó de Hyunjin durante toda la noche. No dejó que se fuera de su hogar, ni tampoco se aprovechó de ella como muchos harían. 

Lo único que hizo al llegar a casa fue depositarla en su cama, le tapó con una manta y le dejó un vaso de agua y pastillas en la mesa. Luego se fue al salón, donde durmió en su duro y viejo sofá. Sabía que no era la persona más indicada para hacer esto, pero no vio otra solución.

Al despertarse, Hyunjin notó un gran dolor de cabeza. Se asustó por completo al ver que no estaba en su casa, ni que Wonho tampoco estaba ahí. Analizó la habitación en la que se encontraba y le dio miedo ver las paredes descoloridas. Vio por la ventana que se encontraba en un piso bastante alto y miró hacia la mesilla de noche, donde seguía el agua y las pastillas.

Tomó una, confiando en que no era ninguna droga. Habiendo tragado el medicamento, salió de aquel tenebroso cuarto. Los pasillos eran negros y habían varios cuadros en ellos. Se sorprendió al ver que la mayoría eran suyos, por lo que sintió terror. Escuchó varios sonidos provenientes de la cocina y cogió un paraguas que había por el pasillo.

Logró ver a una persona, a la cual le golpeó con el objeto. No obstante, al reconocer quien era, su ira se desató y el miedo desapareció.

—Joder, Hyunjin, eso ha dolido.— dijo sobándose la cabeza.

—¡Heejin!

stranger | 2jinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora