06.

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—¿Hmm? —se escuchó de Armin, queriendo escucharla con más claridad.

—¿Puedo besarte? —repitió, el rubio se sonrojó, su cara no podía evitar ponerse rojo ante la presencia de la chica.

—Eeh... —el chico no sabía cómo responder ante la pregunta, claro que quería, pero sus nervios le estaban haciendo pasar una mala jugada.

—Está bien si no quieres. —la pelirroja se alejó de él, mirando otra vez el lugar, encontrándose con una hoja con un boceto, junto con un lápiz y una goma. —¿Qué es? —preguntó por curiosidad.

Armin lo había olvidado por completo, era ella, pero no podía enterarse, solo está consciente del cuadro, ¿qué pensaría cuando viera todos los dibujos que ella no tenía ni idea?

El de ojos claros se acercó rápidamente para que no lo viera más detenidamente, uniendo sus labios, que ella lo siguió sorprendida ya que recién se había sentido rechazada por él, Wen tomó el control sobre el beso.

Los besos del rubio eran un poco tontos, pero ella consideraba que era tierno, tenía en cuenta la poca experiencia, o eso suponía.

—¿Habías besado a otras chicas? —dijo cuando se separaron.

—No a muchas —confesó, sorprendiendola, era la verdad, pero no significaba tampoco que las chicas no se hubieran sentido atraído por él.

—Pensé que eras popular con las chicas desde siempre, con el cabello largo también te veías bien.

—¿En serio? —la chica asintió, no muchas chicas, por no decir nulas habían halagado su antiguo corte de cabello. —Tú también te veías bien con el castaño.

—Mantener el rojo es complicado, pero me gusta.

—A mi igual me gusta. —dijo impulsivamente.

La chica miró otra vez el escritorio del que Armin la había arrancado, separándose poco a poco del rubio para ir a su destino, cuando él captó lo que quería hacer pensó rápidamente en una excusa para desviarla.

—¡Wen! —ella se volteó.

Con sorpresa nuevamente, Armin fue a sus labios, mientras estos estaban juntos empezó a buscar los papeles con sus manos para ocultarlos en los cajones, Wen no podía ver ya que estaba más concentrada en el beso.

—Perdón, no pregunté.

—No, no importa. —sonrió y volteó su cabeza hacia el escritorio, sin encontrar los papeles allí. —¿Tienes más dibujos?

—S-si, pero no son tan buenos, puedes ver mi habitación y hay varios. —respondió intentando sonar tranquilo, el aparente interés de Wen hacia sus obras le pareció extraño.

¿Habrá visto aquellos dibujos?

—Ah, ¿y no tienes bocetos? —siguió con el tema de ver su arte, no sabía como decir que no sin sonar mal.

—Los dejé en otro lugar, fui a la casa de mis padres, y los llevé conmigo... —mentira.

—¿Has dibujado ahora? ¿Mejoraste tu anatomía femenina? —preguntó más, Armin estaba algo asustado, le hacía sospechar que Wen había visto esos dibujos, y por eso lo estaba encerrando así, tal vez para confesar.

—N-No... —no se le ocurrían excusas para nada. —¿Por qué haces tantas preguntas? —fue directo.

—¿Son muchas? Perdón, estaba interesada, no fue mi intención incomodarte. —sonrió amablemente, con esa sonrisa sabía que no se había enterado aún.

Gran alivio.

—Si quieres puedo dibujar más sobre ti... —dijo Armin.

—¿No lo has hecho ya muchas veces? —dijo Wen, la cara del rubio de forma rápida se convirtió en una de sorpresa, espanto y temor al mismo tiempo, la pelirroja lo notó. —Oye, ¿Estás bien? Era broma.

𝐒𝐊𝐈𝐍 | armin arlertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora