Llegada a la Hierba

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Cubriendo la mayor parte de la espalda de Karin, había un sello circular con varios símbolos, letras y demás dentro. Sakura observó con detenimiento aquella marca a pesar de no entender nada de lo que aquellos símbolos significaban.

− ¿Por qué les temerían? −Preguntó Sakura con desconcierto, pues a pesar de saber el porqué los Uzumaki eran temidos, la pelirrosada no concebía la idea, mucho menos al conocer de primera mano a Kushina y Menma− Ustedes... les han ayudado mucho.

−Temen que traicionemos la aldea –contestó Karin para volverse de frente a su interlocutora.

−¿Cómo...? –no terminó su frase y sacudió la cabeza incrédula− Eso es absurdo, sería como si Konoha pensara que Kushina-san y Menma nos atacarán algún día.

Sakura se veía verdaderamente indignada, a lo que Karin no pudo evitar sonreír con tristeza. Su sonrisa radicaba en la sinceridad percibida en el chakra de Haruno, por primera vez, Karin se sentía apreciada por alguien que no fuera de su familia.

−Eso es porque ellos no representan lo mismo que nosotras –contestó Karin en voz baja pero Sakura logró escucharla y aquello llamó su atención− Será mejor que termine de bañarme o nos dormiremos tarde –habló la pelirroja pensando no haber sido escuchada− Ya tendremos oportunidad de hablar cuando Kakashi-sensei nos lleve a comer.

Karin continuó con su baño hasta terminarlo, y durante ese rato, Sakura no pudo sacarse de la cabeza el comentario que oyó de la pelirroja. Si Haruno no se animaba a preguntar directamente a lo que se refería, era porque ya no quería hostigarla más, pero de vez en cuando se veía tentada cuando recordaba que después de la misión no se verían en un largo tiempo.

Cuando ambas volvieron al campamento, se acomodaron en la casa de campaña que les correspondía, pero una vez acostadas, Karin no pudo evitar preguntarle a Sakura por la intranquilidad que sentía en su chakra.

−No tengo nada –contestó Sakura− ¿Por qué dices que estoy inquieta?

−Te hablé de mi habilidad... pero no es todo lo que puedo hacer −volvió a la vergüenza de sus poderes− Puedo sentir tu chakra, sé cuando me mienten, cuando la gente es feliz, está triste o cualquier otra emoción –explicó la pelirroja− Haz estado así desde que te hablé de... de mi sello.

Sakura quedó impresionada al conocer más de la habilidad de Karin, y aunque por inercia quiso mentirle para no tener que presionar por respuesta a su duda, se contuvo al saber que no podría engañarla.

−Es que... ¿puedo hacerte una pregunta? –encontró una forma de desviar el tema sin tener que mentir.

−No tienes de qué preocuparte por el sello –aseguró Karin intuyendo que a eso se referiría Haruno− Si así mamá y yo podemos vivir en paz, está bien.

−En realidad, quisiera preguntarte ¿por qué tu mamá y tú no fueron a Konoha con Kushina-san después de lo que ocurrió en su aldea?

−Tenía un año cuando mamá huyó conmigo de la aldea para salvarnos –platicó Karin− Kusagakure era la aldea más cercana y necesitaba ocultarnos antes de poder llegar a Konoha –la pelirroja hizo una pausa− Mi madre y yo fuimos bien acogidas, y mi madre decidió nos quedáramos –cambió su tono de voz a uno más seco− Era difícil andar con una niña tan pequeña mientras éramos perseguidas, y Kusagakure nos ofreció asilo.

Sakura no quedó convencida, pero intuía que tenía que ver con aquello que la oyó murmurar, sin embargo, no iba a insistir por el momento, y pensó en una forma de desviar la atención de la pelirroja ahora que estaba consciente de que Uzumaki percibía sus emociones.

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