Epílogo.

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4.00 a.m.


Los tres habían quedado rendidos en la cama del mayor.

Lang Qianqiu estaba en un extremo, GuZi en medio, aferrado al pecho de su padre.

Cosquillas sintió en su nariz, así que despertó.

Lo primero que vio, cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad fue el rostro sereno del ojiverde.
Sintió su rostro caliente e inmediatamente una sonrisa se plantó en sus labios.

No pudiendo controlar sus movimientos, estiró su brazo para tocar su mejilla.

Su piel era tan suave y fría.

Espera un momento, ¿HABÍA ALCANZADO SU ROSTRO?

Se levantó de la cama de manera brusca ocasionando un leve quejido de padre e hijo que se encontraban compartiendo la cama con él, sentándose y mirándose los pies.
Las palmas de sus manos las abrió ante sus ojos y eran grandes y musculosas, ¡VOLVIO A SU CUERPO ORIGINAL!, tocó su pecho, sus brazos y su espalda. Sí, todo había vuelto a la normalidad.

Se giró para ver a las personas que aún seguían durmiendo a su lado.

Qi Rong, se veía tan frágil y sereno, mientras que GuZi era tan pequeño que el ojimiel no podía creer que había estado así de chiquito.

Soltó una risa, todo ese día había sido tan extraño.

— ¿De que te ríes, estás tonto?

El pelilargo, seguía con los ojos cerrados mientras un brazo lo tenía alrededor de GuZi acercándolo más así pecho.

— Qi Rong, despierta.

— Duérmete ya, mañana hablamos.

— Oh, vamos, veme.

— Deja de molestar y acuéstate.

El cerebro del ojiverde seguía somnoliento, ¿por qué sentía que esa voz era muy grave para un niño de seis años?

Lentamente abrió sus ojos dando un pequeño salto en su lecho, pues el ojimiel ya se encontraba a su lado muy cerca de su rostro.
Era extraño verlo con sus facciones tan masculinas.

— ¿Regresaste?

— Sí.

— Bien... Duérmete ya entonces — en realidad, no quería procesar bien lo que estaba sucediendo, su sueño era bendito. Lo que quería era dormir. Mañana descifraria esa extraña visión, así que volvió a cerrar sus ojos.

Lang Qianqiu, seguía sin entender muy bien como funcionaba el cerebro de Qi Rong. Pero de algo que estaba seguro, era que quería seguir a su lado para conocerlo mejor y protegerlo de personas que le levantarán falsos.

— ¿Qué me ves?

Bien podía tener sus ojos cerrados, pero seguía sintiendo esa mirada dorada sobre él.

— Nada.

Lang Qianqiu sonrió, y dejándole un beso en la frente volvió a su lado de la cama, no sin antes posar uno de sus brazos en la fina cintura de Qi Rong, dejando en medio del abrazo a GuZi, la personita responsable de hacerle ver sus errores y hacer que conociera a una persona maravillosa.

No es tan malo como dicen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora