en el medio

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—Minhyuk, déjale pasar.— dijo aquella voz misteriosa.

—Pero jefa, ¿y si se quiere colar en el concierto?

—No lo hará, le conozco. Abre la cinta, anda.— refunfuñando, aquel hombre por fin dejó pasar a Hyunjin y Beomgyu.

La pelinegra aún estaba estática en su sitio. Aquella persona era Sooyoung, a quien no veía desde hace cinco años. La mayor estaba sonriendo y se veía tan diferente. Ahora tenía un carácter más maduro, aunque a sus treinta y cuatro años debería de serlo. Cubría sus tatuajes y su ropa era elegante.

—Me alegra volver a verte, Hyunjin. Y ya veo que tienes un acompañante.— se agachó para hablar con Beomgyu, quien se escondió detrás de las piernas de su madre.— No tienes por qué tenerme miedo, soy muy amable.

—¿Qué haces aquí, Sooyoung?— dijo divertida.

—Bueno, ser una estrella de la música tiene sus cosas.— rieron.— Vamos a presentar un álbum nuevo y ya ves que las noticias corren como la pólvora. 

—Quieres decir que... ¿Heejin está aquí?

—Efectivamente. Y que sepas que esta vez no me ha mandado a buscarte ni nada, no sabe que estás en el centro comercial.— se volvió a agachar para mirar a Beomgyu.— ¿Y tú, cómo te llamas? Yo soy Sooyoung.— le ofreció la mano.

—Mi amor, dale la mano. No tengas vergüenza, ella es mi amiga.

—M-me llamo Beomgyu.— le dio la mano a secas, cosa que alegró a Sooyoung.

—Bonito nombre.

—Lo sé, me lo puso mi mami.— miró a la pelinegra. Sooyoung alzó la mirada y le sonrió a la menor.— ¿Por qué tienes un traje?

—¿Esto? Me hace ver mejor, pero ahora tengo que ir a tocar.

—¿Tocar? ¿Qué tocas?— se interesó Beomgyu acercándose a Sooyoung.

—Toco muchos instrumentos, estoy en una banda llamada Rioters.— esta vez, el pequeño se sorprendió al escuchar el nombre.— ¿Te gusta nuestra música?

—¡Sí! ¡Me gusta mucho!— dio pequeños saltitos y Hyunjin rio por la acción.— Hoy he escuchado "Calm".

—Ah, esa canción.—miró a Hyunjin en busca de una respuesta, ambas sabiendo que la letra era sobre la pelinegra.— También me gusta mucho, pero mi favorita es "With Love".

Hyunjin vio cómo su hijo estaba pasándolo genial, por lo que dejó a Beomgyu con Sooyoung por unos momentos y subió a comprar el reproductor. Unos minutos más tarde, bajó a donde estaba y no encontraba a ninguno de los dos. Llamó el nombre de su hijo, pero no dio resultado.

Estaba poniéndose nerviosa y casi le dio un ataque de pánico hasta que escuchó risas. Se acercó a un gran telón y miró a través de este. Se encontró a su hijo jugando con la teclista, Haseul. A su vez, la baterista Hyeju estaba tomándose una bebida y riendo con el niño. Hyunjin quiso entrar desesperada, pero de repente muchas adolescentes se le echaron encima. 

Eran chicas mayores de catorce pero menores de dieciocho, y todas estaban gritando con la intención de pasar el gran telón. Tras este, habían neveras portátiles, instrumentos de música y muchas mesas y sofás. Hyunjin supuso que era donde descansaba el grupo y el equipo técnico, aunque ella siempre fue experta. Recordó todas las veces que estuvo apoyando a Heejin en sus conciertos, sin que nadie supiera que la castaña ya tenía a su musa.

Mientras la seguridad corría hacia el sitio, Hyunjin buscó otra manera de entrar. Se fijó que en el lado derecho había otra entrada, por lo que decidió meterse y lo que vio hizo que se muriera internamente.

—¿Así que te gusta cómo canto, eh?

—¡Sí! ¡Me encanta tu banda!— exclamó Beomgyu.

—Pues que sepas que vamos a sacar nueva música, y podrás tener acceso a ella exclusivamente.— rieron ambos.

Hyunjin veía cómo su hijo estaba siendo cargado por... Jeon Heejin. Veía a su niño sonreír y estar muy cómodo con la mayor y corrió hasta ellos.

—¡Mamá!— gritó el de cabellos castaños, haciendo que Heejin se girara hacia donde Beomgyu miraba. 

Otra vez, como siempre, el corazón de la castaña se paralizó al ver a Hyunjin acercándose. Habían pasado cinco años y se dio cuenta de que el niño era el hijo de su querido amor. Beomgyu se agarró a Heejin y cogió su mano.

—¡Mira mami! ¡Es Heejin, la líder de Rioters! ¡Es muy amable y graciosa!— se acurrucó en su pecho.— Y Heejin, ella es mi mami Hyunjin.

—Un placer, Heejin.— miró a su hijo.— Beomgyu, no deberías de haberte ido sin mi permiso.

—Pero Sooyoung me dejó entrar aquí con ella. Y he conocido a Heejin y a las demás miembros.— sonrió de nuevo mirando a Heejin, quien seguía sin poder hablar.— Quizás podáis ser amigas.

—No Beomgyu, ya es tarde y seguro que Heejin está ocupada.— cogió a Beomgyu de los brazos de la castaña de forma bruta.— No tenemos más tiempo, hay que hacer la comida.— le bajó al suelo.

—¡No! ¡Me quiero quedar con Heejin, ella y yo somos amigos!— corrió a agarrarle la mano a la mayor.

—Beomgyu, no me hagas enfadar. Ella...— miró a la contraria seriamente.— No puede ser, no la conozco y debe tener a más personas detrás suya.— tiró pullitas.— De seguro que sólo se ha acercado para saludar, pero nosotros nos vamos.

—¡Heejin!— se abrazó el pequeño a las piernas de esta. 

La castaña observaba la escena con atención y el cuerpo técnico reconoció a Hyunjin. Algunos se acercaron, pero sin ayudarles. Heejin se agachó y le sonrió a Beomgyu, acariciándole el cabello.

—Pequeñín, tu madre...— le dolieron estas palabras y suspiró.— Tu madre debe estar cansada y dentro de poco se acerca la hora de comer. Es mejor que te vayas con ella y no le hagas enfadar.— se metió la mano en el bolsillo y sacó un papel.— Voy a apuntarte mi número de teléfono por si quieres verme algún día, pequeñín.

Beomgyu cogió el papel y lo guardó con su vida, y volvió con Hyunjin. Heejin se despidió de él y la pelinegra se llevó a su hijo fuera del centro comercial. Estaba enfadada, pero no con el niño, claro que no. Su enfado se debía al volver a ver a su antiguo amor. No quería que ella intentara ser amiga de su hijo ni tener ningún tipo de contacto con ella.

Su familia era sagrada, y Heejin no era la indicada para decir eso. Ahora tenía que contentar a cientos de adolescentes al presentar su nuevo álbum, y lo único en lo que podía pensar era en Hyunjin. El encuentro de aquella mañana no le hizo nada de bien y estuvo mareada por unos pocos minutos antes de subir al escenario.

Las horas pasaron y en las noticias no paraban de hablar de Rioters y su vuelta a la música. Con treinta y ún años, Hyunjiin estaba debatiendo de verdad sobre su vida. No era tan valiente como pensaba, y eso lo comprobó al huir del centro comercial y evitar hablar con Heejin.

Por ahora, las rosas se estaban comenzando a marchitar. El sol era tapado por las nubes, y aunque quisiera salir, las fuertes tormentas se lo impedían. Hyunjin se sentía como aquella protagonista de las películas en apuros, sentía aquel nudo en su garganta que le impedía gritar sus sentimientos. 

El túnel hacia el paraíso se había caído y el amor no tenía más puertas, y Hyunjin tendría que fabricarla. El amor se había esfumado, pero siempre quedaban las canciones y las melodías que tanto amaban ambas.

stranger | 2jinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora