cinco: propuestas

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CAPÍTULO CINCO [PARRILLADA]

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CAPÍTULO CINCO
[PARRILLADA]
















Eliza tomó un par de cosas de la cocina de los Toretto para salir hacia el patio, detrás de ella iban Jesse y Brian.

Eliza notó como llegaban Vince, Metty, Leon y Barry, pero Vince vio a Brian detrás de Eliza. Le entregó la cosas a Letty para subir a su auto.

Eliza rodó los ojos al verlo.

— Eliza — la llamó Dominic.

— Ya se, ya se.

— El pollo está seco.

— Mételo en una ducha — bromeó Eliza sacando una carcajada en Barry. — Sabes que puedes hacerlo sin mi, Dom.

— Pero eres la cocinera de la familia — respondió Dom besando su mejilla.

Eliza sonrió.

— Ya, sirve — pidió Leon.

— Ven por el — regaño Eliza.

Entró a la casa de los Toretto de nuevo para ir por unas cosas que olvidó, Brian la siguió. Todos estaban afuera de la casa.

Brian se acercó con cuidado hacia Eliza tomándola de la cintura, dejó un beso en sus labios.

— Aquí no — lo detuvo Eliza. — Van a descubrirnos.

— Las aventuras son más divertidas con un poco de peligro — respondió Brian antes de volver a besarla.

Un último beso, Eliza obligó que Brian cargara una cubeta con cervezas antes de salir de la casa.

Todo estaba listo, dejaron las cosas en la mesa para que pudieran sentarse a comer. Eliza se sentó al lado de Barry, dejando a Brian en el esquina de la mesa.

— Oye — se quejó Eliza al ver a Jesse. — Dom, las reglas.

— Si hermano, ya sabes — regaño Barry.

— Como fuiste el primero que estiró la mano para tomar el pollo, Jesse, tú darás las gracias — señaló Dominic.

Jesse tomó una servilleta para limpiarse las manos.

— Hazlo — lo alentó Eliza.

Mía se persino rápidamente, con Eliza imitando su acción, cerró sus ojos al juntar sus manos y poner los codos sobre la mesa.

— Amado Celestial — comenzó Jesse.

— Espíritu —  corrigió Leon.

— Espíritu, gracias, gracias por proveernos el sistema de inyección, por los cuatro enfriadores también los las válvulas de titanium, gracias — dijo Jesse.

Todos aplaudieron al terminar de dar las gracias.

— Y por las sagradas manos de Eliza Ortiz que ayudó a Dom a cocinar — agradeció Barry mirando a su amiga de reojo.

— Amén — dijo Leon.

— Bien.

— No está mal.

— Le agradeció a los dioses de los automóviles— habló Letty.

Eliza notó como alguien entraba, era Vince quien volvía a hacer su acto de presencia.

— Miren quien llegó, el coyote viejo, creí que no tenía hambre — hablo Leon con sarcasmo.

— Tengo que comer — dijo Vince buscando una silla.

— Siempre tiene hambre — murmuró Letty.

— Anda siéntate, siéntate — ofreció Dominic.

Vince inmediatamente se sentó al lado de Letty, pero para su mala suerte le tocó enfrente del rubio que mejor le agradaba en esa mesa: Brian.


























Eliza se encontraba tarareando una canción mientras lavaba los platos, vio como Brian entraba en la habitación con más platos en sus manos.

— ¿Necesitas ayuda? — preguntó Brian.

— No gracias, ve y siéntate con ellos a ver la película — dijo Eliza con una sonrisa.

Brian no la escucho, busco un trapo para ponerse a secar los platos.

— De donde vengo, quien cocina no lava los platos — dijo Brian.

— Eres igual que Barry — respondió Eliza pasándole otro plato. — Él le dijo lo mismo a Mia.

El rubio miró a la chica, ella le devolvió la mirada.

— Quiero invitarte a salir.

— Quiero verte pedirle permiso a Dom — río la chica.

— ¿Le contaste sobre...?

Eliza le lanzó agua al escucharlo.

— En absoluto, Dom no debe saber eso, aún sigo siendo la inocente del grupo — hablo Eliza sacándole una sonrisa a Brian. — Es solo que, he crecido con los Toretto desde que tengo memoria y Dom es como un hermano mayor para mi.

En ese momento Vince entró a la cocina, poniendo unas palomitas en el microondas.

— Lava mi auto cuando termines — se burlo Vince.

— ¿Disculpa? — preguntó Eliza girándose, Brian cerró la llave del agua.

— No Eliza, tú no, al maricon, ponte un lindo vestido y te llevaré a la calle donde perteneces belleza — dijo Vince nuevamente burlándose del rubio.

Eliza rodó los ojos, una idea pasó por su cabeza. Le quito a Brian el trapo para secarse las manos.

— Está descompuesto, ¿Qué le pasa a esta cosa? — dijo Vince mirando el microondas.

Eliza dio unos pasos. — Vince, Vince ¿cuál es el restaurante cubano al que querías llevarme con ese platillo? — preguntó Eliza acercándose al hombre, Vince sonrió ampliamente al escucharla.

— Y velas rojas, y la mesa de madera — siguió Vince.

— Si, ¿Cómo se llama? — preguntó Eliza atrapando un mechón de su cabello en uno de sus dedos.

— Cha, Cha, Cha — respondió Vince.

— ¿Podrías llevarme ahí? — preguntó Eliza mirando a Brian acercándose ahora hacia él. — El viernes a las Diez ¿está bien para ti?

Eliza colocó una de sus manos en el pecho de Brian.

— Si, Perfecto — respondió Brian, poniendo una de sus manos en la cintura de la chica Ortiz.

— Bien — susurró Eliza a centímetros del rostro de Brian.

Los dos voltearon a ver a Vince, la sonrisa que antes tenía en su rostro se había borrado, Eliza besó rápidamente los labios de Brian, lo que ocasionó que Vince golpeara la puerta y saliera de la cocina.

— Más te vale no llegar tarde — hablo Eliza separándose de él volviendo a lavar los platos. — Odio que sean impuntuales.

— Estaré aquí a las Diez en punto, ni un minuto antes, ni uno menos — aseguró Brian.

Ortiz sonrió, no iba a admitirlo, pero le agradaba la idea de tener una cita con el rubio, al menos ya no tendrían que escabullirse en el taller o esconderse de Dom.

21 GUNS; Brian O'ConnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora