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El sueño no tardó en apoderarse de mi luego de llorar a oscuras.

Mi subconsciente vagón por zonas desconocidas para mí, ya que no suelo soñar. Pesadillas sí, lamentablemente, hasta había tenido terrores nocturnos, pero buenos sueños... Casi nunca.

Estaba echada boca arriba en el césped, mirando las nubes. Desde ahí, me di cuenta de que estaba soñando, puesto que mi terror a los insectos hacía que nunca tenga contacto muy directo con la naturaleza. Pero se sentía tan real, esa sensación de relajación y paz, podía sentir cada fibra de césped bajo la yema de mis dedos y el suave calor del sol, dándome de lleno en el rostro.

Una voz de hombre llamó mi atención, sobresaltando ese momento tan peculiar. Ese sonido cálido y varonil recorrió desde la punta de mi cabeza, por toda mi columna, causando un estremecimiento ligero, nunca antes experimentado.

- Puedo acompañarte? - es todo lo que aquél hombre mencionó

Sin yo poder estipular respuesta, escuché como se acostaba a mi lado. Por el sonido, podía identificar que era un hombre grande, al que no me atrevía a darle cara. Por un momento, hasta dudé de que estaba soñando. Las sensaciones eran demasiado reales

- Eres tan hermosa - continuó aquel ser. Sentí su voz mucho más cerca a mí oído izquierdo, por lo que no pude contenerme más y giré el rostro para mirarlo.

Era consciente de mi gesto estupefacto. Aquél hombre era hermoso, nunca había visto "en persona" a nadie igual. Sus rasgos afilados, ojos marrón chocolate al punto de casi ser rojizos bajo el sol, su cabello largo, rubio con las puntas un poco rojizas, y una sonrisa amable y deslumbrante, hicieron que no pudiera articular palabra

Me consolaba pensando que menos mal era un sueño, porque si hubiera sido en la vida real, seguro ese hombre se hubiera llevado una muy mala impresión, ya que sólo me limité a contemplarlo, absorta.

- Quédate conmigo, solo un poco más... cerca - susurró, mientras acercaba su rostro varonil al mío

Me quedé helada a pesar del sol destellante. Aquél hombre posó sus labios sobre los míos en un cálido beso, suave, destilando un sentimiento desconocido para mí. No pude hacer más que seguirle el juego.

Pronto el beso dejó de ser un roce de labios, a ser más conciso. El movimiento de nuestros labios era pausado, pero fuerte. Su mano izquierda se acercó a mí cuello, afianzando el agarre de forma gentil y firme. Su mano era tan grande que ocupaba casi todo mi cuello. Yo no podía y no quería escapar de su agarre.

Continuamos el beso, hasta que yo me alejé en búsqueda de aire. Ambos estábamos jadeando suavemente. Yo me aferraba al pasto buscando un poco de estabilidad y él, con su pulgar empezó a acariciar mi mejilla derecha, brindándome una sonrisa triunfante, junto con un brillo de exitación en la mirada.

Cómo puedo estar agitada, si es un sueño? Debo despertar. Quiero despertar?

Mi monólogo interno no cesaba, mientras aquél hermoso hombre de ojos rojizos y cabello rubio se acercó nuevamente a mí, continuando con la faena de besos.

Segunda Oportunidad - Rengoku KyojuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora