6.30 am

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Lang Qianqiu se encontraba en su amplia cama, una vez más le había ganado al despertador. Se estiró y dió un gran bostezo para por fin abrir sus dorados ojos.

Se quedó mirando el techo, se sentía extraño, pero no le dió importancia.

Se levantó de su calientita cama y camino rumbo al baño, no sin antes apagar la alarma que estaba apunto de sonar.

Pero a medio camino se detuvo, pues sus pantalones de dormir se habían caído de sus piernas.

— ¿Qué?

Por alguna razón sus piernas eran más delgadas y por fin se dió cuenta que se sentía más cerca del piso, algo pasaba con su altura, mejor dicho, algo pasaba con su cuerpo.

A tropezones llegó al baño con solamente su playera y un escalofrío recorrió su espalda.

ERA. PEQUEÑO.

¡ERA PEQUEÑO!, no alcanzaba el espejo. Sólo podía ver su pelo revoltoso.

Estaba entrando en pánico, no podía ser verdad.

Comenzó a tocar su rostro de manera desesperada, no podía estar pasando eso.

— Mierda, no, no, no, no.

Regreso a su habitación y cayó de cara, pues sus pantalones en el suelo se enredaron en sus pies.

Ahí acostado trataba de poner sus ideas en orden.

¿Qué había pasado durante la noche?
De repente un ser de ojos verdes llegó a su memoria.
¿Qué le había dicho? Ah sí, que no lo creía tan buen padre para cuidar a GuZi y ese mal hablado lo había retado, diciéndole incluso que era mejor cuidador que él.
¿Qué le pasaba? Si todos conocían su historial. Un pandillero de lo peor, que cometía ciertos actos de dudosa moral.

Se dió la vuelta y puso sus manos frente a él. El cuerpo que tenía era de un niño... NO QUERÍA VOLVER A SER UN NIÑO.

Cerro sus ojos pellizcando sus brazos, tenía que ser un mal sueño, no, no era un sueño... Era una jodida pesadilla.

El dolor se extendió por todo su brazo, pero no tenía esa sensación de despertar.
Abrió nuevamente los ojos y bajo la mirada, su cuerpo era el mismo.

— Carajo. Ese maldito.

No sabía cómo, no sabía por qué. Pero estaba seguro que Qi Rong tenía que ver con lo que le estaba sucediendo.

De manera hábil, no por nada era el mejor gimnasta de la Universidad, se paró y controlo sus emociones.

Bien, lo primero que tenía que hacer era planear una excusa para la escuela. No sabía cuántos días estaría así, tenía que ser una excusa creíble y daba gracias a los cielos que sus padres se habían ido al crucero por un mes.

Tomo el teléfono y marco el número de la Universidad.

— Buenos días — suponía que la delgada secretaria con su labial mal puesto acababa de llegar, pues se escuchaba agitada.

— Que tal, habla Lang Qia-

Cerro su boca de manera repentina. Su tono de voz era más agudo, apretó los dientes con rabia.

— ¿Bueno?

Haciendo lo posible para que su voz se notará más grave, prosiguió.

— Ejem. Hablo por parte de Lang Qianqiu, estudiante de Deportes, matrícula 0908776.

— ¿Quién?

El pequeño tomo el puente de su nariz, se estaba exasperando, y eso que apenas comenzaba su día.

— El mejor gimnasta de la escuela.

—…

— El... — maldita sea, tenía que usar ese estúpido apodo—, el chico miel.

— ¡Aaaaah!, Lang Qianqiu. Claro. ¿Qué pasa con él?

En su mente estaba dispuesto a matar a ese hombre ovijerde.

— Sólo llamo para anunciar que faltará una semana. Tuvo una emergencia familiar.

— ¿Y tú eres?

— Soy su... Mmm... Primo, sí, su primo.

— ¿Tu nombre es?

— Lang... Qia, no — estaba muy nervioso, era complicado inventar un nombre de la nada—, perdón. Mi nombre es Lang QianTian.

— ...

Silencio fue la respuesta, estaba rezando para que no preguntara más cosas, en su mente solamente estaba buscando la dirección de cierto personaje de cabello negro y delineado verde.

— Dígale a Lang Qianqiu que necesito que llame lo antes posible para darle detalles de su próxima competencia.

Y sin más colgaron.

¡CIERTO LA COMPETENCIA DE LA SIGUIENTE SEMANA!

Ahora más que nunca necesitaba buscar a Qi Rong y pedirle, NO, exigirle que lo volviera a la normalidad.

Pero, ¿en dónde era que vivía?

No es tan malo como dicen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora