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Una semana y ya estaba lista para dispararle. Jennie, tráeme mi café. Jennie, desinfecta tus manos. Jennie, tus notas están mal, hazlo otra vez.

Ni siquiera creo que la mujer tenga la maldita palabra "Por favor " en su vocabulario. Era como si yo fuera su esclava y no su secretaria. Y lo que era peor, no tenía tiempo para mí. Mi escritorio estaba en un extremo de su oficina por "conveniencia". ¡Conveniencia mi trasero! Era sólo una excusa para darme órdenes estando cerca.

–Sí, me aseguraré de decirle cuando ella llegue. Gracias por llamar. –Colgué y escribí en un post-it los últimos detalles relacionados a las reuniones que tenía organizadas para mañana.

Me levanté y lo puse en uno de los muchos espacios limpios de su escritorio increíblemente organizado.

Volví a mi escritorio y comencé a revisar algunos de los archivos que necesitaba que fueran enviados. Un momento más tarde, llegó de otra reunión.

–Jennie, ¿qué es esto? –Miré hacia arriba, sin estar segura de lo que estaba hablando.

–¿Qué sucede señora? –Se puso las manos en los bolsillos y se volvió hacia mí.

–Ven y mira. –Apreté la mandíbula y me acerqué a su mesa. Miré hacia abajo, aún sin estar segura de lo que estaba insinuando.

–Voy a volver a preguntar. ¿Qué es esto? –Con un movimiento de cabeza, hizo un gesto a su escritorio y luego me di cuenta de lo que estaba hablando.

–Es un post-it, Señora. – ¡Dah!

–¿Y qué está haciendo en mi escritorio?

–Lo puse ahí recién, ya que contiene la información sobre sus reuniones de mañana.

–Sácalo.

–¿Perdón?

–Quítalo y envía la información a mi teléfono del trabajo. Hubiera jurado que te dije que toda la información sobre las reuniones y relacionados se tenían enviar a mi teléfono del trabajo. –Parpadeé un par de veces antes de inclinarme y quitarlo de su escritorio. Luego se sentó y miró hacia otro lado.

–Lo siento señora, no volverá a suceder. ¿Algo más? –Además de un puño en la cara. Comenzó a realizar su trabajo, como si me estuviera ignorando.

–Haz reservas para dos en un restaurante agradable en el centro. Siete es una buena hora.

Asentí con la cabeza y me dirigí de vuelta a mi escritorio. Por despecho, hice reservas en el restaurante más caro de Seúl. Hum, eso lo hará. Bueno, después de todo era rica, así que ¿qué más daba? Después, envié la información a su teléfono del trabajo. No hay necesidad de darle al Señor Particular alguna otra razón para regañarme más.

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Mi almuerzo no resultó bien tampoco. Cogí mi chaqueta y corrí hacia la puerta, casi estaba libre hasta que la oí aclararse la garganta, que por lo general significaba que quería mi atención. ¡Maldita sea, estaba casi allí!

–¿Vas a almorzar ahora? –Asentí con la cabeza lentamente, casi con ganas de estar fuera de la oficina.

–Antes de hacerlo, tráeme un sándwich de pollo, mostaza, lechuga y queso suizo. Suelo ir a la tienda de comestibles al final de la cuadra aquí.

–Me quedé asombrada. ¿Ella quería que le trajera su almuerzo en mi descanso? Una vez más oí gritar a mi Jennie interna: "¡Tú imbécil! Consigue tu propio sándwich!". Sin embargo, la Jennie que estaba interesada en conseguir su primer cheque de pago respondió:

–Sí, señora. ¿Quiere algo de beber? –Pregunta tonta. Por supuesto que la imbécil quería algo con que bajar la comida.

–Un té helado sin azúcar, de preferencia. –Antes de que mi ira interna surgiera,rápidamente salí de la oficina y me metí al ascensor. Raina me dio una sonrisa simpática y levantó su puño articulando "Hwaiting". Sí,necesitaba todo el
ánimo que pudiera conseguir.

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–Un sándwich de pollo con mostaza, lechuga y queso suizo, por favor. –Sonreí y le entregué la tarjeta de crédito a la cajera. Suspiré y me apoyé en el mostrador deseando estar en cualquier lugar menos aquí, buscando su estúpido almuerzo.

–¿Comes pollo ahora? –Me volví para ver de dónde había venido la voz familiar y de inmediato mi cara se puso roja.

–¡Profesora! Um, no, no. Es para mi jefa. Es muy agradable volver a verla. – Si que era agradable volver a verla. Ella sonrió con su descarada sonrisa perfecta y tuve que abstenerme de abanicarme a mí misma.

–Jennie, ya no soy tu profesora. Llámame Seulgi. Entonces, ¿cómo has estado desde la graduación? –Sonreí.

–He estado bien. Tuve unas entrevistas de trabajo y terminé en Lilies Industries a una cuadra de aquí. ¿Qué hay de ti? –No iba a decirle que era el secretario de la persona más humilde sobre la faz de la tierra.

–Ah, todo ha ido bastante bien para mi, salvo que extraño a algunos de mis mejores alumnos. Este nuevo grupo es un poco difícil. –Ella se rió y me hizo reír un poco también. Justo cuando estaba a punto de decir algo más, la cajera volvió con la orden. La tomé y le di las gracias.

–Um, bueno, debería irme ahora. Fue realmente genial verla de nuevo prof... Seulgi. –Ella sonrió y sacó una tarjeta de su bolsillo y me la entregó.

–Lo mismo digo. Llámame cuando estés libre y podríamos encontrarnos para almorzar o cenar tal vez. –Me alejé de ella, antes de asentir rápidamente. La profesora más deseada de toda la universidad me había dado su número y, básicamente, me había invitado a salir

–¡Claro! Nos vemos pronto. –Bajé la cabeza rápidamente, antes de salir corriendo de la tienda.

Suspiré y me mordí el labio. ¡Eso fue increíble! Fui a la cafetería de al lado y cogí el té helado de la demonio antes de regresar a la oficina. Por supuesto, lo hice con una sonrisa en mi cara. Entré en la oficina y dejé su comida sobre la mesa. Le sonreí e incliné mi cabeza, haciendo caso omiso a la mirada extraña que me estaba dando.

–Aquí está todo Señora. ¡Disfrútelo!

–Arranqué de la oficina por el pasillo hasta el ascensor. Había una hamburguesa y una Coca grande con mi nombre esperando abajo en la cafetería.

Devil Boss |Jenlisa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora