Capítulo diecisiete

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"La venganza y la tragedia a menudo suceden al mismo tiempo. El perdón redime el pasado"

—Tenemos noticias para ustedes—dijo Dreykov—al comedor, ¡ahora mismo!

En los dos años que habían pasado, los renegados habían sido sometidos a toda clase de experimentación, empezando por el control mental. Natalia y Steve, como siempre, eran los más fuertes, gracias a sus temperamentos y al suero que poseían en sus venas; y quizás a la unión que las ataba. Quien peor la había pasado era James, quedaba poco de lo que realmente era, casi nunca lo veían. Wanda tampoco se encontraba en el mejor estado para convivir con ellos. La relación entre los cuatro renegados parecía romperse a una velocidad alarmante.

—¿Qué estará pasando?—preguntó Steve en voz alta.

—No es nuestro lugar hacer preguntas, Rogers—sentenció Natalia.

La pelirroja dio tres pasos al frente, queriendo alcanzar a Melina para descubrir qué era lo que estaba pasando. Apenas cumpliría veinte años, pero parecía que hubiese estado en el frente de batalla durante toda una vida.

—La sigues queriendo, ¿no es así?—dijo Wanda.

—¿No te han dicho que es de mal gusto usar tus poderes en las mentes de tus amigos? — intento disimular su fastidio con un tono burlón.

—En primer lugar, se nos ha educado para no ser amigos, ¿lo olvidas?—Wanda le dirigió una media sonrisa—en segundo lugar, no tengo porque leer tu mente, es suficiente con ver tu rostro.

—Lo que teníamos Natalia y yo está completamente muerto—dijo el rubio, bajando la voz para que nadie más escuchara—se fue con nuestro hijo, con lo que nos ha destruído este lugar. No hay más que hablar.

—Lo siento mucho.

Discretamente, Steve extendió la mano a Wanda, quien la tomó y la apretó un poco, sonriendo tristemente. Sabía que aquello debía ser muy importante para que la llamaran a ella también y no la tuvieran en misiones asesinas, que era lo único para lo abandonaba la sala de confinamiento donde probaban el alcance de sus poderes.

—¿Sabes algo de James, Wanda?

— Algunas veces —dijo con un susurro— pero solo me encuentro con el Soldado del Invierno allí dentro; una vez traté de traspasar su mente; se inquieta. pero no estoy segura que James siga con nosotros, solo parece volver en si al verme, pero no suele durar demasiado.

—¡Silencio! ¿Quieren que los descubran?—se quejó Yelena. Ambos reclutas la vieron sorprendidos.

—Pensé que esto solo era para los renegados...—comenzó Steve.

—Dreykov nos quiere a todos aquí.

Steve no dejaba de analizar toda la información que recibía en ese momento. Cuando pensaba que la organización comenzaba a decaer, Dreykov salía con otra cosa que amenazaba el orden mundial y sus propias vidas.

—¿Romanova sabrá algo?

Al encontrarse con el rostro de la pelirroja, se dio cuenta que todos estaban en la oscuridad. Natasha odiaba no saber, había aprendido que la información era su arma más poderosa, aunque tuviese que pretender que la conocía.

—¡En formación!—gritó Dreykov.

Los reclutas obedecieron al instante; se encontraban los que quedaban en la KGB, todas las escalas de la organización, desde los prisioneros más bajos hasta los colaboradores directos del líder. El grupo dirigió la vista a James, pues ahora se encontraba separado de ellos, sentando junto al equipo de guardias de élite.

RENEGADES (ASTERIXBADBITCH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora