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Me cubrí con la sábana blanca que estaba a mi al rededor por instinto, pero no sentí miedo en absoluto. Es más, me sentí tan segura... En casa.

Solo pude mirar embobada a ese hombre, ahora tenía una imagen más clara ya que lo vi de pie frente a mi. Media mínimo un metro noventa o dos metros, se veía bastante musculoso, y su cabello largo hasta los hombros estaba sujeto en una especie de media cola. Su sonrisa amable y optimista era su rasgo más característico, sus ojos rojizos mi miraban con... ¿amor?

Se acercó a mí, con toda la naturalidad y confianza, posicionando una rodilla en piso, por lo que quedó a la altura de mis ojos. Sujetó mi rostro con sus grandes y cálidas manos, y me plantó un suave beso en la frente.

Yo, atónita. Mi cerebro se dignó a funcionar en ese momento y solo recordé lo que dijo, que se iba a una "misión". Vi rápidamente su cuerpo de nuevo, tenía un traje como de militar antiguo, y una especie de espada, una katana en su cinturón. Llevaba una capa blanca en la espalda y logré divisar que terminaba en un diseño flameando, como llamas de fuego amarillo y rojo. Un estilo único y hermoso, que iban en perfecta combinación con sus ojos y cabello. Él parecía el fuego hecho persona.

Sumé 2 más 2 en mi cabecita, y supe que tal vez iba a una especie de batalla o algo así, por lo que en los escasos 2 segundos en los que pensé todo eso, sentí una profunda angustia.

Miedo, terror, preocupación de que aquél hombre de fuego sea lastimado en su misión o peor, no volver a verlo. El aún sostenía mis rostro entre sus manos, maravillado por algo que no entendía. No me importó nada, me avalancé, haciéndonos caer, yo encima de él.

Lo abracé muy fuerte y el, en un primer instante se sorprendió, luego con una pequeña risa amable rodeó mi cintura con sus fuertes brazos.

- Qué pasa, mi hermosa flama? - preguntó con curiosidad, subiendo y bajando su mano derecha por mi espalda, como consolándome.

Yo tenía el rostro oculto en su gran pecho, me aferraba a su cuello con todas mis fuerzas y sentí la vibracion de su pecho al decir esas palabras.

- Vuelve. - el susurro salió de mis labios sin pensar, cargado de una intensidad desconocida - Vuelve, por favor.

- Siempre, siempre volveré a ti. - dijo con solemnidad, como si sus palabras fueran más un juramento que un enunciado.

Me dio un beso pequeño en la coronilla y, con cuidado, giró, posicionándose arriba mío.

No sentí miedo, ni sorpresa. Su movimiento era tan natural para él como para mí. Aún siguió con una mano en mi cintura, mientras en la otra se apoyaba para no aplastarme con su cuerpo. Me miró con un brillo en esos ojos tan peculiares y hermosos, que yo sinceramente me quedaba perdida. Su gesto era... de maravillado. De qué? De mí?

Sin más preámbulo, me besó, y qué tal beso! Movíamos nuestros labios a un ritmos frenético, implacable, luego aventuró su lengua dentro de mi boca, buscando la mía, a lo que yo tímidamente correspondí. Me sentía abrumada con sólo ese beso, tan intenso que sentía que me quemaba el cuerpo, el alma y los pensamientos

Su antebrazo bajo mi espalda, a la altura de mi cintura, haciendo un agarre férreo e implacable, me daba la sensación de seguridad y tranquilidad que hacía que solo piense en ese beso, en ese hombre de fuego, y nada más.

Se apartó de mí lentamente, y pude ver un hermoso y sexy rubor en sus mejillas, sus ojos rojizos brillando, encandilados. Por otro lado, yo también sentía mi rostro arder y mi respiración era errática

Esta vez, cuando desperté entre jadeos, estaba tan furiosa. En serio, no quise despertar.

Segunda Oportunidad - Rengoku KyojuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora