Capítulo 28 - WOW

104 14 2
                                    

— ¿Lo dices enserio? — Me pregunta estupefacto cuando empiezo a adentrarme en la montaña. — Bueno, supongo que te referirás a dar un paseo y punto.

— Nop, me refiero a ir hasta la cima. — Le miro con una sonrisa traviesa y él solo me mira estupefacto.

— Luego me echarás a mí la culpa si te entrego tarde a tu casa. — No puedo evitar reírme.

— ¿No eras tú el que decía que no pasaba nada?

— Tardaremos horas andando hasta arriba, ¿no has visto lo grande que es?

— ¿Quién ha dicho nada de ir andando? — Me vuelve a mirar confundido sin yo poder quitarme la sonrisa de la cara. — ¿Confiabas en mí, no?

— Sí, bueno...

— Eh, no hieras mis sentimientos ahora.

— Para nada, señorita.

— Perfecto, pues quiero que cuando me transforme, te montes encima de mí y te agarres fuerte. Ah, y mantén tu cabeza pegada a mí, puede que si no te des con alguna rama.

— ¿Transformarte...?— Antes de que continúe me transformo en loba en frente de él. —...Wow. — Se me queda mirando estupefacto. — En el festival parecías más... pequeña. — Me quedo quieta esperando. — ¡Ah, sí! Claro...— Traga saliva. —...Que me monte en ti. Genial. — Me río en mi interior. — ¿Esto es seguro? — Le miro exasperada. — Ya voy, ya voy. Wow, tampoco sabía que los lobos podían ser tan expresivos. Supongo que es porque es fácil entenderte. — Le vuelvo a mirar mal. — Ya me callo. La verdad es que intimidas un poco en forma de loba. Pienso que me vas a comer. — Me vuelvo a reír en mi interior. Me agacho y él parece que no sabe cómo hacerlo. Le vuelvo a mirar cada vez más impaciente. — Bueno bueno, se nota que a alguien no le gusta esperar. Lo siento, esto de montarme en un lobo de tamaño poni no lo hago todos los días. Vale, para comunicarnos, asiente o niega con la cabeza, ¿vale? — Me levanto cansada de esperar y hago ademán de entrar en el bosque sin él. — ¡Vale, vale! Solo una pregunta. — Giro la cabeza harta. — ¿Te puedo hacer daño? — Niego enérgicamente con la cabeza para que capte que se calle ya. — Vale vale. — Se impulsa con su quirk y por fin se sube en mi lomo. — Wow, eres muy suave. — Me empieza a acariciar. Me muevo con brusquedad y se agarra rápidamente. — Avisa, ¿no? — Le lanzo una mirada de "O te callas o te dejo aquí". — Entendido. — Se pasa los dedos por la boca como si fuera una cremallera. Esto de ser expresiva tiene sus ventajas.

Empiezo a correr rápidamente y él se pega a mí agarrándose para no caer. Voy saltando muy alto para ir más rápido y en menos de veinte minutos llegamos a un barranco donde el camino acaba y debajo hay un lago originado por la cascada preciosa que se encuentra en la montaña al lado. Enfrente de nosotros hay una pequeña colina algo alejada que me permitiría escalar la otra montaña para llegar a su cima, aunque incluso en mi forma de loba es algo arriesgado.

— ¿No pensarás salt...?— Voy hacia atrás para coger carrerilla. —...Genial. — Se agarra fuerte a mí y veo que hasta hunde su cabeza en mí. ¿No quiere mirar? No puedo evitar reírme de nuevo en mi interior. Salto y llego de sobra, cosa que hasta a mí me sorprende. Sigo corriendo y en diez minutos estamos en lo más alto, al lado del río que acaba en cascada. Me vuelvo a transformar en humana cuando Kimura por fin se baja. Miro el paisaje.

— Tu quirk... es una pasada. — Me dice mirando también el horizonte. Me quedo ensimismada con el paisaje, este lugar es etéreo. Sonrío sin poder evitarlo y una brisa hace que se me desate el moño, medio deshecho ya al llevar el casco, y mi pelo vuela detrás de mí. Respiro hondo y me concentro en el sonido de la cascada con los ojos cerrados. Me siento sorprendentemente en paz.

— Gracias. — Digo de repente. Me giro y veo a Kimura mirándome.

— ¿Por qué?

— Gracias a ti he descubierto mi lugar favorito. — No puedo dejar de sonreír, no sé bien el por qué. Le vuelvo a mirar y me sonríe de vuelta, como siempre con una ceja alzada. Nos quedamos hablando tranquilamente. Este sitio desprende mucha calma y nunca me había sentido tan bien. De repente empieza a atardecer. — ¿Qué hora es? — Kimura mira el reloj de su muñeca.

— Las ocho. — Me levanto rápidamente.

— ¿¡YA!? Oh, mierda. Tenemos que irnos ahora mismo. Recuerda agarrarte fuerte y no tardes media vida en subirte como antes. — Me transformo sin dejarle un segundo para responder, pero parece que no habla esta vez porque se da cuenta de que de verdad tengo prisa. Volvemos aún en menos tiempo que antes a su moto, tanto porque era tarde como porque era cuesta abajo y daba saltos casi volando para ir más rápido. Llegamos y me destransformo algo exhausta.

— Eso se ha sentido como una montaña rusa. — Dice él. — Siento que hasta me tiemblan las piernas.

— Venga, vamos. — Le agarro del brazo y vamos a su moto.

— ¿Tanto te van a reñir? — No respondo. Nos subimos a su moto y me estreso porque me acuerdo que no sabemos cómo volver. Para mi sorpresa, Kimura no parece dudar en el camino que tomar y después de lo que esta vez me parece una eternidad, reconozco la heladería.

— ¿Cómo has sabido llegar? ¿Sí que conocías este sitio?

— En realidad no, solo es que soy bueno para orientarme. — Todo lo contrario que yo. Sigo confiando en que sabe hacia dónde vamos, porque la verdad es que no tengo ni idea, y antes de darme cuenta ya estamos en frente de mi casa. Me bajo de la moto.

— ¿Cómo...?— Pregunto asombrada. Me mira sonriente.

— ¿A que soy un genio?

— Seguro que ya te sabías el camino y me has tomado el pelo.

— Nop. Pero puedes pensar eso si lo prefieres. — Le miro molesta. — ¿Qué pasa, no te he dicho que puedes pensar lo que quieras?

— No me sirve. — Digo mientras voy a la puerta de fuera. Veo que sigue a mi lado. — Ja, será mejor que no te acerques mucho.

— Asumiré las consecuencias. — Llegamos enfrente de la puerta y me giro hacia él.

— Bueno...— Aprieto los labios sin saber cómo despedirme. Me vuelve a mirar con la ceja levantada y una media sonrisa socarrona.

— Adiós, Haiyoru, me lo he pasado bien contigo. — Me sonríe y le sonrío de vuelta. Después se gira y lo observo alejarse.

De repente escucho la puerta y me encuentro con un Katsuki que me empieza a gritar enfurecido.

— ¡Haiyoru, ¿dónde estabas, tarada?! ¡Te has dejado el móvil en casa! ¡Son las nueve y...!

— Ah, hola, Katsuki. — Me mira cabreadísimo.

— ¿¡Eres tonta!? ¡Has pasado todo el día con un chaval que ni conoces! 

— Tengo hambre.

— ¿¡Podrías escucharme, imbécil!?

— ¡HAIYORU! — Mamá aparece. — ¿¡Dónde estabas!? — Me pega una colleja que de seguro me ha movido la posición del cerebro. — ¡No te puedes ir así! — Me pega otra colleja.

— Mamá, estoy cansada.

— ¡ME DEBES UNA EXPLICACIÓN, SOY TU MADRE!

— Mamá, te lo cuento mientras como, por favor. Mañana volvemos a la UA. — Al final cedió y pude comer mientras les explicaba que solo habíamos ido a por un helado y a pasear por la montaña— sin especificar la parte en la que me convertía en lobo. Por fin me pude ir a mi habitación a dormir después de una media hora de reprimenda de mi madre (y Katsuki) sobre dejarme llevar por desconocidos a lugares lejos de casa.

Haiyoru Bakugo - TEMPORADA 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora