Capitulo veinsiete

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Todas esas horas solitarias, ¿Qué son ahora para ti? Una maldición que te aplasta, un peso que te asfixia, un mar que te ahoga, una tortura que te quema

Alinka  le hablaba a él. Esa horrible concepción llenó al soldado en el estómago; como si le hubiesen dado un golpe en él. Era su padre, y no se sentía como tal.

—¡Caramelo! ¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?

Bucky levantó a la niña, lanzándola levemente por el aire y haciéndola reír. Alinka pataleaba, chillaba de alegría. Para alguien que no la había visto al llegar a Nueva York, sería imperceptible, pero Steve pudo ver que Alinka había recuperado peso, las mejillas sonrosada y un cabello mucho más brillante, como un niño normal. Esa pequeña que reía, no era una renegada.  James lo miro molesta ante su falta de respuesta.

—¡Papá! ¡Papá!—dijo, con una sonrisa—¡Juga!

— Yo...

Steve no pudo aguantarlo más, salio de la habitación de un portazo. En un principio, Alinka chilló, escondiéndose del rubio en el pecho de Bucky; pero el soldado del invierno solamente le sonrió al otro hombre.

—¿Qué pasa, Rogers? — lo siguió con una sonrisa burlona— tenemos el honor de tu visita, y aún así pareces estar dispuesto a huir, ¿no es así?

—Natalia quiere ver a la niña.

Los ojos de Alinka se abrieron al escuchar su nombre, extendiendo las manos hacia Steve; quien no tardó en tomarla en brazos.

—¡papi!

El soldado frunció el entrecejo.

— puedes llamarme Stevie —dijo inspeccionándola.

—¡No! ¡Papá!—mencionó la pequeña, apretándose contra el.

—¡No vuelvas a hacer eso!—amenazó el soldado del invierno— no merece tu rechazo. No cuando lo ha sufrido toda su vida.

"Ella no es una renegada". Fueron las palabras que quedaron en el aire, Alinka chilló, enojada, llamando la atención de Yelena.

—Parece que tendrás la misma relación con ella que con Natalia—dijo la rubia, divertida tomándola para dejar un beso en la cabeza llena de rizos rojos—No habrá punto medio entre ustedes,  por lo que veo.

—Voy a llevarla a ver a su madre—repitió de manera mecánica.

—Suerte con eso—Yelena se encogió de hombros antes de ponerle la niña de nuevo en los brazos—Espero que tengas todo para ella.

Pensó que llevarla por la base sería un reto; pero la realidad era que Alinka estaba mayormente asustada. Se aferraba con desesperación a un viejo trapo, metiéndoselo a la boca y mordiendo incesantemente. Le acarició la mejilla con torpeza, definitivamente era mucho mas delicada que Desmond. Caminó directamente al ala medica, pero se sorprendió al encontrarla vacía.

—¿Qué demonios?

—¡Emonios!—repitió Alinka.

—¿J.A.R.V.I.S.?—preguntó—¿Dónde está Natalia?

Le preocupó más el no tener respuesta; aferrándose a la niña, caminó por la base hasta encontrar murmullos en una habitación, mientras más se acercaban podían darse cuenta que aquello eran gritos. Alinka se tapó los oídos y Steve deseó tener su escudo cerca para protegerla. No había querido proteger a nadie tanto desde Natalia, excepto a Desmond y a Joshua.

Escuchar la voz de Natalia, hizo que Alinka elevara el rostro, emocionada.

—¡MAMÁ!

Natalia parpadeó, las lágrimas salieron antes de que pudiera controlarlas. Por primera vez en su vida, la Viuda Negra tenía algo fuera de si misma, algo por lo que realmente podía vivir. No se dio cuenta de lo mucho que la necesitaba hasta que la tuvo lejos; no era capaz de respirar si no la tenía pegada a su pecho, succionando; dándole la poca vida que tenía.

RENEGADES (ASTERIXBADBITCH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora