La nueva

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Max se encontraba fuera de la estación, esperándome y cuando vio a mi madre se tensó. Supongo que tenía miedo de que le diera queja a su tío o a su madre.

-Tranquilo Max, no le diremos a tu familia.- este se alivió.

-Gracias Sra. Markfren.

-Aún no soy la Sra. Markfren, querido.- dijo mi madre nerviosa y un poco apenada.

-¿Qué más da? Pronto lo serás.- dije algo enojada.- ¿Ya nos vamos? No me gusta este lugar.

-Sí, ya vámonos.

Todos subimos a la camioneta Ford de mi madre y al llegar a casa trate de ir rápido a mi habitación pero mi madre me detuvo a mitad de escaleras.

-¿Para dónde cree que va señorita?

-A mi habitación. – digo obvia.

-¡Ven aquí! Tenemos que hablar...

Baje las escaleras que ya había subido y me senté en el último escalón como una niña con miedo a que su madre le regañara.

-Te escucho.

-Mañana comienzas la escuela. Estás castigada, no saldrás, ni llamarás a nadie.

-¿Igual a quien llamaría? No conozco a nadie de por aquí solo a los que viven conmigo.

-Has metido al pobre de Max en problemas. ¿Por qué solo traes problemas?- tengo que admitir que esa pregunta me dolió y no tan solo la pregunta sino el tono que utilizó.

-¿Por qué te casarás?

-Alexandra ya hablamos de eso... Déjame ser feliz...

-Y lo serás... Pero no me preguntes el por qué traigo problemas... No lo hago a propósito.- subí a mi habitación enfadada. Ella ni siquiera preguntó lo que pasó, solo me castigó y me dice que solo traigo problemas. Nunca me había dicho algo como eso, nunca me había castigado y nunca me había llamado la atención, a ella yo no le importaba y solo me dice eso.

Busqué por el cuarto de baño un botiquín. Esa perra teñida me dejo los brazos arañados y un pequeño tajo en el labio pero ese fue por el impacto repentino, ella quedo peor. Al encontrar el botiquín lo coloqué sobre mi cama juntó a mi ropa interior sport. Me bañé, lavé los dientes y cepillé mi cabello, me hice una trenza y salí del baño. Me coloqué mi ropa interior sport, me unté alcohol en los rasguños y un poco de crema, me acosté a dormir, mañana será un día largó y pesado. En la mañana siento que alguien me levanta, abro mis ojos con cuidado y veo a Katherine.

-¡Despierta!

-¿Por qué?

-Es tu primer día de clases, ven anda, arréglate.

-Ya va, sal para pararme.

-¿Por qué?

-No traigo pijama...

-Ooo. Vale te espero abajo...

-Vale.- en cuanto salió me levanté y busqué mi uniforme, lo coloqué sobre la cama juntó a mi ropa interior. Me entré a bañar, me lavé los dientes y sequé mi cabello con la toalla. Me puse la ropa interior y me peiné un poco, me unté delineador para ojos y rimer para las pestañas. Fui a la cama, tomé la camisa de botones blanca y me la puse, luego me coloque la falda roja a cuadros y un quimonito negro, había un listón igual que la falda, lo tomé y como no sabía para que era me lo puse por el cuello de la camisa. Luego le preguntaría a Katherine como es que se utilizaba, me puse mis medias altas blancas y mis zapatos con un poco de tacón. No me gustan los zapatos comunes de las escuelas así que le pongo mi estilo al uniforme, bajé a desayunar y al llegar me encuentro con la mirada de todos.

Cambiar yo? Never!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora