Segunda Oportunidad - Rengoku Kyojuro

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Tenía quince días libres, por así decirlo, para habituarme y conocer el lugar. Contacté con una amiga de hace años, que justamente estaba en España en ese momento, cerca a donde yo me estaba hospedando.

Necesitaba hablar con alguien sobre esos sueños, y no sé por qué, pero sabía que sí le contaba a mi mejor amiga o amigo, iban a burlarse y confirmar mi locura (cosa que también me parecía lo más certero), pero recordaba que mi amiga María, con la que me iba a encontrar en la tarde, era un poco más creyente a otras posibilidades.

- Entonces, van 2 veces que sueñas con el mismo tipo?! - preguntaba, emocionada e intrigada por mi historia del hombre de fuego.

- Sí, y te juro que nunca lo he visto, ni en películas, ni libros. Tal vez tiene un parecido a Aquiles en físico, pero lo que se hombre transmite es...

- Sí, sí, ya entendí. Te enamoraste del hombre de tus sueños, literalmente - dijo con una risita socarrona

Reí con ella, cayendo en cuenta de la imposibilidad de que vuelva a soñar con ese hombre, o que tal vez me lo encuentre por obra de magia en la vida real. Esos hombre ya no existen, si es que alguna vez existieron.

Pasamos la tarde alucinando con probabilidades, de que tal vez era un demonio que venía a besarme por las noches, que tal vez era mi ángel guardián que se había enamorado de mi o era un hombre de mi vida pasada. Cada opción, más increíble que la siguiente.

Quedamos en salir a bailar y tomar la noche siguiente, me iba a presentar a algunos amigos a ver si borraba a mi ex y al hombre de fuego de mi cabeza.

La verdad, en mi ex pensaba muy poco, más sentía una libertad satisfactoria. Había estado tantos años siempre con alguien, y nunca había estado sola en el ámbito romántico. Toda mi adolescencia y gran parte de mi juventud se la dediqué a Marco, por lo que a mis 23 años recién sentía cierta libertad.

Llegó la noche acordada, fui a casa de María, quien vivía con 2 roomies hombres, ambos muy graciosos y apuestos por cierto. Me pareció ver mucho cariño entre ellos 3, toques, miradas que obvio no pasaban desapercibidos.

Fui a su habitación para que ella me preste ropa para la ocasión, puesto que no había llevado mi ropa de fiesta al viaje de estudios.

Yo estaba absorta, viendo como esos trocitos de tela podían cubrir mi cuerpo. Me decidí por un vestido negro, corto, pero al menos me cubría el abdomen, unos tacos a juego, y mis rulos o iban sueltos o amarrados. Decidí que sueltos. Terminando de arreglarme, no me aguanté y le pregunté a María

- Dime la verdad, y no me mientas - la señalé con el labial que tenía en la mano

- Qué cosa? Dime, no tengo nada que ocultar - dijo entre risas y con los ojos bien abiertos simulando inocencia

- Qué hay entre tú y tus "roomies"? - hice como comillas en el aire con mi mano libre

Ella sonrío traviesamente, se me acercó y me dijo al oído

- Somos pareja los 3

Yo tenía los ojos abiertos de par en par frente al espejo. Decidí unirme a su risa nerviosa y no preguntar más detalles. Sentí la pegada de estar en un país bastante más liberal que mi país de origen, pero estaba feliz por ella. Se le veía contenta, y ellos la miraban con mucha dulzura. Habían pequeños detalles, que me hacían notar que los 3 se querían mucho y a su manera.

Llegamos al bar, que más era una discoteca. Ellos 3 estaban del brazo y yo pues luchando en no caerme con la trama mortal que era llevar tacos y vestido corto. Busqué con la mirada la barra, y me senté en una silla alta, aliviada. La noche transcurrió tranquila, no quise tomar mucho, mi intención era aprender y ver como era mi entorno. Varios hombres se me acercaban, pero yo trataba de rechazarlos con amabilidad.

Hubo un momento de la noche en el que quise bailar, y María me cedió uno de sus novios para ello. Me estaba divirtiendo, hasta que necesité aire.

Me disculpé con el chico (no recordaba su nombre), y salí a la calle. Era ya entrada la madrugada y a fuera del bar, habían grupos de hombres fumando y parejas en lo suyo. Sentí un ambiente extraño, por lo que decidí que era mejor entrar de nuevo con la tri pareja, cuando de pronto un grupo de hombres, 4 de hecho, se me acercó a pasos rápidos.