Mi mejor amigo

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Me desperté un poco tarde el domingo fue un milagro que mi madre no me despertara como loca. Bajé a desayunar y me todo estaba vacío, me dirigí a la cocina y en el refrigerador me encuentro una nota pegada la cual decía:

"Alexa, salimos de paseo. Tu madre dijo que no te gusta despertar temprano los domingos así que te dejamos. Espero que no te aburras, puedes recorrer la casa si quieres. A lo mejor encuentres algo que te entretenga.

Att: Kevin"

Este hombre realmente tiene problemas con mi apodo, tal vez mi madre lo hizo a propósito y por eso se casará con él, son tal para cual. Decidí tomar un baño para luego recorrer la casa y tener más familiarización con la misma. Al terminar me coloque una camisa de manguillos con un pantalón negro y unas tenis. Era hora de investigar toda esta casota, el primer piso constaba de seis habitaciones en las cuales se encontraban el despacho del Sr. Markfren, una hermosa biblioteca, dos habitaciones de huéspedes, una habitación de electrónicos y por ultimo una habitación de espejos. Sin dudarlo entre a esa última, parecía que no se usaba en algún tiempo pero eso no le quitaba su encanto, sonrío suave y decido conectar mi teléfono al reproductor de música, si hay algo que me ayude a olvidar y que yo ame hacer es cantar y bailar, bueno más bien me encantan las artes pero mi madre las odia, quería ir a la universidad de Yale a estudiar arte o música pero ella no me apoya y digamos que sin su consentimiento no puedo hacer nada. Después de bailar y cantar por unas horas estaba cansada así que fui por un sándwich de mantequilla de maní a la cocina. Mientras lo preparaba se escuchó la puerta, frunzo mi ceño y camino a abrir la puerta para ver quien era.

-¿Mil años para abrir? - dijo un chico mientras se giraba y al verme abrió sus ojos como plato ya que no me esperaba.- Lo siento, pensé que eras Ken o Logan.

-Debes tener más cuidado.

-Oye, ¿eres Alexandra Parker?

-Alex Parker. - corregí rodando los ojos.

-No has cambiado para nada enana. – ríe y lo miro atenta.

-Oye y tú ¿quién te crees que eres?

-Me ofendes Alexita... – finge un puchero y me da más curiosidad así que comienzo a pensar.

-Solo hay una persona en este mundo que me ha llamado así y era... ¡Max!- dije recordándolo.

-Ese mismo en carne y hueso. - sonrío e imito su acción.

-Ooo... Te he echado mucho de menos. – lo abrazo feliz.

-Hace unos instantes no lo parecía. – dice burlón.

-Claro que si tonto. ¡Wow! has cambiado, ahora estás mucho más guapo, apostaría lo que sea a que muchas babean por ti. – digo entre sincera y un poco de burla como solíamos hablar siempre.

-Bueno pues, yo solo tengo ojos para una. – me guiña un ojo.

-Tsh... Perdí mi oportunidad.-dije en forma de broma.

-Tranquila, no hay novia aún y te puedo colar...

-Jajaja, por eso te adoraba, te adoro y te adoraré siempre.

-Me alagas- reímos.

Deje entrar a Max a la casa y nos pusimos a ver películas como en los viejos tiempos, él y yo fuimos mejores amigos cuando viví en California por un tiempo, luego ambos nos mudamos y poco a poco perdimos comunicación, me conto que sus padres seguían juntos y que se mudaron porque estaba por llegar un nuevo miembro a la familia, que la vida siguió adelante y que ahora se encontraba viviendo con su tío para ayudarlo aquí en Australia. Nos contamos muchas más cosas de todo lo que nos había pasado hasta llegar hasta el día de hoy.

Cambiar yo? Never!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora