El arte de perdonar

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Augusto.






—¡No te vayas! —Se escucha un grito desde el interior de la casa y una joven se cabello negro y un poco alta, sale corriendo y se dirige a Daniela.

—¡Perdóname, creí que hacía algo bueno por ti! —Dice mientras se lanza sobre Daniela para abrazarla. Daniela se tambalea pero logra mantener el equilibrio. La puedo escuchar sollozar mientras abraza con fuerza a Daniela y veo como Daniela levanta los brazos para abrazar a esa chica.

—Lo sé... Basta, no llores más. Se que tus intensiones eran buenas.

Perdóname hermana...

—Solo si dejas de llorar —Dice Daniela con la voz temblorosa. ¿Así que es su hermana? Me siento realmente cautivado de ver como intenta calmar la culpa que siente su hermana. Se separan lo suficiente para poder mirarae a los ojos y apesar de que su hermana es más alta, Daniela seca sus lágrimas con sus manos mientras acaricia las mejillas de su hermana.

—Recuerda que eres libre de decir "No acepto" El día de tu boda —Dice Daniela con una sonrisa tierna y su hermana asiente con la cabeza.

—Ya me voy... Me iras a visitar ¿Verdad?  —Esto último se lo dice a su hermana y ella asiente rápidamente con la cabeza. Me acerco a Daniela y cuando se sueltan, le ofrezco mi mano a Daniela.

—¡No habrá marcha atrás si atraviesas esa puerta Daniela! —Dice con voz amenazante su mamá. Veo que esa lágrima que amenazaba con salir, por fin sale y recorre lentamente la mejilla de Dani. Ella mira a su mamá con tristeza, quizás para tratar de ver si siente algo por ella, pero su expresión sigue siendo fría y retadora. Daniela hecha una última mirada a lo que fue por mucho tiempo su hogar y termina su recorrido en mi mano. Toma mi mano y salimos de esa propiedad.

Que por cierto, era bastante grande. Si así se ve por fuera, no me imagino como se verá por dentro.

Mi corazón está muy acelerado, de ver como ha dejado todos esos lujos en esa casa, para poder estar conmigo. Pero también me hace sentir culpable. Me duele un dolor ajeno.

Se limpia las lágrimas y enciende el auto para luego mirar la puerta de esa casa. Su hermana llora mientras observa como nos vamos.

—Espera Daniela... Tienes que volver a tu casa. Tienes el corazón roto y es culpa mía —Digo con suplica, porque por alguna razón, ver esto me estruja el corazón. Pero niega con la cabeza sin dejar de mirar el camino.

—Tu no has roto nada... Esto ya estaba roto. Es tiempo de madurar —Dice casi como un susurro, mientras trato de buscar la forma de hacerla sonreír.

Busco algo en el auto con la mirada, para ver si encuentro algo, pero no encuentro nada.

—¿ sabes cual es el colmo de un ave? —Pregunto al recordar el único chiste que me se. Veo como lo piensa un momento y niega con la cabeza

—No ¿Cual es?.

—No se, por eso te preguntaba —Digo mientras me encojo de hombros. Daniela suelta una ligera carcajada. Mientras la miro un poco sorprendido, de que un chiste tan tonto le haya sacado una sonrisa

—Que chistoso lo dijiste —Dice mientras trata de dejar de reír. Me rio ligeramente, pues su risa es un poco contagiosa y cuando menos me doy cuenta, llegamos al nuevo departamento.
Me da un poco ee alivio ver como se le quedó una sonrisa en los labios. Esos labios que jamás deberían de curvarse hacia bajo. Quizás mi propósito, a partir de ahora, sea hacerla feliz.

#PGP2023 Cuando te vi pasarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora