Los Sentimientos De Merlina

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¿Cuándo comenzó Merlina a ver a Enid con otros ojos? No podía decirlo con exactitud, aunque recordaba la primera que fue consciente del acelero de su corazón, claro que necesito ayuda en varias ocasiones para considerar sus posibles sentimientos.

- ¡Mira! ¡Un chocolate! - una Enid de 13 años se agachó para recoger el dulce que estaba en el suelo.

- Asqueroso - murmuró Merlina sin darle importancia, creía que no era necesario nombrar las razones por las que no debía ser ingerido, y como siempre sucedía con la rubia, se equivocó - ¡Suelta eso! - de un manotazo se lo hizo caer al suelo.

- ¡Hey! -

- Si quieres morir, hay formas más dignas de hacerlo que por una infección intestinal - dijo sin creerse que le estuvieran reclamando por una acción de lo más lógica.

- Pero yo quiero chocolate - se quejó la mayor achicopalada.

- Compra uno -

- No tengo dinero, perdí una apuesta contra Xavier - respondió indignada por cómo el chico le había ganado en tiro con arco por tan solo un punto.

- Ese no es mi problema -

- ¡Moriré! - la más alta dramatizó un desmayo ante la mirada preocupada de algunos transeúntes.

- Por favor levántate, estás haciendo el ridículo, normal en tu diario vivir, solo no me arrastres contigo en el pozo de la vergüenza - la rubia no se movió y luego de unos largos minutos la peli-negra rodó los ojos - Agh, ya regreso -

¿Enserio iba a caer en su juego? Sería muy fácil dejarla tirada ahí hasta que le doliera la espalda, haría eso con cualquier persona, entonces ¿Por qué estaba caminando hacia un supermercado? Tenía cosas más importantes que hacer, unas clases importantes a la que asistir, así que ¿Por qué pasaba entre los estantes buscando el chocolate favorito de la rubia? Todo iba más allá de lo ridículo, en contra de como siempre actuaría y siendo así ¿Por qué estaba pagando por 3 de esas cosas?

- Aquí tienes - la oji-azul, quien se había sentado en el césped a un lado del camino se levantó como un rayo y miró a la joven Addams con emoción.

- ¡Eres tan dulce! - exclamó arrebatándole la chocolatina.

- Le pondré picante a todas tus golosinas si vuelves a decirme así - amenazó la menor avergonzada por su propio comportamiento y molesta por la satisfacción que llegó al ver a Enid comer con gusto lo que había comprado.

Esa fue la primera vez que prestó atención a la insinuación en las palabras de Pericles, quien desafortunadamente había presenciado todo el momento.

- ¿Acaso te gusta? - le había preguntado el menor mientras intentaba encontrar el filo en la hoja de un libro - La última vez que te dije que tenía hambre me encerraste en mi habitación para comprobar cuanto tiempo podía pasar antes de que me desmayara - comentó sin darle mayor importancia - De no ser por Eugene hubieras esperado a que muriera de inanición -

- No exageres, hubieras saltado por la ventana antes de que eso sucediera - había dicho, evitando involuntariamente contestar a la verdadera pregunta.

O también estaba aquella vez con su amigo "torre de vigilancia" como había decidido llamarle (definitivamente no por que le molestara la injusticia en la distribución de centímetros de altura).

- Estoy aburrida... - dijo Enid entre bostezos.

- Nadie te pidió que me acompañaras - la peli-negra no la miró, estaba concentrada en el libro entre sus manos.

- Pero quería hacerlo - se defendió la menor haciendo un puchero - Eres muy expresiva en tu hora de lectura, nunca te había visto tan indignada hasta aquella vez cuando el asesino resultó ser el que habías dicho que era inocente -

Sombras Entrelazadas (Wenclair) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora