Solos

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Daniela.

La persona del departamento dijo que no había problemas con Lola, solo que mantuvieramos limpios los muebles y el departamento para que no se impregne el aroma. Una vez que firmamos el contrato y dimos el dinero, nos entregó las llaves del departamento. Dejándonos solos en el departamento.

Suelto un suspiro luego de mirar la habitación principal, pues me siento agotada y aún falta que empaque mis cosas. Por fortuna el auto fue un regalo de mi abuela y no pueden quitármelo.

Noto como Augusto me mira con atención mientras recarga su espalda en la puerta. Me pregunto ¿Que pensará?

—¿Estás cansada? —Pregunta mientras camina hacia mí y asiento con la cabeza
Todavía debo ir por mis cosas, si por mi fuera no iba —Digo mientras hago una mueca. Siento como coloca una mano en mi cintura y mientras me mira a los ojos me jala hacia él. Puedo sentir su cuerpo vibrando con el mío en una emoción que ni nosotros entendemos.
Poco a poco se inclina hacia mi rostro y me besa.

Pero esta vez es un beso diferente. No es tímido. Al contrario, se siente más efusivo. Sus manos están abrazando mi cintura y de repente subió una de sus manos hacia mi espalda, provocando que un cosquilleo recorra mi cuerpo. Mi respiración se vuelve dificultosa, pero no quiero que se detenga. Mi mano derecha acaricia su mejilla y la izquierda, se agarra suavemente de su nuca. Siento como coloca su mano en el cierre de mi vestido y lo baja unos centímetros. Lo que hace que sienta un calor insoportable. Mi corazón suplica que me deje llevar aún que amenace con tener un ataque cardíaco. De repente se detiene y separa poco a poco sus labios de los míos, se queda a unos centímetros de mis labios. Puedo sentir su respiración igual de agitada que la mía y se que si coloco mi mano en su pecho, sentiré que su corazón está igual de alocado que el mío.

Perdóname... No debí hacerlo —Dice mientras vuelve a subir el cierre de mi vestido, sin dejar de mirar mis labios. Siento que mis mejillas están ardiendo, revelando lo sonrojada que estoy.
Asiento con la cabeza mientras siento que su mano sigue en mi cintura.
—Lo mejor será que nos
apuremos —Digo en un debil intento de no revelar que moría de ganas porque no se detuviera. Augusto asiente con la cabeza y nos separamos. Sin importar cuanto deseemos no separarnos.

#PGP2023 Cuando te vi pasarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora