Capítulo 4

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Tal cosa no habría ocurrido tan cándidamente en su mundo. En Lamerion los seres humanos casi no eran vistos, salvo aquellas almas poco comunes que se atrevieron a desafiar la larga travesía, el mar traicionero de Onyx y sobrevivieron —la mayoría no lo hizo—. Y los que sobrevivieron, generalmente se mantenían a sí mismos y no interactuaban con los elfos, a sabiendas de que no eran bienvenidos.

En las raras ocasiones en que se les vio, fueron vistos hasta con un fresco desdén en la animosidad de que eran simples y tal vez peores que los elfos.

El actual régimen en el poder tenía una postura en particular y llena de odio hacia todos los ecthain —no elfos, incluidos los seres humanos—, y veía a los elfos como que estaban por encima de todo el resto de los "pequeños" pueblos del mundo.

Era algo contra lo que Eunhyuk luchaba todos los días, viéndose obligado a vivir en el alto tribunal, porque a diferencia de la mayoría de los miembros de su raza, él no se había adherido a la teoría elitista. Él había sido educado para respetar a todas las almas. Su madre había sido una rara joya con un gran corazón, que ofrecía compartir todo lo que tenía con los que buscaban su ayuda o consejo. Ella encontraba belleza en todos los seres, y había enseñado a Eunhyuk a hacer lo mismo.

Y para Eunhyuk, Donghae era uno de los seres más hermosos que jamás había conocido.

—Disfruta de la tranquilidad —dijo—. Vuelvo en un rato.

Quédate... —Era más un suspiro que una palabra, y Donghae rodó sobre su costado, capturando la mano de Eunhyuk que estaba debajo de su mejilla.

Eunhyuk se sorprendió por la súplica, pero algo tiró muy profundo dentro de él. —Ni siquiera me conoces.

Otro suspiro suave. —Quédate.

Desgarrado por el anhelo de hacer exactamente lo que Donghae le pedía, unirse a él en la cama, sostener al hombre cerca y quedarse allí, y el conocimiento de que probablemente no debería arriesgarse a estar en este mundo por mucho tiempo, aun teniendo otras cosas que hacer aquí, Eunhyuk vaciló.

—Yo quiero —le susurró a Donghae—. «Más de lo que sabrás». Pero he venido a ayudarte.

Aflojó su mano de debajo de la mejilla de Donghae y la sacó, aunque no fue una tarea fácil. Quería quedarse y disfrutar del contacto el mayor tiempo posible. Él lo había visto y oído durante mucho tiempo, pero la incapacidad de alcanzarlo y tocarlo había sido desesperante.

Él había visto sumergirse a Donghae en la desesperación por su tienda y su incapacidad para pagar por las cosas que necesitaba, vio crecer menos sus sonrisas, y la preocupación borrar el brillo de sus cálidos ojos marrones.

Eunhyuk se había encontrado a sí mismo extasiado delante del espejo, con las manos apoyadas en él, queriendo con toda desesperación alcanzar y consolar al hombre de cualquier forma posible. Él había sentido en su propio pecho todos los dolores que Donghae había experimentado, y le había parecido mucho peor, porque no podía hacer nada al respecto. Él había odiado sentirse tan impotente. Odiaba aún más el conocer tan bien a Donghae, y que Donghae ni siquiera supiera que él existía.

«¿sin embargo, Será realmente algo mejor ahora?»

Eunhyuk hizo una mueca. «Sí». «Y no». Por lo menos ahora podía tocar a Donghae, podría ayudar de manera tangible, podría hacer una diferencia, podría devolverle la luz a sus ojos. Y, sin embargo, debido a las reglas del espejo... no podía permitir que Donghae lo viera.

Ese pensamiento le causó a Eunhyuk un dolor de soledad profundo.

—Sé agradecido por tener esto —él mismo se criticó—. Es más de lo que tenías antes.

El Elfo y el Zapatero adaptación EunHaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora