Capítulo Final

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Un sonido chirriante sorprendió a Donghae despertándolo. Le tomó unos segundos para mover la cabeza, aclararla y darse cuenta de que estaba sentado ante la mesa y se había quedado dormido con la cabeza entre sus brazos. El chirrido se hizo más fuerte, e hizo una mueca. Cuando levantó la cabeza, el dolor se disparó a través de su cuello, por haber permanecido tanto tiempo en una posición tan incómoda.

Él parpadeó. La cocina estaba oscura excepto por una lámpara nocturna al lado del fregadero que enviaba un resplandor amarillento en la penumbra. Su cabeza latía de nuevo. Los dedos de su mano izquierda estaban dormidos.

¿Y qué fue ese ruido espantoso? Era el sonido de metal raspando metal.

Se sentó, sosteniendo su cabeza mientras el sonido se construía.

Donghae miró alrededor de la cocina, tratando de entender qué pasaba, pero su mente estaba confusa. No tenía idea de qué hora era, excepto que no era el amanecer todavía.

La cocina empezó a traquetear. Literalmente, moviéndose, ¡como un... terremoto!

Donghae se puso de pie, y luego se quedó helado, tratando de pensar qué hacer ante un terremoto. ¡Jesús! Ellos nunca habían tenido terremotos en la zona lo suficientemente grandes como para sentirlos. ¿Cómo iba a saber qué diablos hacer?

Zeus chillaba en su jaula.

En un momento de claridad, Donghae agarró la jaula de Zeus, y luego se encaramó a la mesa de pesada madera. Probablemente era lo más pesado en la casa.

El chirrido se hizo más fuerte todavía, hasta que Donghae sintió como si estuviera dentro de una lata gigante que podría estar siendo abierta con una navaja.

Un destello iluminó la habitación, casi como un relámpago. Donghae miró hacia arriba para ver qué podría haber sido...

Se quedó paralizado, incapaz de moverse, casi sin poder respirar.

El espejo brillaba con una extraña luz, como de fuego, y mientras miraba, el marco parecía extenderse, a continuación, se contrajo de nuevo a su forma habitual, se extendía, se contraía. Cada vez que lo hacía, la casa se agitaba.

—Oh, Dios mío... Eunhyuk.

Donghae no tenía idea de lo que estaba pasando, pero el nombre de Eunhyuk llenaba su mente una y otra vez, como un cantico. Eunhyuk... Eunhyuk... Eunhyuk... Eunhyuk.

«Por favor, permite que esté vivo.»

El espejo seguía extendiéndose y contrayéndose. Un nuevo ruido venía ahora, junto con el chirrido... un gemido extraño. La luz de fuego dentro del espejo se hizo más brillante. El espejo parecía vivo, retorciéndose en la pared. Donghae tragó saliva, su corazón parecía correr una maratón.

Y entonces la luz en el interior del espejo estalló como una granada en un estallido de color rojo, naranja y negro. Donghae escondió la cabeza bajo el brazo y tapó sus oídos cuando la explosión sacudió a través de él.

Oyó un ruido sordo que sacudió a través de las tablas del suelo, seguido por el choque y ruido de cristales rotos.

Y luego todo quedó en silencio.

Donghae levantó lentamente la cabeza, esperando encontrar en su casa todo volado en pedazos y en llamas. En cambio, la casa estaba extrañamente oscura, excepto por la luz nocturna que seguía ardiendo sobre el fregadero. Levantó la mirada hacia donde había estado el espejo, y encontró el marco vacío, torcido y colgando. El vidrio se había roto y estaba en pedazos en el suelo debajo de él.

«Oh, no... ¡No, no, no!»

Un grito se construyó en su pecho. Con el espejo roto, no habría manera de volver a ver a Eunhyuk nunca.

El Elfo y el Zapatero adaptación EunHaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora