Rechazo-Apoyo

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Merlina leía un libro sentada en un sofá doble de la sala principal aunque su mente no hallaba sentido a las palabras en el papel, estaba pensando en otra cosa; levantó la mirada hacia su madre, era una noche lluviosa y esta observaba la chimenea arder con una copa de vino en la mano.

- Di lo que quieras decir, cariño - habló la mujer sin mirarla, las llamas brillaban en sus ojos.

- ¿Por qué no me contaste lo de los Sinclair? - se atrevió a preguntar cerrando la obra entre sus manos y dejándola a un lado.

- Si lo hice - Merlina intentó leer el rostro de su madre sin éxito, era como un mapa en blanco.

- No todo - contradijo enderezándose.

- ¿Qué me hizo falta? - la mayor giró la cabeza hacia ella atenta.

- Que los hijos nunca renunciaron, solo se fueron a entrenar con los padres -

- Ya veo - Morticia tomó un poco del líquido rojizo y dejó la copa en la mesa central - ¿Cómo llegaste a esa conclusión? -

- Ellos están en la ciudad, Enid vino ayer y hablamos un poco - entre las sombras que formaba el fuego le pareció ver el rostro de su madre tensarse, pero no podía estar segura - ¿Por qué no me lo dijiste? - insistió ante una mirada que la estudiaba, o tal vez no a ella si no a las opciones que tenía.

- Sabes como son las normas, no podía permitir que te fueras con ellos, aún eras menor de edad y tenías que terminar tu entrenamiento - así que Enid le había dicho la verdad - Nadie lo sabe y te sugiero mantenerlo así, de ser expuesta la verdad muchos querrán hacer lo mismo - la menor iba a decir algo más cuando el timbre de la casa resonó en cada rincón, ambas intercambiaron una mirada que dejó en claro que ninguna esperaba visita.

- Yo abro - se ofreció sabiendo que si Largo estaba con su hermano tardaría en llegar, caminó hacia la puerta y cuando la abrió levantó las cejas en sorpresa - ¿Enid? -

- Hellow - la nombrada saludó con la mano y una amplia sonrisa a pesar de estar empapada de pies a cabeza, chorros de agua caían de su abrigo y cabello.

- Sigue, te vas a resfriar - se hizo a un lado para que la chica entrara a la mansión y se sacudiera como si de un cachorro se tratase - ¿Vienes sola? - preguntó mirando al exterior una última vez antes de cerrar la gran puerta.

- Si... Es una historia interesante - la rubia escurrió su cabello con sus manos antes de estornudar.

- Vamos, hay que secarte - obedientemente fue detrás de ella subiendo las escaleras rumbo a la habitación de paredes oscuras ajena a la mirada desconfiada de Morticia en un rincón del recibidor, giraba sutilmente una copa entre sus dedos para remover el contenido.

Una vez en el cuarto de la joven Addams fue arrastrada hasta el baño donde le entregaron varias prendas, todas negras.

- Lamento no tener nada más colorido, y todo lo de tu maleta hay que dejarlo secar - explicó la menor insegura - Aunque si quieres puedo ir a buscar algo mejor... -

- Es perfecto - tranquilizó la rubia con una sonrisa y desapareció en el interior para cambiarse.

Merlina esperó inquieta sentada en el borde de la cama, aunque no sabía por qué, estaba feliz de tener a Enid de vuelta, pero también estaban las preguntas acerca de su relación ¿retomarían donde habían dejado? ¿Empezarían de 0? Ni siquiera estaba segura de lo que quería.

Su cavilación se detuvo cuando escuchó a la otra ingresar de nuevo en la habitación, era absurdo el martilleo de su pecho solo con ver a la chica en su ropa, había escogido las más grandes que tenía y le quedaban a la medida resaltando sus ojos azules y el cabello rubio.

Sombras Entrelazadas (Wenclair) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora